El joven al encuentro con Jesús

(Para grupos de oración)

P. Antonio Viguri Ugarte  ocd

 

4. APOYOS PARA EL CAMINO

Todos los Sábados por la tarde nos reunimos varios grupos de jóvenes en el convento de Calahorra. A las cuatro y cuarto comienza el primero, con los tres grupos de “benjamines”, que son una pocholada, alimento de paciencia y futuro esperanzador. A las seis comienza el de los jóvenes desde primero de BUP hasta universitarios. Estos están madurando día a día. A las siete y cuarto, son los jóvenes mayores. Ser monitor de estos mayores es una gozada. Ya ni necesitan monitor. Son capaces de llevar la oración ellos solos, aunque siempre está con ellos Tere, que es como una madre.

Son alegres y juerguistas. Unos viven en Calahorra toda la semana. Otros vienen de fuera, de la universidad normalmente. Hay tres o cuatro parejas de novios.

A la misma hora que estos jóvenes mayores alaban a Dios y comentan su Palabra para su compromiso semanal, otros jóvenes hacen otras cosas más “divertidas”, como visitar bares, aspirar humo en los “Pubs”...

Cuando cercanas las nueve de la noche se van y cierro la puerta del convento, éste se queda en silencio. Un silencio lleno de esperanza, tras unas horas de entradas y salidas de niños y jóvenes.

Hemos visto en el capítulo anterior las dificultades que tienen con sus grupos y personalmente. ¿Por qué no echan a correr? ¿Por qué no tiran la toalla? No cabe duda de que en el ambiente de la calle, aparentemente todo son facilidades para vivir sin esos problemas.

He preguntado a los veintitantos jóvenes cómo han superado esas dificultades y qué medios han empleado para seguir adelante, para superar sus crisis con casi todos los ambientes en contra, y con su lucha personal.

Han contestado con su sinceridad habitual. Han dado en el clavo de esos medios necesarios para seguir adelante luchando en el Reino y por el Reino de Jesús.

“Me han servido otras actividades de la parroquia como catequesis de niños, grupos de confirmación, visitar ancianos. Una Eucaristía mensual con el grupo. Compartir cenas en el salón parroquial con gente mayor y ancianos. Pero a mí personalmente lo que más me ayuda a vivirlos con ganas, son las convivencias que hacemos en el Desierto de Las Palmas (Castellón). Es ahí donde encuentro las fuerzas que después he de compartir con los demás. Es como olvidarme de “todo” para acercarme más a El. Cuando realmente lo siento cerca es cuando renacen las fuerzas y las ganas para todo. Es genial sentirte hija suya. Es muy importante la oración personal. Es imprescindible “. Mado.

Mado comenta unos apoyos estupendos para enriquecer la oración del grupo. El grupo le genera esa actividad parroquial, que al mismo tiempo la lleva semanalmente a los demás. Y los demás le llevan a comprometerse con el grupo.

Nos habla de una Eucaristía mensual en el grupo. Creo que no debería faltar en ningún grupo. Y en esto creo que fallamos bastante. La Eucaristía en el grupo ayuda a crear lazos con el grupo desde Jesús, desde su comunión.

Nos habla de las convivencias. Otro punto a tener muy en cuenta en los grupos. Desde mi experiencia con grupos y en otros grupos eclesiales, se constata la necesidad de pararse a convivir en fines de semana. La convivencia les hace pararse, reflexionar más tiempo, compartir con los demás, la vida, las inquietudes...

Esto lo saben bien en nuestros grupos, los que se reúnen en el Desierto de Las Palmas, en Aitona, en Burgos... Les queda como una marca y unas ganas enormes de seguir luchando. En estas convivencias es como si Cristo se manifestase más vivo. Los “entendidos”, dirán que son fenómenos sociológicos. Me da lo mismo. Yo sólo sé, que los jóvenes vuelven nuevos de esas experiencias y con un nuevo empuje para seguir construyendo Iglesia.

Mado acentúa la oración personal. Ya lo he comentado. Los monitores deben dar la lata a los jóvenes para que se paren todos los días un rato para que desde la Palabra de Dios, se sientan cuestionados y empujados.

“Que podamos participar todos, y si algún día alguien propone preparar la oración, pueda hacerlo. Y que poco a poco las caras de la gente se te vayan haciendo más familiares. Eso hace que te sientas a gusto “. Nieves.

En los grupos de jóvenes hay que mirar al futuro. Un grupo que después de un par de años de orar juntos y con las mismas personas, no sea capaz de hacer oración sin el monitor que los inició, es que no ha madurado.

Por eso es importante que el monitor invite a los jóvenes a que ellos lleven la oración.

Mi experiencia en este aspecto es muy rica. Aunque yo esté presente, invito con una semana de antelación a que dos o tres preparen la oración de la semana siguiente.

Es una gozada el empeño que ponen. Desde luego, que el día que la dirigen no hacen oración, por los nerviosos que están, pero hacen una oración preciosa mientras la preparan.

Incluso en el grupo de octavo y primero de BUP lo han hecho. Todavía veo sudar a Ricardo, a Justo Román, a Francisco y a otros. Es bonito saber que Roberto y su novia no han salido un domingo a la noche, para preparar y dirigir la oración el sábado siguiente. Y me dijeron que lo habían hecho muy bien.

Mi mayor alegría ha sido cuando he faltado un día a la oración y a la semana siguiente me han dicho:

“Antonio, ha salido mejor que cuando estabas tú”. He pensado para mí que ya eran maduros para la oración y he dado gracias a Jesús porque no les ha fallado.

“Yo creo que el principal apoyo que tiene es la fe en Dios y las ganas de estar con El, aunque a veces esto cuesta un poco “. Luisa.

“Cuando estoy en oración, es Dios mi centro. Pero cuando estoy con los amigos del grupo, son ellos los que me dan la energía para seguir en el grupo, a pesar de saber que debería ser Dios el centro, tanto fuera como dentro del grupo “. J. Antonio.

La fe en Dios y el compartir con los amigos del grupo no son cosas antagónicas sino complementarias. La energía que se recibe de los componentes del grupo, viene de Dios que va regalando la fe cada semana, para que la vivan con ilusión.

Claro que cuesta vivir la fe en Dios. No lo vemos, no lo tocamos, no lo sentimos y eso “cuesta un poco”, como dice Luisa.

Hay que ayudar a los jóvenes que van al grupo a encontrarse con Dios, con un Dios que está en el corazón de todos los del grupo, y amar y compartir con los compañeros del grupo, es amar y compartir con Dios.

“Mis apoyos son: a diario la oración. Eucaristía semanal. Quincenalmente, carta a Jesús. Mensualmente confesión y convivencia siempre que haya una a la vista. Además las ganas de vivir la alegría, el que haya algo que compartir aunque sean mis lágrimas. El sentir a Jesús ahí y el comprender que aunque a veces no lo sintamos, El está ahí detrás de cada pisada de zapato “. Mamen.

Casi nada. Mamen vive todo lo que hay que vivir para que las dificultades de la vida no puedan con ella.

La Eucaristía de cada domingo, muchos dirán que es lo normal, pero por desgracia no lo es tanto. Cuántos jóvenes, cuando han llegado al grupo, pasaban de la misa semanal, porque es un “rollo”, porque no hay quien aguante al celebrante, porque no me dice nada... Hay que inculcar a los jóvenes que la Eucaristía es esencial en la vida de todo cristiano.

Tuve la dolorosa experiencia de un grupo al que inicié en un pueblo. Eran jóvenes estupendos, no fallaban ninguna semana a la oración, se lo tomaban muy en serio lo de compartir la Palabra. Pero ese grupo duró entre dos y tres meses. Casi ninguno iba a misa los domingos. Y así no hay grupo que dure. Hay que inculcarles que los sacramentos, encuentros con Jesús, son esenciales para poder vivir un grupo y que ese grupo cristiano de oración, tenga sentido. Los sacramentos son, fuerza misteriosa que empuja al joven. Hay que mentalizar a los jóvenes, que la misa la tienen que “celebrar” ellos, aunque el celebrante lo haga sin vida e invite a la pasividad.

Mamen nos habla de la confesión. Cuando los jóvenes descubren el sacramento de la reconciliación, han descubierto el apoyo de Jesús para sentirse libres e ir curándose de sus heridas y recuerdos negativos y para llenarse de la gracia de la reconciliación con el amigo Jesús.

Cuando el joven va cargando su alma de debilidades, cuando siente la pena de haber fallado a Jesús, cuando lo que ha hecho le deja inquieto, es muy difícil que pueda participar con alegría en el grupo de oración. De ahí la necesidad de inculcarles que vivan con profundidad este sacramento y que el momento de perdón antes de la oración, los lleve a vivir la misericordia del buen Dios que los comprende.

El apoyo maravilloso de creer que Jesús está “ahí”, como dice Mamen, aunque a veces no lo sintamos. Hay que insistir mucho en este sentido de fe. Creer que Jesús me acompaña aunque no le vea, ni le sienta, ni me diga nada.

De todos los encuentros nacen las ganas de vivir con alegría. Yo suelo invitar a los jóvenes (y son cientos los que lo hacen), a ofrecer el día a Jesús, y como primer pensamiento del día decir nada más despertarnos: “Buenos días Jesús, buenos días alegría...”.

“Las dificultades se superan a través de la unión y la confianza en el grupo y sabiendo que tienes otras personas que te apoyan y ayudan. En cuanto a la falta de comprensión en la oración, se supera con el tiempo y la constancia “. Silvia.

“Bueno, las he ido superando gracias a la hermana Segunda que me da ánimos para seguir yendo al grupo. Y pidiendo a Dios que no me alejara del grupo “. Rosa María.

“Creo que no he usado ningún medio para seguir en el grupo. Que mis dificultades en él, han desaparecido gracias a Jesús, que dándome voluntad, me ha ayudado domingo a domingo a no faltar a la cita que tenía con El”. María Lourdes.

Los apoyos nos llegan de Dios, del mismo grupo, y de personas cercanas que nos ayudan a seguir luchando.

Hay que animar a los jóvenes a que se fíen de los demás componentes del grupo, pues todos navegamos en el mismo barco y con las mismas ilusiones. Y un día uno, y otro día otro, nos necesitamos para seguir “en la brecha”.

Algo que está por descubrir con fuerza y seriedad es el acompañamiento para el camino. La tradicional dirección espiritual. Alguien que te acompañe en el camino. Puede ser un sacerdote, que además de ayudarte, en el sacramento de la Reconciliación puede aconsejarte y darte ánimos. Una religiosa en la que tengas confianza. Puede ser una persona seglar. Y por supuesto, un compañero o compañera del grupo.

Cuando Jesús guarda silencio, siempre te podrá hablar por medio de esa persona en la que tienes confianza. Una de mis bonitas experiencias en este sentido es el acompañamiento a través de la correspondencia epistolar. Escribir una carta a un amigo, es un buen método de desahogar y de compartir las alegrías o las penas del camino.

“Las dificultades del grupo las he superado aumentando mi responsabilidad, alejándome de todo lo negativo, aunque no siempre es fácil, pues son muy fuertes las presiones a las que nos somete esta sociedad, con lo cual las posibilidades a adoptar, quedan reducidas a unas pocas. Pero siempre en el interior de cada uno de nosotros, hay algo que nos mueve, algo que nos impulsa a seguir adelante por el buen camino.

Para seguir haciendo oración, pienso que no debemos tener miedo de hacer pública nuestra fe, nuestra creencia en Dios. Ese Dios vivo que está dentro de cada uno de nosotros. Gracias a El, he perdido ese miedo y no me avergüenzo de hacer oración y decirlo. Por eso intento prestar mi apoyo a los que no tienen las ideas claras todavía y necesitan ayuda. Yo pienso que es muy importante ser modelo de fe, porque no sólo haces tú oración, sino que también motivas a los demás a practicarla “. Raquel.

Esto es tornarse las cosas en serio. Hay muchos jóvenes que como Raquel, sacan la fuerza y el apoyo para seguir en un grupo, desde un testimonio vivo de lo que creen.

Hay que pedir la gracia para todos los jóvenes, para que crean que llevan a Dios en su interior y que con ese Dios nada deben temer. Raquel en cierta ocasión tuvo la valentía de enfrentarse a un profesor que inculcaba a los alumnos el “sí” al aborto, y otras lindezas. Fue curioso que el profesor pegó un portazo en la clase y se fue cuando todos los compañeros de clase de Raquel, se pusieron de su parte. No fue Raquel la que habló, sino ese Dios que ella llevaba dentro.

Es muy bonito ver cómo muchos jóvenes vienen a los grupos de oración, porque han constatado que los que acudían al grupo de oración, llevaban dentro algo que él no tenía.

“Con la oración misma, alabando y dando Gracias a Dios por esos momentos, y sobre todo por el apoyo que he encontrado en el grupo “. María José.

“Las he superado al seguir reuniéndome con el grupo, a pesar de los malos momentos en los que sólo sentía rebeldía, y porque en ninguna ocasión he dejado de orar personalmente “. Pili.

“En verdad, lo que realmente me ha ayudado a superar esas crisis y a conseguir volver a integrarme en el grupo de pleno, ha sido el apoyo de la gente del grupo, que ha hecho que no abandone y siga orando, tanto en el grupo como personalmente. Creo que me ha ayudado mucho la perseverancia “. Ana Mercedes.

En el grupo hay que tener un sexto sentido, tanto los monitores como los componentes del grupo, para percibir quién lo está pasando mal y saber echarle una mano a tiempo.

Y volvemos, desde La experiencia de Mercedes, a inculcar la perseverancia. Seguir. Seguir siempre. Seguir sin desanimarnos, aunque nuestros ánimos estén por los suelos. Tener la suficiente confianza y humildad de gritar a los demás que nos echen una mano, que nos ahogamos.

Ante el cariñoso “acoso” de Jesús, pueden nacer rebeldías. Lo puede decir Pili, la gran “acosada” por el Señor, la rebelde que ha vencido su rebeldía diciéndole al Señor que ya está bien, porque se acabó, que le va a seguir con todas sus consecuencias.

“Sin presiones ni insistencias para seguir. Sólo sabía que el grupo estaba allí y me apoyaba. No les podía fallar a ellos ni a El. En los problemas personales ha habido mucha sinceridad y comprensión “. Natalia.

Los grupos deben estar abiertos a los que llaman a su puerta. Tanto a los que llevan tiempo como a los que lo inician, hay que respetarles. Invitar sí, pero no presionar e insistir.

A ciertas edades suele surgir el espíritu de contradicción. Basta que me digas esto, para que yo haga lo contrario. Que sepan los jóvenes que tienen un grupo que los quiere, que los recibe con los brazos abiertos, pero que si no quieren entrar, no pasa nada, se les seguirá queriendo igual.

A la hora de compartir un problema, que haya mucha comprensión, mucha escucha. A veces los jóvenes no buscan soluciones, que ya vendrán, sino que buscan que se les escuche.

Tanto los monitores como los componentes que llevan mucho tiempo, pueden caer en la tentación de dar consejos y seguridades, cuando en realidad lo que necesitan los jóvenes es comprensión, y que los demás se hagan cargo de que su problema es muy serio y que no hay consejo que en ese momento les vaya a solucionar nada. De ahí, vuelvo a insistir, que lo interesante es escuchar y decirles que estamos ahí para lo que necesiten, que los aceptamos así y los queremos como son.

“Hablando con los del grupo y entablando amistad generalmente con todos “. Francisco.

 “Viviendo en oración y aceptándolos”. Laura

“Esta dificultades se superan olvidándose uno de la gente que está a tu alrededor e intentando asistir al grupo para hablar con Jesús y que El te hable a ”. Marta.

“Gracias al grupo que no me abandonó y gracias a la oración personal”. Miran.

Las relaciones con el grupo no siempre son fáciles. El grupo ayuda sin duda ninguna a amar al mismo grupo. Un camino estupendo es hablando, como dice Francisco, e intentar tener una relación con todos. Es peligroso hacer grupitos. Esto hiere al grupo, que tiene que ser abierto a todos.

Hay que aceptar a los demás como son. Cuando vienen al grupo, cada uno trae su propia historia, diferente de la nuestra. Y así como nos gusta que nos acepten, tenemos que aceptar nosotros a los demás, sobre todo a los que a veces “incordian” en los grupos, por falta de seriedad. Esto sucede a ciertas edades y en los inicios de todo grupo.

No hay que olvidar a los demás y “pasar” de ellos, sino que hay que olvidarse de lo que están haciendo y no me gusta, y centrarme en Jesús, como dice Marta. Mi postura coherente, les puede hacer cambiar y tomar- se en serio el rato de oración, lo que supone tomarse en serio su vida.

“He encontrado el apoyo casi sin darme cuenta. Empecé a compartir en una oración de intercesión que hicimos en un retiro en Erviti. Cuando oí que todo el grupo oraba por mí, me impresionó mucho. Yo también empecé a orar por los demás. Así tomé conciencia de grupo y al mismo tiempo me abría a la oración compartida en el grupo “. Elena.

“La aceptación de uno mismo y el vencer las barreras que impiden a uno el abrirse al grupo. Supone un esfuerzo difícil, que se encuentra en marcha como proceso de autoeducación que es. Pienso que desde que inicié el grupo de oración, he mejorado mucho. Sin embargo todavía sigo luchando “. Fermín.

Quizá una de las experiencias más ricas de apoyo en la marcha de un grupo, es la oración de intercesión. Orar unos por otros. Es muy bonito y muy enriquecedor.

Erviti es un pueblo precioso del norte de Navarra, donde todo comienza a ser verde y frondoso. Allí solíamos ir tres o cuatro veces al año. Solíamos juntarnos entre dieciocho y veinte personas. La mayoría eran universitarios. Llegábamos los sábados a media tarde, con aquellas puestas de sol tan maravillosas que me recordaban los atardeceres de Africa.

Iniciábamos el retiro con una charla-reflexión tanto personal, como del grupo. Tras una liturgia penitencial, venía la cena. Hacia las dos de la madrugada, les dejaba solos. Yo me volvía a Pamplona por razones de apostolado dominical. Volvía a la tarde del domingo para finalizar el retiro con la Eucaristía. Durante la mañana del domingo, ellos seguían reflexionando.

Pero quizá, el momento fuerte era de dos a cuatro de la madrugada. Era el momento de la intercesión.

Lo hacíamos de la siguiente manera: Empezábamos a orar todos por uno, que de antemano exponía la necesidad por la que quería que intercediéramos. Así, uno tras otro, iban pasando todos por la oración de los demás. Hubo experiencias preciosas como la de Elena. Veían la intervención de Dios ante situaciones difíciles que les preocupaban. Lo podría certificar bien Conchi, ya que oraron un buen rato por un problema que tenía con sus padres. Cuando volvió a su casa, sus padres habían cambiado de opinión. De esa oración, nació un matrimonio.

Yo invito a hacer esto a todos los grupos. Creo que es el camino más fácil para crear lazos de amistad entre los componentes del grupo. Como ya he dicho en otra parte al hablar de la oración de intercesión, el que intercede recibe una gran alegría al orar por otra persona. El que intercede por otro, es como un puente que lleva a la persona por la que se intercede, hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios en su vida.

“Todas las dificultades han ido pasando con los años, la madurez y el compromiso. Han reforzado mi fe “. Amaya.

“Las dificultades las he superado con el apoyo del resto del grupo y con el tiempo. Poco a poco me he dado cuenta de que la oración en grupo es imprescindible para mí. Es como una droga sana “. Eva María.

Dar tiempo al tiempo. Hay monitores o gente ajena a los grupos de oración, que quieren que ya los de EGB sean grandes orantes, lo cual no es posible, porque no tienen capacidad para poder serlo. A veces los problemas se los podemos crear nosotros por impacientes.

Los mismos jóvenes se dan cuenta de que la madurez va llegando con la ayuda del grupo y de Jesús.

Es precioso el constatar que tras las dificultades, hay jóvenes como Eva, para los cuales la oración es como una droga sana. ¡Bendito sea Dios!, que no hay dificultad que no se pueda superar con su ayuda. El siempre está al quite de las piedras que se interponen en el camino del joven orante. Gracias, Señor.

 

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Editado para Internet por  Caminando con Jesús

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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