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El joven al
encuentro con Jesús (Para grupos de
oración) P. Antonio Viguri
Ugarte ocd |
V. LA ORACION COMPROMETE “Orar para qué?
Lo que hace falta es hacer cosas por los demás. Hay muchas necesidades a
nuestro alrededor y refugiarse para orar es una pérdida de tiempo. Es un
espiritualismo facilón para tranquilizar conciencias. Van los jóvenes al
grupo de oración y total que no se les nota nada. Lo importante es que el
joven se comprometa en la sociedad, luche por algo que merezca la pena”. Los que así
opinan, reúnen a los jóvenes para tratar temas de actualidad: droga, sida,
sexo, amistad, política... Todo esto está muy bien. Desde la Palabra de Dios,
los jóvenes discuten y dialogan sobre estas cosas y se quedan satisfechos.
Pero, ¿cuánto les dura? Hay cuatro
estadios para llegar a ser un joven comprometido. Un joven cuando escucha la
Palabra de Dios, la entiende perfectamente. Podríamos decir que le ha llegado
a la mente, le gusta y piensa que es fantástico seguir esa Palabra. Con sólo
eso no basta. Se queda en una mera escucha y nunca moverá un dedo por hacer
eso que ha entendido de la Palabra. El segundo paso
es llevar esa Palabra de la mente al corazón. El joven siente en su corazón
ganas de hacer eso que le ha sugerido la Palabra de Dios, y sus sentimientos
comienzan a funcionar favorablemente. Pero no basta. Se queda en un simple
sentimentalismo. Es maravilloso, pero se cansa en seguida. El tercer paso es
llevarlo al vientre, más al interior. “Rumiar” la Palabra de Dios, meterla
muy adentro desde una reflexión fuerte. Ya tenemos un joven revuelto por
dentro y tocado por la Palabra. Ya no vive a gusto, si no lleva a cabo “eso”
que le ha sugerido la Palabra de Dios en lo más hondo de su ser, pero todavía
no basta. El joven se quedaría inquieto, pero parado. El cuarto paso es
llevar la Palabra hasta las rodillas y orar desde el silencio. Pedir al
Señor. Decirle, que lo que la Palabra le sugiere es muy fuerte y él solo no
puede. Y gritar y suplicar al Señor que no le deje solo en el camino, que va
a empezar a poner por obra lo escuchado. Ha hecho silencio dentro de sí mismo
y el Señor comienza a actuar desde él, en los compromisos a los que el Señor
le envíe, cada uno desde su carisma y desde la gracia que el Señor le
conceda. Cuando el joven
ha dado los cuatro pasos, ya se puede decir que es un joven orante. Ya
tenemos un cristiano para siempre. Un cristiano que ora, se comprometerá y
nunca dará marcha atrás, porque ya no camina solo. Siempre “siente ahí al
Señor” como compañero de viaje. Cuando un joven
es consciente de que ES, por dentro comenzará a HACER, y esto requiere un
proceso que nadie puede forzar. Lo que sí está claro es que si un joven,
después de asistir a un grupo, no llega a este estado, es que nunca ha
profundizado en la oración. El pecado de los
monitores y de gente ajena a este proceso de oración, es tener prisa o dar
prisa a los jóvenes para que se comprometan. Hay que sugerirle al joven
compromisos, pero sin forzarle. Ya le irá “forzando” el Señor. Hay que
presentarles ideales fuertes. Algo por lo que merezca la pena vivir. Decirles
que “el mundo está ardiendo”, como diría Teresa de Jesús. Decirles que el
mundo les necesita, que tienen que jugar un papel importante, un futuro que
es de ellos, pero desde un dinamismo interior. Y de nuevo vamos
a dejar a los jóvenes que nos cuenten cómo van viviendo el proceso de su
compromiso. Algunos están ya con sus rodillas, pidiendo al Señor llevar a
cabo lo que les ha pedido. Otros llevan el proceso a la altura de su corazón.
No se puede poner
tiempo a este proceso. Depende de muchos factores. Cada joven y sus
circunstancias son diferentes. Depende del grupo y de su seriedad. De si
llevan mucho tiempo juntos o ha habido demasiado trasvase de gente en el
mismo grupo. Desde mi
experiencia, para que un grupo funcione y sus componentes estén a nivel de
rodilla, y calculando desde una perspectiva humana -ya que Dios tiene sus
parámetros especiales- se necesitan unos cuatro años. Claro que algunos en un
par de años han llegado y otros a los ocho, siguen igual que el primer día
que la Palabra les llegó al corazón y de ahí no han pasado. Estos jóvenes que
testimonian su compromiso, llevan orando en grupo entre dos y seis años. “A dar testimonio no sólo con palabras, Sino con obras. A
preocuparme algo más por la gente que nadie quiere por cualquier prejuicio.
Pero el compromiso más fuerte es el de “ser Mado Creo que me
compromete a dar lo mejor de mí a los demás “. Mado. Los jóvenes no se
aceptan como son. Quizá es uno de los problemas que más deberíamos tener en cuenta
los monitores. Hay una tendencia a no valorarse y a ver lo negativo de sí
mismo. Se comparan siempre a la baja. Se llenan de complejos. Es alentador
ver cómo los jóvenes se van abriendo desde la oración en grupo. Se dan cuenta
que los demás jóvenes tienen parecidos problemas y comienzan a aceptarse como
son. A ser ellos mismos. Sin este conocimiento propio, sin ser ellos mismos,
difícilmente un joven puede entregarse a los demás, pues entregaría lo
externo, lo de siempre, pero no se entregaría con sus valores auténticos y
con el carisma que Dios le ha regalado a cada uno. “Creo que Jesús, al llamarme a asistir a la oración quiere que me de
cuenta de todo lo que puedo hacer y sentir cuando creo en El. Me compromete a
encontrarme a mí misma y entender a los demás “. Nieves. Vemos, cómo la
sociedad actual envuelve y lía a los jóvenes con sus mensajes y cómo se
pueden convertir en marionetas de la sociedad de consumo. Desde un
encontrarse a sí mismos dejarán de ser manipulados. Por otra parte, desde su
conocimiento propio, desde ese constatar sus debilidades y pecados, sus
problemas y necesidades, comenzarán a entender y a comprender a los demás
jóvenes que sufren por las mismas deficiencias. Desde ese momento, el joven
comenzará a tender la mano a los demás. “El grupo me
compromete a ser mejor y a seguir las enseñanzas de Dios “. Luisa. Los jóvenes
cuando inician la oración en un grupo, se dan cuenta de todo lo que han
vivido en rutina y apatía, y comienzan a descubrir la necesidad de “ser
mejores”. Creo que el papel del monitor en estos momentos es muy importante,
para animarlos a que no sean “mejores”, sino a que sean “nuevos” con un nuevo
corazón. No es lo mismo mejorar, que empezar de nuevo. Desde este corazón
nuevo es como podrán seguir mejor las “enseñanzas de Dios”. Seguir a Dios.
Palabra fuerte y terrible. Seguir a Dios es caminar hacia la muerte de
nuestros egoísmos. Seguir a Dios es morir por el amor, morir por el hermano. “Con el corazón en la mano: no me siento comprometido para nada.
Quizá más adelante sí, pero hoy por hoy no. Yo actúo como actúo, porque El
quiere que sea así. Y si voy al grupo es quizá por egoísmo, ya que es la
mejor forma de encontrarme con El “. Antonio. “Quizá más adelante sí”, dice Antonio. Seguro. Si un joven sigue el proceso
orante, llegará a ese compromiso, el que sea. Lo demás sería un parón en su
vida que le desilusionaría. Y aún por egoísmo, cuando alguien se quiere
encontrar con Dios, El sale al encuentro y le va cambiando el corazón para
que se comprometa en el seguimiento. “A demasiadas cosas. Quizá me exijo demasiadas cosas a mí misma. Si
tomo conciencia de lo que supone’ Dios en mi vida, me dan ganas de abrir los
brazos y (le entregarme del todo a El, y con El a los problemas de la
sociedad, a las injusticias, a todo el que me necesite y también al que no.
Me compromete a la parroquia, a la gente desconocida, a los animales
abandonados. Si mi grupo me fortalece en Dios y en el amor, debo amar todo lo
que Dios ha creado. Incluso a mí, que es lo que más me cuesta “. Mamen. A los jóvenes que
como Mamen, sienten desde “el vientre” esa necesidad de abrazar a todos, es
bueno ayudarles a discernir en qué cosas le puede estar pidiendo Dios que se
comprometa, pues en este fuego juvenil puede nacer la desesperanza cuando se
da cuenta que no puede abarcar todo lo que siente por dentro. Y sobre todo,
animarles a que se amen a sí mismos como Dios los ama, para que cuando ellos
amen y se comprometan por los demás, lo hagan desde el amor de Dios y en el
nombre de Jesús de Nazareth. “El grupo me compromete a esforzarme más como persona. Y la oración
me compromete a prestar mis servicios a la Iglesia, participando activamente
en ella. También me compromete en mi actitud con mi familia, con los demás.
Silvia. La voz de Dios es
un incordio. Cuando el joven se pone a la escucha y lleva hasta lo profundo
de su corazón esa voz, comienza sin más a cambiar de actitudes. Pero hay que
orientarles en lo del esfuerzo personal. Que somos incapaces de esforzarnos
en nada si no es con la ayuda del Señor. Algo estupendo
que he constatado en los jóvenes que van siguiendo el proceso oracional, es
esto que apunta Silvia: la actitud con la familia. Hay jóvenes que no sentían
a su familia, la veían lejana, su hogar era como una pensión. Y el Señor desde
la oración les ha ido haciendo descubrir que tenían unos padres y hermanos
maravillosos. A veces esa
actitud amorosa hacia la familia, ha hecho que la familia se haya vuelto un
poco más hacia Dios. “A seguir y no dejarlo, aunque a veces no hay mucha gente. Y también
me compromete a que ahora que llega el verano siga orando, aunque por las
vacaciones deje el grupo. A hacer oración sola, o hablándoles a mis amigas de
ella y orar juntas. Y sobre todo, a no dejar de ir a misa en verano “. Rosa
María. “El grupo me ha comprometido a no dejar la oración y a pesar de no
haber grupo en verano, a formar yo uno con mis amigos y mis amigas para no
dejar de lado a Jesús estas vacaciones. La oración me compromete a estar con
Jesús unos momentos cada día, a contarle lo que me gusta y lo que me
preocupa, a tratarle como el mejor de mis amigos y confiar en El como mi
hermano que es “. María Lourdes. El verano es muy
traidor para los jóvenes. Los monitores debemos prepararles para este tiempo
que todo cambia. No llevan la organización que llevan durante el curso y el
joven se desorienta. Yo soy partidario
de que los jóvenes de EGB y BUP, dejen de ir al grupo en verano. El grupo se
desperdiga. Unos se van a un sitio, otros a otro... Son pocos los que pueden
acudir todas las semanas. Y el grupo se resiente. Quizá lo bonito sería
seguir la idea de Rosa: que los que se quedan se junten con otros y hagan un
rato de oración por su cuenta. Si coincide que pueden hacerlo con un monitor,
pues mejor. Pero cuando los
jóvenes ya son mayores, lo ideal es que sigan durante el verano. Pero eso
tiene que nacer de ellos. Este verano en Calahorra me dijeron los del grupo
de jóvenes mayores, que ellos querían seguir haciendo oración durante el
verano. Y así ha sido. Ya no pueden dejar de orar... “El grupo me ha comprometido a mejorar como persona aportando mi
espíritu de ayuda, de comprensión, de ayuda en todo momento, un espíritu
abierto a los demás, dispuesto a dar todo lo necesario. Pero en ocasiones
necesita también recibir, aunque sólo sea un poquito, la ayuda que ofrece el
espíritu de cualquier otra persona. La oración me compromete a muchas cosas y
todas ellas importantes, como el saber reflexionar la Palabra de Dios, saber
escuchar al prójimo, comprenderle, ayudarle... y todo esto esforzándome para
superarme como persona y mirando mis relaciones con Dios y con los demás “.
Raquel. El joven que se
compromete, necesita recibir, aunque sea un poquito, de los demás, como dice
Raquel. Hay que inculcar al joven, que el compromiso no lo puede llevar con
un “llanero solitario”. Que necesita ese empuje humano de personas cercanas
que le animen, le escuchen y si llega el caso, le corrijan y orienten en ese
compromiso. Sería un error el querer dar siempre y no estar dispuesto a
recibir. Se podía caer en un orgullo camuflado de compromiso. “Me ha comprometido a un trabajo más directo con esas personas que
me necesitan, y sobre todo he aprendido algo muy importante, y es decir
“gracias” por todo, por lo favorable y desfavorable, positivo o negativo “.
María José. María José ha
descubierto algo muy interesante y es una gran gracia de Dios. No sólo alabar
y dar gracias a Dios durante el rato de oración, sino en la vida diaria y
todo acontecimiento. Alabar y dar gracias a Dios por todo, incluso cuando
todo parece contrario a nuestros planes, es un seguro de paz interior. Dar
gracias a Dios por todo, es un acto de fe en ese Dios “papá”, que yo sé que
me ama y no me deja solo. Es otro de los puntos que los monitores deberíamos
hacer descubrir, esa cercanía de Dios que se palpa en (Mt 6, 25-34.) “A ser yo también transmisora de mis creencias con mis amigas, en la
catequesis a niños de mi parroquia, a participar en convivencias de jóvenes y
a tomarme más en serio mis estudios y aportar mi ayuda y mi alegría a mi
familia”. María Eugenia. “El compromiso en serio: anunciar la Buena Noticia y ser instrumento
de Dios entre los hombres mis hermanos. No puedo cerrar los ojos ni tampoco
quedarme con lo recibido gratuitamente La iglesia también necesita de mi testimonio
para seguir evangelizando “. Pili. “El grupo me ha comprometido a llevar la Palabra de Dios a todo
aquel que se pueda ver necesitado de ella. Me ha comprometido a extender mi
experiencia del Espíritu de Dios entre los que me rodean, para así dar una
oportunidad para conocer el amor de Dios como yo le he tenido, y lo que puedo
experimentar con la oración. Me ha hecho adoptar como compromiso el ponerme
al servicio de los demás, siempre que lo necesiten de mí, sin esperar nada a
cambio, como lo han hecho conmigo “. Ana Mercedes. Un problema que
puede surgir en un grupo de jóvenes, y no digo grupo de oración, sería el
inmovilismo y la pasividad. Ir recibiendo gratuitamente conocimiento de Dios,
pero guardándolo para su bien personal. La oración en sí misma, mueve al
joven a dar gratis los que ha recibido gratis. Desde los grupos
de oración, los jóvenes creen en la nueva evangelización. En esa
reevangelización a que nos llama la Iglesia. Desde su experiencia oracional de
encuentro con el Señor, el joven se mete en sus ambientes con una noticia
nueva, que la hace atractiva a los otros jóvenes, porque va avalada de
alegría en todo lo que hace por los demás. “Me he comprometido a poner mi vida al servicio de los demás, eligiendo
como carrera el Trabajo Social. Y en ámbitos más pequeños, sobre todo a saber
escuchar y echar una mano en todo momento. También a mantener el contacto con
los cristianos de EDE y de otros lugares para que logremos la fuerza para
seguir a Jesús”. Natalia. “A creer más en Jesús, a ayudar a los demás y a llevar una vida
teniendo a Jesús como único guía “. Francisco. “La ayuda a los
demás, teniendo a Cristo como único guía”, nos dice Francisco. Ahí está la
clave. Y desde ese Jesús-guía, muchos jóvenes orientan su carrera, su trabajo
futuro en algo que les acerque a los demás como Natalia y tantos otros. Algo que apunta
Natalia es muy interesante. El contacto con otros jóvenes de otros lugares.
Algunos lo hacen a través de encuentros programados, otros por
correspondencia. Así los jóvenes
van descubriendo que no están solos, que en otros lugares hay jóvenes que
viven sus mismos ideales. “Me ha comprometido a ver el mundo de diferente manera. A saber lo
que es bueno o malo. A hacerme más sensible con la gente, a tomar como amigos
a aquellos que eran un poco enemigos, a ofrecer a la gente un amigo sincero:
Jesús. La oración me ha ayudado a formarme como persona “. Marta. “Me ha comprometido a seguir en el grupo, a trabajar con niños y
niñas entre 11 y 13 años siendo catequista. En definitiva, a bastantes cosas
que ayudan también en la vida diaria”. Miran. Un mundo
diferente, más bonito, con posibilidades de mejorar. Eso es lo que descubren
los jóvenes en la oración y les compromete desde Jesús a cambiar por dentro
en relación con la gente y con la vida diaria y a ponerse al servicio de las
cosas pequeñas de cada día. “Me ha comprometido a vivir según Cristo. A aceptar su voluntad, a
ponerme siempre en sus manos, en todo lo que hago. A que El sea el centro de
mi vida y a que en todo lo que hago, dé testimonio de que Dios está conmigo.
Lo intento llevar esto a la familia, a mi relación con los demás, a mi novio.
No quiere decir que siempre lo consiga, pero lo intento “. Elena. “Me compromete a vivir según el sentir cristiano, a llevar la cruz
de Cristo con alegría y dignidad “. Fermín. A los jóvenes les
entusiasma el seguimiento de Cristo. En mi apostolado por esos mundos de
Dios, lo que más les gustaba de mis charlas era cuando les hablaba de Jesús,
ese Jesús humano y cercano. Pero cuando llega la hora de seguirle desde la
cruz... eso ya es otro cantar. Hay que animarlos
a que descubran al Cristo de la cruz, al Cristo del sufrimiento. Sin cruz y
sin sufrimiento, es imposible llevar el amor a los demás. El servicio, el
salir de nosotros mismos es más difícil de lo que parece. Hay que
presentarles al Jesús total. No se lo presentemos sólo en sus momentos más
atractivos. Sería engañar a los jóvenes y manipular el mensaje de Jesús. Hay que
presentarles un Jesús muy humano, vivo, resucitado, pero que pasa por
Getsemaní y por el Calvario y por la gente incomprensiva de su tiempo y por
los amigos de tres años que le abandonan a la hora de la verdad. “Creo que me ha comprometido a vivir mi fe de una forma coherente. A
llevar mi fe a los que me rodean y ayudar a todo el mundo que pueda, bien
sea, los de casa o a los amigos’ o a los más necesitados como ancianos y
niños “. Amaya. “Me ha comprometido a mantener un contacto cercano con Jesús, a
vivir la religión de una manera mucho más profunda, a ayudar a los demás
dándome cuenta de que Jesús está en ellos. A apoyarme en Jesús en los
momentos difíciles”. Meri. Es muy frecuente,
por desgracia, que los jóvenes sigan a Jesús en sus grupos, practiquen la
religión, se den a los demás, pero a renglón seguido vivan situaciones que
nada tienen que vei con Jesús de Nazareth, y ante cualquier dificultad caigan
y sigan la corriente un tanto pagana de ciertos ambientes. Sólo desde una fe
coherente se puede dar un testimonio. Conozco los ambientes más o menos en
los que vive Amaya, que no son muy religiosos que digamos y sin embargo tanto
ella como muchos jóvenes desafían esos ambientes desde Jesús, desde esa
fuerza que han ido adquiriendo en sus grupos de oración. La coherencia en
la fe, lleva a vivir profundamente la religión, a respetar lo que los demás
quieren pensar, pero sin ceder un ápice de mis creencias en Jesús. Por supuesto que
en esos ambientes se pasan momentos difíciles como dice Meri, pues los otros
jóvenes quieren tirar por tierra el mensaje de Jesús, no por mala idea, sino
por ignorancia. Si en esos momentos el joven se apoya en el Jesús interior,
seguirán con su fe intacta y con más bríos que antes. (5.Jn 15,5) “A acudir más a menudo a la iglesia para orar con Jesús y recibir a
Cristo en más de una ocasión a lo largo de la semana. A superar complejos que
antes tenía y criticar menos a mis iguales. A poseer una mayor comprensión
con los que me rodean, a saber controlarme en algunas ocasiones “. Eva María.
Eva nos da una
pista de un compromiso, y un medio para seguir caminando en Jesús. Algo que
va pidiendo el Señor en la oración, es como una necesidad de estar más con
El. Hay jóvenes que
se pasan largos ratos a solas durante la semana en una iglesia o capilla, charlando
un rato con Jesús. Y hay jóvenes que cuando el horario se lo permite, acuden
a la Eucaristía durante la semana. Y desde esos
encuentros, sacan la fuerza para tantas cosas bonitas que solos no pueden
hacer. No debemos
conformarnos con que los jóvenes cumplan con la ley, no les hagamos fariseos.
Hay que animarles a que necesiten vivir a Jesús. Que no se conviertan en
cumplidores y se queden tranquilos. Que sientan la necesidad de amar y de ser
amados por Jesús. Desde Jesús nacerán esas cosas tan interesantes que dice
Eva: no criticar o controlarse en momentos especiales. Algo que se va
notando como compromiso y fruto en los jóvenes de los grupos, es el respeto a
los demás. Hay que luchar porque no se critique a nadie con críticas
destructivas. Si quieren criticar, que lo hagan a la cara y con valentía. Una expresión que
usan mucho los jóvenes, es el “no me apetece” o los más jovencillos el “no
mola”. Uno de los
compromisos que les va naciendo desde la oración, es el autocontrol, el saber
dominarse. Callar cuando tienen que callar y hablar cuando tienen que hablar.
Pido al Espíritu
Santo, que haga descubrir a los responsables de grupos juveniles, la
necesidad que tiene el joven de vivir la oración en grupo y la oración
personal. A veces piensan
que durante el grupo de oración, sólo se reza, y no es así. A través de la
Palabra de Dios, surgen cada semana todos esos problemas de más actualidad, y
el joven desde dentro va comprometiéndose, no sólo a conocer esos problemas,
sino a vivirlos y comprometerse con ellos. Para mí es una
gran alegría el constatar cómo desde el grupo de oración, los jóvenes se van
comprometiendo con sus parroquias poco a poco, con la sociedad, con todo lo
que Dios les va sugiriendo, porque vuelvo a insistir, el compromiso no se lo
podemos poner nosotros, el compromiso se lo irá sugiriendo Dios. A veces nos puede
parecer que no se comprometen con nada, pero no es cierto. Conforme van
progresando en el grupo, se van comprometiendo a muchas cosas, claro que
muchas no se ven y por desgracia en este mundo lo que no se publica en un
periódico ya parece que no tiene valor. Algunos jóvenes, bastante tienen con
el compromiso de aguantar a sus padres o de estudiar o de ir aguantándose
ellos mismos. Lo que sí está
claro, como hemos visto en estos testimonios, es que la oración revuelve por
dentro y compromete. Los jóvenes
cuando iniciaron el grupo de oración, estaban bastante lejos de Jesús y de la
Iglesia. Cientos de
jóvenes podrían dar estos testimonios u otros similares. Jóvenes que han sido
“tocados por Jesús. |
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Editado para Internet por Caminando con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |