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El joven al
encuentro con Jesús (Para grupos de
oración) P. Antonio Viguri
Ugarte ocd |
2. LA FORMACION DE UN GRUPO En estos momentos
sigo de cerca a tres grupos de jóvenes. Y por referencia, a otros muchos.
Cuando hacemos comentarios sobre este fenómeno de los jóvenes que se reúnen
para orar, muchas personas, sobre todo sacerdotes, religiosos/as y seglares
comprometidos me preguntan: ¿ Y cómo iniciar un grupo de oración? Y mi
respuesta inmediata es: no sé. Porque sólo lo sabe Dios. Cada grupo tiene su
propia historia. Cada joven ha ido a un grupo desde diferentes llamadas o
convocatorias. Pero después de
estos años de experiencia, sí que se pueden trazar unas líneas sobre qué
momentos son buenos para la llamada a formar un grupo, o desde qué personas
se puede llegar a un grupo de oración. Y cuando menos lo
esperas, y donde menos lo esperas y con quien menos lo esperas, surge un
grupo con fuerza. Sin duda alguna es obra del Señor que llama cuando quiere y
como quiere. Por eso cuando la
gente inquieta quiere formar grupos y me dicen que les eche una mano, lo
primero que les digo es que comiencen a orar, para discernir si Dios lo
quiere y para que sea como Dios quiera y cuando El quiera. Siempre recuerdo
con cariño mi aventura en las Hermanas Reparadoras de Pamplona. Me invitó
Maruja a dar una charla a las chicas porque quería iniciar un grupo de
reflexión. Había en la residencia 110 jóvenes universitarias. Fueron a la
convocatoria doce. Les hablé de Jesús libertador. Hubo quien se estuvo riendo
todo el rato de las “tonterías” que yo decía sobre que Jesús nos curaba y
sanaba las heridas y nos daba un corazón nue yo. Volví otro día, y allí
estaban las doce y alguna más. Y de allí nació un estupendo grupo de oración:
Consuelo, Ana, Elena, Maribel y otras. Una vez a la semana nos reuníamos para
orar. Las cuatro citadas se fueron a un piso y seguían orando en el piso una
vez por semana. Y ellas fueron la base de un grupo de oración en la calle
Descalzos. Las cuatro han terminado medicina. Tres se han casado. Y aunque
andan por esos mundos de Dios con su especialidad de pediatría, medicina
interna y forense, llevan la semilla de aquellos encuentros con el Señor y
con los amigos. Hay muchos
caminos desde el Señor para iniciar un grupo. Pero un grupo, que a la larga
vaya haciendo que cada componente tome compromisos en la vida normal de cada
día, de servicio a los demás. Nacen grupos
desde la catequesis, desde la post- confirmación, desde un cura que invita,
desde una madre que empuja, desde una catequista que anima, desde un
confesionario, desde los amigos que testimonian su experiencia, desde una
monja “pesada” que quiere que los jóvenes vivan su experiencia de Dios, desde
una convivencia, desde una acampada, desde una Pascua, o desde un campo de
trabajo de verano. Pero he creído
más interesante que sean los mismos jóvenes los que cuenten su historia oracional.
Son más de veinte jóvenes los que contestaron a mis preguntas. Son cientos de
jóvenes los que podían haber contestado por qué empezaron, por qué siguen y
por qué lo han dejado. La pregunta que
les hice fue ésta: ¿Cómo inició el grupo, y por qué sigo en el grupo? “El grupo de oración comenzó en el colegio Carmelitas de Novelda, a
cargo de un cura muy joven. Yo iba por esperar a mis amigas. No sen tía nada.
Simplemente era un ambiente muy agradable. Pero con el tiempo me empezó una
necesidad que hasta entonces desconocía: “debía ir los viernes a aquella oración “. El cura se fue y la
oración siguió. La llevaba gente que no conocía bien. Han pasado meses y la
necesidad no ha pasado, a veces es muy fuerte. .Ahora me siento muy integrada
y ya he llevado varias oraciones. Sigo en el grupo porque Cristo me ha
atrapado.” Mado Beltrá. 18 años. Novelda (Alicante) COU. “Empecé porque mi profesor de religión hace tres años era cura y me
invitó a hacer oración cada viernes por la tarde. Creo que en esa época (a
parte que ese curilla me caía bien), necesitaba volver a rezar con gente, al
igual que hacía cuando estaba en EGB con las Carmelitas. Y sigo porque me
gusta que llegue cada viernes y me relajo haciendo oración”. Nieves Rizo. ¡7
años. COU. Novelda. “Me inicié en el grupo para pasar un rato con mis amigos, para estar
con ellos y también creo que para estar con Dios. Sigo porque necesito tener
a Dios más cerca de mí y porque una hora o dos cada semana necesito olvidarme
de todo un momento “. Luisa Cerro. 17 años. Novelda. COU. “Siempre me ha gustado relacionarme con la gente. Un buen día conocí
a Rcfa (el cura) y me invitó al grupo. Allí lo pasaba bien. De esto hace ya
dos años, pero hoy ya no voy por hablar Voy a encontrarme con El. El silencio
en grupo me coima de paz y a la vez de energía”. Antonio Alvarez. 21 años. 2°
de Empresariales. “Empecé por una necesidad. Era como mirar al mar, estar delante de
él y no atreverme a entrar yo sola. Entonces recurrí al grupo y comprobé que
era estupendo nadar al compás de las olas y a la vez me di cuenta de lo que
me había perdido hasta entonces. Sigo porque sinceramente merece la pena”.
Mamen Navarro. 19 años. Filología. Novelda. Es interesante
comprobar cómo estos jóvenes de Novelda siguen la invitación de un cura joven
para vivir el grupo de oración. Creo que si muchos sacerdotes descubrieran
este camino para los jóvenes sería estupendo para construir una Iglesia
futura fundamentada y comprometida desde Jesús de Nazareth encontrado en el
grupo de oración. Hay algo
interesante en estos grupos de Novelda. Y es que Rafa se marchó pero los
jóvenes siguieron orando. Se habían encontrado con Jesús. Porque hay un
peligro, y es que los jóvenes se queden en el monitor. “Me inicié al salir del colegio de las Carmelitas hace nueve años.
Nos lo propuso la hermana Segunda. Empezamos unas cuantas personas.
Actualmente el grupo ha cambiado. Hay personas nuevas y antiguas “. Silvia
Zaplana, 24 años. Profesora. Crevillente (Alicante). “Fue un día que fuimos a visitar el colegio y la hermana nos invitó
a mi amiga y a m1 Entonces el domingo fuimos y nos gustó y hasta ahora vamos
yendo porque creo que lo necesito “. Rosa María Gutiérrez. 16 años.
Crevillente. Administrativo. “Inicié el grupo cuando acabé octavo de EGB, ayudada por la hermana
Segunda. Más que todo lo inicié porque quería no perder contacto con el
colegio de mi infancia y además porque quería que Jesús penetra ro más en mi
vida”. María Lourdes González. 17 años. 3 Administrativo. Crevillente. “Yo inicié el grupo de oración porque me impulsaron a él. Me lo
propusieron y decidí probar. Al principio no le encontraba mucho sentido a
las reuniones. Me resultaban un tanto aburridas y monótonas, pero cuanto más
asistía a ellas, más atraída me sentía. Cada vez aumentaba ese vínculo de
unión. Y de hecho ahora el grupo de oración ocupa una parte importante de mi
vida. Es algo que necesito, no sólo porque es algo agradable el reunirte con
amigos y amigas con los que puedes contar en todo momento para liberarte de
tus problemas, sino que también es una forma de conversación con Dios, de
sentirte muy cerca de El, de sentir su presencia y apoyo. Y yo creo que esto
de conocerme mejor a mí misma y también a Dios, es algo muy importante y que
de hecho me ha marcado mucho”. Raquel Ruiz. 15 años. 2ª BUP. Crevillente. Son interesantes
estos testimonios de Crevillente. La convocatoria del Señor llega por medio
de una religiosa inquieta, que ha descubierto que la oración es importante
para la juventud. Hay un problema
en los jóvenes que están hasta octavo de EGB en colegios de religiosos/as.
Les forman lo mejor que pueden, pero después, ¿qué pasa con esos jóvenes? Lo
más normal, por desgracia, es que se sienten engullidos por el mundo y el ambiente
que les rodea y su fe va languideciendo. Una forma para que esos jóvenes
sigan viviendo y progresando en la vida cristiana es que tengan la
oportunidad de un grupo de oración que les haga crecer por dentro y desde
Jesús, comprometerse con la sociedad en lo que el Señor les vaya pidiendo. Este mismo
problema surge en los jóvenes que hasta COU han estado en grupos y después se
van para la universidad. Entre todos tenemos que tenderles puentes para que
nunca dejen los grupos y ese encuentro fuerte con Jesús desde los grupos de
oración. “Mi vida era y sigue siendo muy activa, pero me cansaba y me di
cuenta de que lo que me faltaba era un grupo de oración al que me sintiese
unida y por el que me sintiese respetada. Esto me lo recomendó una religiosa
“. María José. 20 años. T Social. Pinse que (Zaragoza). “Fue gracias a mi padre, que siempre ha querido que como él fuese
adoradora. Mi primer grupo fueron los Tarsicios y más tarde el MTA de mi
colegio. Siempre me ha gustado compartir la experiencia de oración, porque
por medio de ella te puedes conocer mejor a ti misma y a Dios sobre todo,
descubriéndolo a través de los demás “. María Eugenia Cabañas. 16 años. 2a
BUR Calahorra. “Las animadoras
del movimiento juvenil de la parroquia, decidimos reunirnos, no sólo para
programar, revisar y animarnos en nuestra tarea, sino también para orar
juntas y compartir nuestras experiencias desde la Palabra. Queríamos trabajar
juntas y compartir nuestra fe en un mismo Señor”. Pili Gil. 22 años.
Enfermería. Proyecto de ser monja. Hoy es postulante. María José nos da
una pista interesante para los jóvenes. Hoy les animamos a los jóvenes al
compromiso. Y está muy bien. Y les planificamos mil actividades para servir a
los demás. Y eso también está muy bien. Y les decimos que tienen que ser
catequistas y comprometerse con los pobres y visitar a los ancianos y
comprometerse con la política y con la vida social. Y eso también está muy
bien. Pero yo me pregunto: ¿Dónde van a encontrar la fuerza para seguir
luchando y peleando? Porque todos esos proyectos exigen lucha, sudores de
corazón, ganas de tirar la toalla y como dicen muchos jóvenes: “nos hemos
cansado”. Actuar así con los jóvenes es defraudarlos. Por eso hay que
animarles a hacer todo eso desde encuentros fuertes con Jesús, que es el
artífice directo de todo apostolado. El joven que se encuentra con Jesús
desde una oración profunda, se cansará mil veces, pero nunca tirará la
toalla. Tendrá crisis, pero seguirá luchando por ser testigo de un mundo
mejor. Y no basta tener
y hacer grupos con ellos y compartir temas y tratar problemas de última hora.
Si el joven no se encuentra consigo mismo y con Cristo, a la larga podrá ser
un buen activista o un buen político, pero no un activista o político
cristiano. Hay que hacer
muchas cosas en nuestra sociedad y tenemos que impulsar a los jóvenes a
entregarse a los demás, pero antes del HACER, tenemos que ayudarles a
descubrir el SER. ¿Cómo no se darán
cuenta muchos sacerdotes de esta realidad, cuando están viendo que muchos
jóvenes fenomenales se les han ido de las manos, porque se han cansado de
hacer cosas? “Tras unos años de pasividad, llegó un momento en que contaba con
quince años y tuve una experiencia fuerte del Espíritu de Dios en mí. Durante
una semana estuve compartiendo con otros jóvenes la experiencia de Dios. En
esa semana, sentí dentro de mí algo que me hacía sentir rara, pero satisfecha
y llena de fuerza y ganas para poder extender a los demás lo que yo llevaba
dentro (o detrás) “. Ana Mercedes Prieto. 17 años. COU. Irún (Guipúzcoa) “Sentía la necesidad de compartir mi amistad con Dios, con los demás
cristianos, buscando un grupo de seguidores de Cristo, con un mismo ideal”.
Natalia Pérez. 17 años. COU. Irún. Estas dos jóvenes
de Irún, han seguido más o menos el mismo camino, y nos plantean una
reflexión. Ellas, como cientos de jóvenes han tenido una experiencia de Jesús
en unas convivencias o ejercicios espirituales o en un fin de semana. Descubren el
ideal de Jesús y quieren seguirlo. Y cuántas veces les ayudamos a encontrar a
Jesús, nos quedamos contentos de que han tenido un encuentro bonito y...
después, ¿qué pasa con ellos? Hay una palabra clave: continuación. Cuántos jóvenes
se han sentido defraudados porque les hemos lanzado a una aventura
maravillosa, pero ha faltado continuación. Es muy importante que los jóvenes
tengan momentos fuertes de encuentro con Jesús, pero si no hay un
seguimiento, se comprueba con pena que el joven solo no puede caminar. Se
cansa, deja de sentir ese primer calor de Jesús y se queda en una nostalgia,
cuando no a veces en un rechazo, porque se sienten defraudados. Y todo
aquello que les prometimos, que les hicimos descubrir, se les ha ido
apagando. El grupo de
oración es uno de los medios para que continúen sin desanimarse. En el grupo
descubren que a Jesús hay que seguirle a las duras y a las maduras. Que
seguir a Jesús, no es solamente sentirlo, sino seguirlo hasta la cruz. Que el
cristianismo no consiste en sentirse bien, sino en que se sienten bien los
demás. Que Jesús al principio nos da esos sentimientos gozosos, pero después
nos invita a seguirle por esos caminos duros que El siguió. Quizá mis
experiencias más negativas con jóvenes han sido a raíz de convivencias por
esos colegios de Dios. Jóvenes que a sus quince o veinte años descubrían a un
Jesús vivo y desde la lejanía veían que nadie les seguía ayudando. Incluso más de
una vez opté por no ir a algunos colegios de religiosas, en los que se
conformaban con darles tres días de convivencias, pero ahí se acababa todo.
No había un proceso de seguimiento para que crecieran. Y cuántas cartas he
recibido llenas de desilusión, porque aquello que habían descubierto se había
diluido con el paso del tiempo. Y mi experiencia
más gozosa, cuando tras una convivencia o un fin de semana o un campo de
trabajo, he visto cómo otras personas siguen lo iniciado. Con toda seguridad
os puedo decir que ese joven seguirá luchando pase lo que pase, sienta o no
sienta. No se les puede dejar solos en la empresa de seguir a Jesús de
Nazareth. “A raíz que me iniciara una persona. Me incorporé al grupo de
pequeños y después me ascendieron al grupo de mi edad”. Francisco Munilta. 15
años. “Porque mi madre iba a grupos de oración y yo le acompañaba. Como
era pequeña, no podía entrar por si me aburría, pero de mayor entré y me
quedé porque me gustó”. Laura Jiménez. 12 años. “El grupo de oración lo inicié por mi madre que trabajaba con los
jóvenes del grupo de oración de mayores. Lo inicié con la curiosidad de qué
sería la oración y qué tenía ésta para dar una alegría diferente a los
jóvenes y entusiasmo para hacer cosas nuevas. A mi me gustaba lo que
experimentaba aquellos “. Marta Jiménez. 15 años. 2 BUR Calahorra. “En principio a lo tonto, como cualquier niña que se mete en un
grupo de oración de su colegio. Pero a medida que pasaba el tiempo, iba
siendo más necesario y veía que no lo podía dejar”. Miran. 17 años. COU.
Amorebieta (Vizcaya). “Yo inicié mi vida en grupos, porque andaba en un colegio religioso.
Ahora no lo puedo dejar”. Amaia. 18 años. Amorebieta. “Quizá influenciada por el ambiente religioso de mi familia y del
colegio, que propuso formar un grupo de oración”. Desde estas
experiencias vemos la importancia de las demás personas. El colegio, el
ambiente familiar, una madre, una persona que a veces puede resultar
“pesada”... En los grupos de
oración se palpa el ambiente religioso de la familia y de los colegios. Por
desgracia, hay familias cristianas y colegios religiosos donde no se “huele”
ese ambiente de piedad y de cercanía de Dios. Hay madres que
tienen miedo a los grupos de oración. Piensan que es un buen medio para que
“cacemos” a sus hijos para la vida religiosa o sacerdotal. No les interesa
que sus hijos vayan a salas de fiesta y vuelvan a cualquier hora. Pero eso de
que vayan a un grupo o a una convivencia, les parece sumamente peligroso. Es una pena que
haya madres y padres que no sepan que desde los grupos, es desde donde van a
tener unos hijos maduros, honrados y honestos. Y que el futuro de sus hijos
no es el que ellos quieren, sino el que sus hijos descubran como ideal. En los colegios
se intenta y trabaja mucho y bien, para que los alumnos tengan buenas notas y
den la talla en una selectividad, pero se percibe, sin ánimo de crítica, que
no hay el mismo empeño en que sean unos auténticos cristianos y que vivan los
ideales fuertes desde dentro. Y así
acostumbramos a los jóvenes a elegir una carrera que tenga “salida”, a que a
los 18 años tengan su moto o su coche, a que sean algo en la vida, Pero no
les ayudamos a que tengan ideales fuertes, a que sean ellos mismos, a que no
se dejen arrastrar por la sociedad de consumo. Vemos con gozo
que desde los grupos de oración los jóvenes van descubriendo una escala de
valores auténtica, que les hace ser verdaderos hombres en el futuro. “Comencé a acudir a un grupo de oración al poco tiempo de hacer la
Confirmación, animada por mi catequista, la cual pertenecía a un grupo de o
ración de matrimonios. Acudí unas pocas veces al grupo, pero luego lo dejé
porque no conocía a nadie. Había mucha gente y no estaba a gusto. Más tarde
me cambié de grupo, porque conocía a dos chicas de él. Desde entonces ya no
lo he dejado. Ahora no dependo de la asistencia de ningún componente del
grupo “. Eva María Montoya. 18 años. COU. Calahorra. Eva nos lleva a
otra reflexión, mejor dicho, a dos. La primera es que hay que saber cambiarse
de grupo. Que no se puede meter de golpe a un joven sin que conozca a los
demás, al menos hasta los 18 años. Pero sobre todo nos lleva a la reflexión
sobre la post-confirmación. • ¿Dónde están los cientos de jóvenes
que se confirman cada año? • ¿Qué experiencia de Jesús les hemos
hecho descubrir, cuando al poco tiempo lo abandonan todo? • ¿Por qué los confirman tan
jovencillos? • ¿No sería un camino fenomenal el
introducirlos en grupos de oración parroquiales mientras se van preparando
para ese sacramento tan maravilloso? • No lo sé. Porque Eva es una chica fenomenal,
pero quizá si no fuera por haber ido al grupo, su vida sería diferente ahora
que está en la universidad. “Fue porque Dios lo quiso. Conocí al P. Viguri un día que fui a
confesarme a los carmelitas. Fue una confesión muy especial y se lo conté a mi
novio. El volvió otro día y se confesó con él. Entonces es cuando le propuso
que habláramos y le contó su proyecto de grupo. Como nos pareció bien y
teníamos inquietudes, empezamos “. Elena Valls. 28 años. Farmacéutica.
Pamplona. “Gracias al azar o a la voluntad de Dios, fui a parar a las manos
del P. Viguri, quien ya tenía en mente la formación de un grupo de jóvenes
para orar Yo tenía la necesidad de junta rme con otras personas de mi edad,
con mis mismas inquietudes espirituales y a la vez dar un sentido a mi vida
más profundo y cercano a Jesús. Sentía la necesidad de orarle a Dios”. Fermín
Rosas. 30 años. Médico. Pamplona. (Hoy marido de Elena Valls). La experiencia de
Elena y Fermín se ha repetido muchas veces. Creo que los sacerdotes debemos
vivir en el confesionario la experiencia del Cristo que llama a seguirle. Muchos jóvenes
que van buscando y no saben dónde encontrar un aparcamiento para sus
inquietudes, pueden descubrir desde la acogida del sacerdote, una invitación
para unirse a otros jóvenes con las mismas inquietudes. He tenido
experiencias muy ricas a través del confesionario y que han terminado con
otros jóvenes en grupos con vida. Y no sólo jóvenes que tenían inquietudes,
sino también jóvenes “perdidos” que se habían acercado a la confesión por
pura rutina o por la insistencia de su madre o porque habían aterrizado sin
saber por qué en unas convivencias o en un campo de trabajo. También jóvenes
que estaban trabajando mucho en parroquias, pero que se estaban cansando
porque daban mucho, pero ellos no recibían esa ayuda para seguir caminando. Creo que el grupo
es algo maravilloso y que hoy cientos de jóvenes que un día lo iniciaron, no
sólo no lo pueden dejar, sino que ellos desde su experiencia, son capaces con
Jesús, de ser monitores de otros jóvenes o de niños que se inician en algo
parecido a hacer oración. Pero por algo se empieza. Dios es el que
convoca. Dios es el que llama. Pero necesita puentes, necesita intermediarios
para que esas llamadas no se pierdan por no saber dónde situarse en el camino
del Pueblo de Dios, en ese inmenso desierto por el que toca pasar a los
jóvenes de hoy. |
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Editado para Internet por Caminando con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |