SANTA TERESA DE JESÚS, HIJA DE LA
IGLESIA Autor: Pedro Sergio A. Donoso Brant-P. Jesús Martí Ballester Julio 2015, mes de la Virgen del Carmen ![]() CONTENIDO
2......................................... LOS
ABUELOS DE TERESA, RECONCILIADOS CON LA IGLESIA 10................................ SU
PADRE LA ENCERRO EN EL MONASTERIO DE LAS AGUSTINAS 11.............................. ENTRA
COMO MONJA EN EL MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN 12.................................... DEJA
TEMPORALMENTE EL MONASTERIO POR ENFERMEDAD 14.......... AÑOS
DE REGATEO ENTRE DIOS Y EL MUNDO, UNA VIDA SIMPLE Y CORRIENTE 15.......................................... GUERRA
INTERIOR DE DUDAS, TITUBEOS Y CONVERSION 16................................................ VIDA
MÍSTICA HABITUAL Y EL DESPOSORIO MÍSTICO. 17............................... TERESA
ESTRENA VIDA NUEVA, EN UN TORRENTE DE CARISMAS 21................................... LA
GRACIA DEL ESTILO DE TERESA EN SUS ESCRITOS Y CARTAS 22............... TERESA,
MUJER EN PLENITUD, SUPERDOTADA DE CUALIDADES HUMANAS. 23.................................................................. TERESA
CONOCE EL CORAZÓN HUMANO ![]() 1. INTRODUCCION
Con motivo del V
Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, he editado esta Biografía
de Santa Teresa de Jesús. Me he ayudado de sus propias fuentes, principalmente
del Libro de la Vida, Teresa de Jesús, Obras Completas de Editorial Monte
Carmelo de los trabajos realizados para mi amigo y escritor P. Jesús Martí
Ballester, de libro Tiempo y Vida de Santa Teresa, Efrén de la Madre de Dios
y Otger Steggink (BAC),
de los materiales y antecedentes utilizados en diversos talleres que me ha
correspondido dar para hablar de las virtudes, carismas, personalidad,
cualidades humanas, etc.. Teresa de Jesús, tiene
mucho que decirle al mundo y a la Iglesia, porque de almas como Teresa
estamos todos necesitados, al menos, tomémosla como Maestra, que iremos bien
servidos, pues Dios quiso hacer de Teresa un testigo de Jesús resucitado,
como hizo a Juan , a Pedro y a los apóstoles. Esta elección la convirtió en
mujer nueva, capacitada para testificar con su vida lo que había visto y
oído. La enseñanzas de Teresa a sus hijas las monjas y el mensaje que aportó
a la Iglesia de su tiempo fue, principalmente, el de la imperiosa necesidad
de orar, como camino para amar y como
dialogo de amistad con Dios, como nos ha enseñado ella, a quien sabemos mucho
nos ama. 2. LOS ABUELOS DE TERESA, RECONCILIADOS CON LA IGLESIA
Su abuelo, don Juan
Sánchez de Toledo, había apostatado (renegado) de la religión católica, pero por
suerte los Reyes Católicos, a través del Tribunal de la Inquisición, habían
anunciado un edicto de gracia por el que los apóstatas podían reconciliarse
con la Iglesia católica y a esta posibilidad se acogió don Juan, que debió
cumplir la penitencia que le impusieron: asistir cada viernes, durante siete
semanas a la procesión de los reconciliados de iglesia en iglesia, en Toledo,
con el sanbenitillo y sus cruces a sus espaldas.
Con don Juan se reconciliaron también sus hijos, Pedro, Álvaro, Rodrigo, Elvira,
Lorenzo, Francisco y Alonso, el padre de Teresa. Pensando el abuelo don
Juan, mercader refinado, intuitivo, certero y afortunado que en Toledo
siempre sería mal visto, tanto por católicos como por judíos, antes de que
llegara su anunciada ruina económica, emigró con su familia a Ávila, donde se
estableció como mercader de tejidos y cambió su apellido de Toledo, de origen
judío, por el de Cepeda de su esposa, por lo que luego vino a llamarse don
Juan Sánchez de Cepeda, apellido que, naturalmente heredará Teresa junto con
el dinamismo inquieto, la intuitiva sagacidad y la esplendidez ilustre y
generosa del abuelo. 3. EL MATRIMONIO DONDE NACIÓ TERESA
Don Alonso de Cepeda,
segundo hijo de don Juan primero se casó con doña Catalina del Peso, que
falleció dejando a su esposo con dos niños pequeños, María y Juan. Luego Don
Alonso, al quedar viudo a sus veintisiete años, volvió a casarse en segundas
nupcias, con doña Beatriz de Ahumada, y de este matrimonio, nació Teresa de
Jesús, de Cepeda y Ahumada, en Ávila el 28 de marzo de 1515. Podemos decir,
que ella llenó de felicidad este matrimonio y aquel hogar. Teresa tuvo por
tanto dos hermanos del primer matrimonio de su padre, y nueve hermanos de
padre y madre, Agustín, Juana, Pedro, María, Juan, Antonio, Rodrigo, Lorenzo
y Hernando. “El tener padres virtuosos
y temerosos de Dios me bastara” “Era mi padre hombre de mucha caridad con los
pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados”. “Mi madre también
tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades. Grandísima
honestidad.” (Libro Vida 1), escribirá Teresa. 4. LOS IDEALES DE NIÑA
“Nos juntábamos (ella y su hermano Rodrigo de 8 años) los dos a leer
vidas de Santos, que era el que yo más quería” (Libro Vida 1,4).
Siendo niña, se reúne con su hermano Rodrigo para leer vidas de santos y
repetir muchas veces que gloria y pena son “¡para siempre, siempre, siempre!”, y se escapará con él a tierra
de moros a que los “descabezasen por Cristo”, y cuando se frustró su plan,
decidirán “ser ermitaños”. Con sus
amiguitas Teresa construirá pequeños monasterios “como que éramos monjas”.
(Libro Vida 1, 4-6). A los trece años muere su madre, y acude a la Virgen de
la Caridad a pedirle con muchas lágrimas, que sea ella ahora su madre. “Paréceme que, aunque se hizo con simpleza,
me ha valido”. (Libro Vida 1,7) 5. RETRATO FÍSICO DE TERESA.
Sus contemporáneos nos
han dejado su retrato físico y psíquico diciendo de ella: Teresa era de
estatura mediana, más bien grande que pequeña. Medía 1,68. Gruesa más que
flaca, y en todo bien proporcionada. De color blanco y encarnado,
especialmente en las mejillas. Cabello negro, limpio, reluciente y
blandamente crespo. Frente ancha y muy hermosa. Cejas un poco gruesas, de
color rubio oscuro. Los ojos negros, vivos y redondos, al reír mostraban
alegría, y cuando mostraban gravedad eran muy graves. La nariz, más pequeña
que grande. La boca, ni grande ni pequeña. Los dientes, iguales y muy
blancos. La garganta ancha, blanca y no muy alta, sino un poco metida. Manos
y pies, lindos y proporcionados. Y tenía tres lunares en la cara. Daba gran
contento mirarla y oírla, porque era muy apacible y graciosa en todas sus
palabras y ademanes. Tenía particular aire y gracia en el andar, en el
hablar, en el mirar y en cualquier ademán que hiciese. Los vestidos, aunque
fuesen viejos y remendados, todos le caían muy bien. 6. RETRATO PSÍQUICO DE TERESA.
Teresa no ignoraba las cualidades que tenía. Anciana ya,
manifestaba a un padre carmelita como nos cuenta fray Pedro de la
Purificación, durante la fundación de Burgos: "No sé sobre qué cosa que
tratábamos de imperfecciones en principiantes a servir a Dios, me dijo una
vez: - Sepa, padre, que me loaban de tres cosas temporales, que eran: de
discreta, de santa y de hermosa. Las dos creíalas
yo y persuadíme que las tenía, y lo que creía era
que era discreta y hermosa, que era harta vanidad; más de que me decían que
era buena y santa, siempre entendí que se engañaban, y así nunca tuve que
confesarme de consentimiento de tal culpa ni me vino vanagloria de esta
alabanza". Su psicología está
marcada por una gran sensibilidad, que se manifestaba en la expresión de su
rostro; sus profundos sentimientos fácilmente le bañaban en lágrimas los ojos
de pena, de ternura, de alegría o de compasión. Lloraba con mucha frecuencia,
aunque con más parsimonia, en su madurez. Tenía una gracia natural que se
llevaba a la gente de calle, y un deseo de agradar fuera de lo común. Juan Rof Carballo, un médico y ensayista español, padre de la
medicina psicosomática y miembro de la Real Academia Española ha estudiado su
grafismo y ha escrito: “Trazos llenos, vibrantes, contradictorios, muestran
el juego activísimo de las fuerzas del inconsciente. Pero todo ello aparece,
y esto es lo asombroso, como enmarcado o dominado con suavidad infinita dentro
de un yo de extraordinario poder y riqueza”. 7. LA LECTORA, ENTRE LA PIEDAD Y LA ILUSIÓN.
Aprendió a leer de niña
en el “Flos sanctorum”, conocido libro de la vida de los santos y en los
Santos Evangelios, pero en su adolescencia, iniciada por su madre, doña
Beatriz, se emborrachó con la lectura de los libros de caballerías, “Era aficionada a libros de caballerías”,
(Libro Vida 2, 1) en cuyas historias atractivas y fascinantes de caballeros
enamorados y damas hermosas, adoradas por los hombres que se rendían a sus
pies y que eran capaces de desencadenar inauditas hazañas y escenas de amor
apasionado, dilató su naciente imaginación y ensanchó su horizonte vital y
cultural. Nota al margen del Libro Vida dice; Teresa misma llegó a escribir
un "libro de caballerías" (una de esas novelas) en colaboración con
su hermano Rodrigo: lo atestiguan F. de Ribera ("Vida de la M. Teresa (,
c. 5) y Gracián en nota a ese pasaje de Ribera: "la misma (Teresa) lo
contó a mí". – Pero de este escrito de Teresa joven, nada ha llegado
hasta nosotros. 8. DECIDIDAMENTE, FEMENINA.
Avivado por las novelas
su natural instinto femenino en esos años adolescentes de ilusión, aprendió a
utilizar todos los resortes femeninos para acicalarse y embellecerse, aunque
con un cuerpo en capullo en plenitud de primavera, necesitaba poco para estar
espléndida. Nos cuenta ella misma que usaba perfumes y joyas y dicen sus
biógrafos que, a la par que cultivaba extraordinariamente la limpieza, tenía
muy buen gusto para elegir vestidos y para combinar y armonizar los colores. “Comencé a traer galas y a desear
contentar en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabellos y olores, y
todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas, por ser muy
curiosa”. (Libro Vida, 2,2) Decididamente, femenina. Naturalmente, comenzó a
conocer el amor adolescente y romántico. Y descubrió el amor humano. Gozaba
con la compañía de sus primos, un poco mayores que ella, y con sus charlas y
vanidades, “niñerías nonada buenas”.
(Libro Vida, 2,2) Llegó a enamorarse. Pero con una gran limpieza. Tenía miedo
de casarse, pero pensó en ello. Este es un cabo suelto que nos ha dejado la
Providencia: La que iba a ser madre de tantas mujeres, no podía quedar en una
inmadurez psicológica estéril, cuya causa, en gran parte, es el desconocimiento
de la vida y del amor humano. Ella consideró esta situación un extravío, pero
estaba muy dentro del plan providencial sobre su misión eclesial. 9. SU LETRA HABLA DE COMO ES ELLA
Girolamo Morettti, franciscano de la Orden de los
Frailes Menores Conventuales, autor de "Tratado de Grafología",
"Psicología de la Escritura" y "Los santos a través de su
escritura" dice de santa Teresa tras su estudio grafológico; «Su
espíritu se apoya menos en el raciocinio que en la intuición nutrida de un
derroche de imaginación». Aquel corazón que había despertado al amor, después
de haber experimentado ese sentimiento tan bello y tan grandioso y
transformante, necesitaba depositar ese amor en otro corazón más grande, que
no estuviera sujeto a la mutabilidad humana, y que durara siempre,
eternamente, que será el de Cristo. Se cumple lo que diagnostica Moretti: “Sabe distinguir los sentimientos auténticos y
los espurios y, por ende, pone en orden la vida psíquica y orienta el
sentimiento, tanto en el trato como en sus relaciones con Dios”. Comenzó a
orar acompañando a Cristo en la Oración del Huerto, porque es ahí donde le ve
más solo. Tiene el Señor una especial necesidad de consuelo en la Oración del
Huerto. Teresa permanece con El todo lo que le duran los pensamientos. Su
corazón femenino, cariñoso y lleno de generosidad, sólo desde el amor y la
generosidad podrá dar el salto a la vida religiosa, que es cambiar el
objetivo de su amor. Aquellos hombrecillos que le fascinaban van a dejar paso
al Hombre Dios, de quien se va a apasionar ardientemente. Ella es así. No
puede vivir a medias. Necesita entregarse por entero. Otra vez Moretti: “Se propone fines sólidos, que procura alcanzar,
pese a quien pese». Y expone la Santa: «Paréceme que andaba Su Majestad
mirando y remirando por dónde me podía tornar a Él”. 10. SU PADRE LA ENCERRO EN EL MONASTERIO DE LAS AGUSTINAS
Todo fue muy bonito,
pero a don Alonso, su padre, no le resultó tanto y, sin que ella se diera
cuenta, pues él sabía que, de haber contado con ella, habría dialécticamente
perdido la batalla, la encerró en el monasterio de las Agustinas de Santa
María de Gracia que acogían y educaban a las jóvenes "doncellas señoras
de piso”, donde vivirá en compañía de otras muchachas de su edad, vigilada y acompañada por doña María de
Briceño, que tuvo tino para desadormecer a Teresa, quien ya desde entonces
comienza a reflexionar en serio en qué estado servirá a Dios, y pide a todas;
“comencé a rezar muchas oraciones
vocales y a procurar con todas me encomendasen a Dios, que me diese el estado
en que le había de servir.” (Libro Vida, 3,2), y añade; “más todavía
deseaba que no fuese el de monja”. “Comencé a hacer oración sin saber qué
era”. Comenzó a orar acompañando a Cristo, consolándole y deseando limpiarle
el sudor en la Oración del Huerto. No era una oración racional, sino un
diálogo vivo con Dios. Una enfermedad la saca del monasterio de las
Agustinas, donde se había hecho querer, como en todas partes siempre. 11. ENTRA COMO MONJA EN EL MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN
La visita en Hortigosa a su tío Don Pedro de Cepeda, virtuoso y amigo
de buenos libros, enriquece el afán de la lectora y cambia el rumbo de sus
temas. El tío quiere que le lea a él, y ella, por darle gusto, le lee, y la
fuerza de la lectura y la conversación ablandan el barbecho, hacen que se
vaya encontrando a sí misma; “vine a ir
entendiendo la verdad de cuando niña, de que no era todo nada, y la vanidad
del mundo, y cómo acababa en breve” (Libro Vida, 3,5), Las Epístolas de san
Jerónimo la enardecen “Me dio la vida haber quedado ya amiga de buenos libros. Leía en las Epístolas
de San Jerónimo, que me animaban” (Libro
Vida, 3,7) y decide irse al monasterio. A las Agustinas no, porque eran
excesivamente austeras, pero sí a la Encarnación, donde tiene una grande amiga
(Libro Vida 3,2). Se trata de Juana Suárez, que era monja carmelita en la
Encarnación de Avila; por este tiempo solía visitarla la Santa, (nota N° 2
del Libro Vida 3), Teresa la quería mucho. Y así entra monja en el
monasterio de la Encarnación. Arrumbados sus planes de matrimonio, lo que le
costó una enfermedad por el empeño y la entereza que ponía en sus decisiones,
y vencida la negativa paterna con tenacidad, el día de Animas
de 1535, cuando acababa de cumplir sus veinte años, salió furtivamente de su
casa, y se dirigió a la Encarnación para ser, al fin, monja. “Muy de mañana al monasterio adonde estaba
aquella mi amiga, que era al que yo tenía mucha afición” (Libro Vida,
4,1), En el monasterio tuvo que seguir el método racional de oración que le
imponía la regla y dejar el suyo vital y afectivo, que era una conversación
personal. Como ha de prevalecer el ritmo calculado y casi mecánico del método
que le enseña la maestra de novicias sobre su propio modo de orar desde su
vida que la conectaba con la Vida y de ella sorbía vida, acusó el desajuste.
Comenzó a debilitarse. Era todo muy complicado. No acertaba. Comienza a
hacer penitencias. Y el resultado fue fatal. 12. DEJA TEMPORALMENTE EL MONASTERIO POR ENFERMEDAD
Poco después de la profesión
la invadió una gran tristeza, síntoma de una grave enfermedad psicosomática,
que la forzó a dejar, temporalmente, el monasterio. “Estuve casi un año por allá, y los tres meses de él padeciendo tan
grandísimo tormento” (Libro Vida,
4,6), Hace un año que ha profesado, Teresa tiene veintitrés y medio. Cuando pasa por Hortigosa a curarse, camino de Becedas,
su tío Pedro le regala el Tercer Abecedario de Osuna, que la introduce en las
quintas moradas. Todo, enfermedad, penitencias, encuentro con su tío y
lectura en la soledad de Becedas, son elementos
providenciales para la forja de su alma, que están en la base de su Obra y de
sus libros, sobre todo en Camino, por ser el más didáctico de todos. Curada, deviene el
milagro de san José, “Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y me encomendé mucho a
él”, (Libro Vida, 6,6), y se convierte en la monja fina, pálida y delicada,
de palabra fácil, porte gentil y personalidad seductora, que atrae las
simpatías, las visitas y las limosnas al monasterio pobre. 13. RETROCESO Y RECUPERACIÓN.
Mal aconsejada, cede a
su natural y, “de pasatiempo en
pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasión en ocasión”, (Libro Vida,
7,1), pierde el fervor y casi su vocación de orante. Deja la oración porque
tiene vergüenza de “tener tan particular amistad” (Libro Vida, 7,1) con Dios,
dada la disipación en que vive. “Me
ayudo a esto que, como crecieron los pecados, comenzó a faltar el gusto y
regalo en la virtud”. (Libro Vida, 7,1) Y tiene que intervenir Dios de
nuevo con la enfermedad de su padre, a quien fue a cuidar “estando más
enferma en el alma, que él en el cuerpo”. (Nota del capítulo del Libro Vida
7). Esto le da la oportunidad de encontrarse con el padre Vicente Barrón,
quien le aconseja que vuelva a la oración, cosa que resultó más eficaz que la
representación de Cristo “con mucho rigor” (Libro Vida, 7,6) manifestándole el desagrado que le producen
aquellas amistades y sus charlas en el locutorio que la desangraban, la desinteriorizaban. 14. AÑOS DE REGATEO ENTRE DIOS Y EL MUNDO, UNA VIDA SIMPLE Y CORRIENTE
Comenta Teresa; “Pasaba una vida trabajosísima”.
Sufre en la oración, porque no es fiel: “me
llamaba Dios pero yo seguía el mundo”. “Intentaba concertar estos dos
contrarios tan enemigos uno de otro”. (Libro Vida, 7,17) Y no es que
fuera mala, era considerada por muy buena, pero Dios la quería mejor, y ella
estaba imposibilitando la realización de su llamamiento. Ella reconoce que “con regalos grandes castigabais, Señor,
mis delitos”. (Libro Vida, 7,19) A pesar de la desgana sigue acudiendo al
oratorio, haciendo esfuerzos sobrehumanos, más pendiente del reloj que de la
oración, “hartas veces no sé qué
penitencia grave se me pusiera delante que no la acometiera de mejor gana que
recogerme a tener oración.” (Libro Vida, 8,7) El Señor sostiene su perseverancia, y su
fidelidad de permanecer apoyada “en la
columna de la oración” (Libro Vida, 8,2) pone a prueba su “determinada
determinación” de orar. Ya no estaba en su mano dejar la oración, “porque me
tenía en las suyas el que me quería para hacerme mayores mercedes”. (Libro
Vida, 7,17) Profesar como monja en
un monasterio no es sinónimo de penetrar en el misterio de Dios, dejarse
quemar en su fuego y permanecer pacientemente en su nube asomada al abismo. Lo
primero se puede hacer desde una vida simple y mediocre. Lo segundo exige una
inmensa y dolorosa purificación, devoradora de la mujer vieja. Teresa vivió
como monja corriente casi veinte años. A punto de cumplir los cuarenta años
la va a tomar Dios por su cuenta, porque la tiene elegida para maestra de la
Iglesia de su tiempo, sacudida por el vendaval de la polémica en torno a la
oración, cuando además no se aprovecha la energía de la mujer. Corriente antioracionista y antifeminista que Teresa está llamada a
corregir y a orientar, como maestra segura de oración y de vida cristiana, de
su tiempo y de todos los tiempos. 15. GUERRA INTERIOR DE DUDAS, TITUBEOS Y CONVERSION
Y, como el mejor médico
suele ser el que padeció la enfermedad que ha de curar, la Providencia
dispuso que Teresa aprendiera a orar sola, por no haber tenido maestros, ella
misma confieza:
“yo no hallé maestro, aunque lo busqué, en veinte años”. (Libro Vida,
4,7)Tropezando, abandonando, recomenzando, perseverando, saldrá maestra de
oración. Veinte años de oración a secas, dura, difícil, árida y seca, no
obstante, cuando sacaba una gota de agua se sentía feliz, para poder después,
desde su experiencia, enseñar a sacar agua del pozo para regar “el huerto, para que crezcan las plantas y
lleguen a echar flores que den de sí gran olor”. (Libro Vida, 11,6) Dios seguía acosando,
pero ¡alerta!, que Su Majestad le está preparando la emboscada. En esta guerra interior
de dudas y titubeos, en este caer y levantarse, a Dios ya le corre prisa, y
dirige un ultimátum a Teresa: la vista de la imagen de un pequeño “Cristo muy llagado” (Libro Vida, 9,1)
la sobresaltó de forma tal que decide, “con grandísimo derramamiento de
lágrimas, no levantarse de cabe sus plantas hasta
que no hiciese lo que le suplicaba: la fortaleciese ya de una vez para no
ofenderle”.(Libro Vida, 9,1) La
lectura de las Confesiones de san Agustín hincarán más el arpón: “Cuando llegué a su conversión y leí cómo
oyó aquella voz en el huerto, parece que me la dio el Señor a mí. Estuve un
gran rato que toda me deshacía en lágrimas, con aflicción y fatiga.”
(Libro Vida, 9,8) En síntesis, el
capítulo nueve de la Vida, en que narra su conversión definitiva, es
considerado como el punto clave en la trayectoria vital de Teresa. Ha
rebasado ya el ecuador de su vida. Tiene treinta y nueve años. Le quedan
veintisiete de vida y muchas cosas por hacer. Los planes de Dios sobre ella
son de gran vuelo. Ya es hora de intervenir. Y va a intervenir. 16. VIDA MÍSTICA HABITUAL Y EL DESPOSORIO MÍSTICO.
Las sospechas de quinta
morada en la soledad de Castellanos de la Cañada, un lugar cerca de Avila, de
hace quince años, a la lumbre de la lectura del Tercer Abecedario, que nos
ofrecen el principio de su carisma al convertir al sacerdote de Becedas, se van a hacer habituales y la van a instalar en
creciente vida mística. Ante la gran cantidad
de mercedes, Teresa acude a sus consejeros: Francisco de Salcedo y Gaspar
Daza. Escuchan sin entender; escapaba a sus esquemas aquella monja tan
desenvuelta y tan enriquecida de Dios, y diagnostican los dos que su espíritu
es diabólico. Terrible tortura para teresa: no hace más que llorar. “Fue grande mi aflicción y lágrimas”.
(Libro Vida, 23,12) La incompetencia y
terquedad de aquellos obtusos e intransigentes directores obligó a Teresa a
someter su conciencia a unos y a otros y su caso pasó de mano en mano
injustamente discutido; lo que le ocasionó un martirio atroz. Un poco y llegarán
Diego de Cetina, que, aunque joven, la apacigua y comprende, y Francisco de
Borja y Juan de Prádanos, gloria a Dios, que
aciertan. A este último le cabe el mérito de que, bajo su dirección, alcance
Teresa el desposorio místico, que ella encuadra en su sexta morada: “Ya no quiero que tengas conversación con
hombres, sino con ángeles”. (Libro Vida, 24,5) La gracia que sana. En
este momento ha comenzado una nueva vida para Teresa. El Señor ha estado
grande con ella. No olvidemos que la grandeza es del Señor, que socorre la
debilidad de Teresa. Se puede mirar el
privilegio como mérito del privilegiado, y es todo lo contrario; se
privilegia la debilidad que necesita ser ayudada, restañada, curada, para
poder cumplir los designios del autor de los regalos. Dios la quería más
interior. Si su sicología y sus contradicciones interiores son un obstáculo,
Él la sanará y las armonizará. Es creada la mujer
nueva. Paladinamente lo confiesa Teresa en el capítulo veintitrés: “De aquí en adelante es otro libro nuevo,
quiero decir otra vida nueva. La de hasta aquí era mía, ésta es de Dios que
vive en mí” (Libro Vida, 24,5) 17. TERESA ESTRENA VIDA NUEVA, EN UN TORRENTE DE CARISMAS
Tras los forcejeos de
ella, sus vacilaciones, mediocridad e impotencia, Dios se enseñorea de su
timón, porque la necesita transfigurada, transformada, recreada. Y en el crisol
de la contemplación ha matado el gusano y ha nacido la mariposa, “mariposica blanca, muy graciosa”, (V
Moradas 2,). Lo que Teresa no ha podido conseguir en tantos años, lo ha
logrado Dios con su gracia en un instante. Siguen las gracias
místicas esplendorosamente, dolorosamente, eficazmente: visiones
intelectuales de Cristo, “cabe mi
Cristo y veía ser El, el que me hablaba” (Libro Vida, 27,2) e imaginarias como la transverberación: “veía un ángel cabe mí en forma
corporal..... veíale un
dardo de oro con fuego que metía en el corazón y me llegaba a las
entrañas...”; (Libro Vida, 29,13) y los arrobamientos en público, que la
llenaban de rubor y de bochorno. Estaba realmente humillada, acobardada, era
tan excesivo el tormento, que hubiera preferido que la enterraran viva. Se
dice que llegó a pensar irse a otro monasterio, quizá a Valencia, donde no la
conocieran. 18. SAN PEDRO DE ALCÁNTARA.
Sólo alguien que
conociera por experiencia los fenómenos tan extraños en que venían envueltas
las inmensas torrenteras de amor, podía intervenir con eficacia para
serenarla, garantizarla, devolverle la paz. Este santo varón fue san Pedro de
Alcántara. “Enseguida vi que me
entendía por experiencia, que era lo que yo necesitaba”. “Quedamos muy
amigos”. (Libro Vida, 30,4) Es
admirable la Providencia que acude en ayuda de Teresa. ¿Cuántas personas que
tienen experiencia en éxtasis habría en España en aquellos tiempos? ¿Uno?
Pues ese único llega a consolar a Teresa en el momento necesario. Más
adelante volverá para convencer al obispo de Ávila de que apruebe su
fundación. Su intervención fue necesaria y decisiva, porque don Álvaro de
Mendoza se había cerrado en banda: no quería admitir la fundación. A pesar de
haberle escrito fray Pedro, su decisión se mantuvo inexpugnable. Pero el amor
de fray Pedro era más fuerte que la terquedad del Obispo y enfermo como
estaba, se levantó de la cama, y quiso que le llevaran cabalgando en un
borriquillo a El Tiemblo, donde estaba el Obispo. Le acompañaron Gonzalo de
Aranda y Francisco de Salcedo «Los que de
veras aman a Dios todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno
favorecen, todo lo bueno alaban, con los buenos se juntan siempre y los
favorecen y defienden». La sangre y la vida darán por ayudar las obras de
Dios. Es la piedra de toque que expone si se busca a Dios o el prestigio
propio y la imagen que por nada del mundo se quiere arriesgar. 19. LA VISIÓN DEL INFIERNO.
Teresa ha experimentado
el infierno. «Entendí que quería el
Señor que viese el lugar que los demonios allá me tenían aparejado... ”
(Libro Vida, 32,1) “Quiso el Señor que verdaderamente yo
sintiese aquellos tormentos y amargura espiritual, como si los padeciera en
mi carne”. (Libro Vida, 32,3) Es
el golpe definitivo y fulminante de Dios. ¿Qué puede hacer Teresa por Dios,
por los hombres, sus hermanos, por la Iglesia? Nos lo relata en el capítulo
treinta y dos de Libro Vida. “De aquí gané la grandísima pena que me da de
las muchas almas que se condenan y los ímpetus grandes de ayudar a las almas,
que, por librar una sola de gravísimos tormentos, pasaría yo muchas muertes
muy de buena gana”. Como mujer de su tiempo antifeminista se encuentra
limitadísima. Por lo menos podrá convertirse ella, “guardar su regla con la
mayor perfección”; “hacer lo poquito que puede” para que, pues “el Señor
tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos sean buenos”. Y tras la
conversación en su celda con sus amigas, cuando salta al desgaire en la
conversación la idea de “si no podrían ser monjas como las Descalzas y hacer
un monasterio”, con el permiso del Provincial y el del Papa, será fundadora.
Se reformará ella y reformará el Carmelo, que tendrá desde ahora un apellido:
Teresiano. Tiene cuarenta y cinco años. Toda su alma va a poner en el empeño,
pues “Su Majestad le ha mandado que lo procure con todas sus fuerzas”, aunque
le esperan “grandes desasosiegos y trabajos”. 20. GENIAL COMUNICADORA.
Teresa sabía hablar,
era una gran comunicadora. También sabía escribir. Aunque apenas conocía la
gramática ni las reglas de sintaxis, ha sido capaz de conseguir un estilo
lleno de fuerza que, con imágenes vigorosas, narración vivaz en los relatos y
pinceladas coloristas, pone en pie al lector. Ahí brilla su genio mejor. Esto
en la forma, y en el fondo, la interior introspección, resultado de su rica y
poderosa personalidad y del conocimiento de las reacciones psicológicas que
asimiló en sus lecturas de libros de caballerías. Pero Teresa no busca el
arte por el arte. Jamás lo hubiera pensado ella, ni hubiera escrito una sola
página por hacer literatura. Ella escribió para dar a conocer su espíritu a
sus maestros y más adelante, para participar a sus monjas las misericordias
del Señor, el misterio que vivió. Fue más tarde cuando, sin pretenderlo, se
abrió el círculo de sus lectores. Les estudiosos aún tardarán en llegar.
Entre sus lectores, por recordar los más egregios del siglo XX, están Carlos
de Foucauld y Edith Stein, judía, filósofa y después deliberadamente no
cristiana, quien, tras haber devorado en una noche este libro de la Vida, exclamó
convencida: “Aquí está la verdad”. Santa Teresa tiene una
inteligencia excepcional y una facilidad extraordinaria para la conversación,
y así escribe como si conversara. Pero al igual que en la conversación no se
exige un rigor dialéctico ni una línea cartesiana ajustada y lógica, no se
encuentra en las obras de Santa Teresa ni esa dialéctica ni tal rigor
científico. Ella habla con desenfado tal como le bullen las ideas y,
cabalmente por eso, resulta arduo encuadrarlas y clasificarlas. Su estilo
vitalista y experiencial y concebido en términos coloquiales tiene un encanto
que, junto con el empleo de un castellano popular, que no vulgar, adquiere un
gracejo singular, embrujador e inimitable. Pero el genio de Santa Teresa es
bravío y original, vegetación crecida a su aire, y me he preguntado si cabría
la posibilidad de someterlo a un molde, dejándola expresarse con libertad
condicionada, eligiendo unos temas interesantes y fundamentales, que dieran
soluciones a las zonas de los interrogantes actuales. Creo que esto sería
oportuno, seleccionando los temas y limitándole el espacio de los mismos,
para que dijera todo lo que ha dicho en sus obras de ellos sin repetirse y
sin divagar -"sin divertirse"- como ella suele y se divierte
reconociendo. 21. LA GRACIA DEL ESTILO DE TERESA EN SUS ESCRITOS Y CARTAS
Teresa de Jesús no ha
fundado conventos para recluirse y recrearse a solas con Dios burguesamente y
aislada en su torre de marfil, sino para estar más presente en el mundo, en
las gentes, en los suyos, y en los extraños. Sus grandes obras
doctrinales, que tanto esfuerzo le costaron, son casi un grano de arena
comparada con la multitud de cartas dirigidas a tantas personas, con quienes
une sus manos para salvar y extender la redención de la sangre de su Señor a
toda la tierra. Unida al yugo de la
pluma permanece toda su vida de fundadora, agotándose con el uso de aquellos
medios elementales, plumas de ave, tinta y papel de difícil escritura,
correos lentos e inseguros. Su gran pena de no poder llegar más lejos en la
extensión de su amor por las almas, quedaba paliada por el cauce de su
correspondencia cordial y santa, prudente y sagaz, con que mantenía el fuego
sagrado entre sus amigos y en todas aquellas personas que le ofrecieran
siquiera, una leve rendija por donde pudiera colarse su amor y compromiso. Cartas compartiendo el
dolor, o la pobreza, o la preocupación de su familia, siempre elevándoles a
la santidad, su afán supremo. Para que crezca la cristiandad en el corazón de
la humanidad, para que esa cristiandad se haga caridad. Teresa no queda
encerrada en su pequeño horizonte, sino que, abismada en Dios, trasciende el
deseo de su corazón a todas las personas que entran en su órbita. Cuando se
lamenta a Dios de que quede encerrada en ella la riqueza que está recibiendo,
oye la voz: "Espera y verás
grandes cosas". (Fundaciones 1,8) Por eso ella siempre espera que el
Señor encamine la solución de sus ardientes deseos: "Hágalo Dios como
puede y ve que es necesario". (Cartas, 325 al Padre Jerónimo Gracian) Como orante calificada,
visto Dios y habiendo estado en el infierno, siente el deber acuciante de
proyectar la luz eterna sobre las cosas temporales, de situar los destinos
humanos en la balanza de la eternidad, de elevar las cosas enmarañadas e
inexplicables de la tierra a la realidad plena y diáfana que les corresponde
según la verdad, el juicio y la gracia de Dios. Visión de fe, anticipo de la
celeste. Juan, en sus visiones
apocalípticas, Dante, en la Divina Comedia, y Teresa en su propia vida, no
sólo han visto la purificación y salvación, sino también el fuego y las
bestias del abismo. Con su estilo
inimitable, Teresa, en sus grandes obras ha expresado la Palabra, en sus
cartas la matiza y la hace más humana, materna y fraterna. Si uno se pregunta
cómo poner en práctica esa vida que en sus obras grandes se manifiesta
siempre en vuelo, al leer sus cartas verá cómo y con qué facilidad puede
encarnarse, en la vida de cada día, y quedará asombrado de cómo viviendo una
vida mística permanente, no queda comprometida ni perjudicada su vida
cotidiana y sí sublimada la preocupación por su iglesia. El águila que vuela
alto, puede y lo hace, descender a los más prolijos detalles. La sabiduría de
acertar: si sólo escoge las que le gustan, se quedará sin monjas. No podría
haber tantas si ella tanto hubiera elegido. Se comienza con lo que se puede y
Dios actúa después... Pero no son sus obras
grandes las que han acaparado sus más intensas energías. Cada día ha llevado
apresado en su afán, el latido vigoroso de la escritora de cartas. Si 15.000
se calculan que escribió, de las cuales sólo nos han llegado poco más de
cuatrocientas, es evidente que la cantidad de sus páginas superan mucho las
cuatro obras mayores. Con la ventaja para el lector de poder contemplar
vibrante ante los más diversos aconteceres, su espíritu singular, y su estilo
de buen humor que, a veces, toma a broma los acontecimientos, las personas, y
a ella misma, y la complejidad de los días. No necesita maquillarse para
entregarse a sus corresponsales. Se presenta tal cual es, sin doblez ni
amaneramiento, con una sencillez y un descuido que cura para siempre a los
artificiosos de mojigatería. Sin fingimientos. Con llaneza. Con autenticidad. Capacidad inaudita de
observación, ninguna obsesión por ningún tema, avisos certeros, tenacidad en
insistir en lo esencial, labor constante, aunque sin tiempo para releerla y
por lo tanto, pulirla. Y todo de manera magistral. ¡Cuánta y cuán maravillosa
belleza brilla en estas cartas! ¡Qué estilo más impresionante y embelesador!
¡Qué arte tan excepcional goza su autora! La difícil facilidad de su estilo
siempre a su alcance. ¡Qué regalo su lectura y cuán bienhechora! 22. TERESA, MUJER EN PLENITUD, SUPERDOTADA DE CUALIDADES HUMANAS.
Se van a cruzar en su
camino monjas y frailes, arrieros y alguaciles, albañiles y señoras
principales, caballeros y mercaderes, obispos y curas, mesoneros y
corregidores, teólogos y confesores, arrieros y duquesas, príncipes, nuncios
papales y hasta el mismo rey. Está bien preparada. Fogueada por Dios, puede
ya repartir sus frutos; dará la talla, cruzará Castilla cabalgando a lomos de
mula o en carreta, atravesará la nevada sierra de Guadarrama en crueles
invernadas, llegará hasta Andalucía y estará a punto de perecer ahogada en el
paso difícil de una torrentera burgalesa. Camina ya dentro de la morada del
Rey y su actividad es la de Dios. Teresa de Jesús ha ido
desarrollando su inteligencia eminente y ha madurado en su estilo y en todas
sus capacidades humanas y cristianas. Aquellas preceden a éstas, que han encontrado
un buen soporte en las humanas. Largo sería el análisis de unas y de otras:
Junto con la capacidad para vivir con las personas más dispares, incluso con
su irascible cuñado Martín Barrientos, posee veracidad y audacia y tiene un
sentido profundo de la justicia, incluso en las menudencias domésticas. Una
vecina prestaba a las monjas la sartén que no tenían. Cuando recibieron una
limosna, cada una fue indicando en qué gastarían el dinero, y la Madre
intervino: “en la sartén, en la
sartén”, y mandó a sus monjas que la compraran, para no abusar de la
generosidad de la vecina. Sabe dudar y sabe preguntar: se pregunta a sí
misma y pregunta a quienes le pueden informar o dar seguridad. Dialogante por
idiosincrasia, es realista y discreta para conseguir sumar voluntades y no le
interesa para nada restar amistades ni desestimar o rechazar colaboraciones,
conocedora de lo que hay de bueno y de positivo en cada interlocutor que
tiene la suerte de cruzarse con ella en su camino. 23. TERESA CONOCE EL CORAZÓN HUMANO
Teresa conoce el
corazón humano y tiene tacto para conducirlo, se deduce tenía mucha
consideración para examinar el talento de las personas. Y a las dos vueltas
que daba, calaba y tanteaba los quilates de valor que tenían las mujeres que
le venían a hablar para tomar el hábito. Teresa siente un gran respeto por
los demás, y adquirirá fama de no hablar mal de nadie: con la madre Teresa
tienen todas las espaldas bien guardadas. Es fiel cumplidora de la palabra
empeñada, posee entereza y es muy agradecida, “con una sardina me sobornarán” solía decir. (Cartas, 81) Pero
sobre todo lo dicho, es mujer de grandes ideales, lo que le daba un aire de
gran señora que compaginado con su porte de pobreza y humildad, la hará más
singularmente atractiva. Su dignidad y señorío la llevan a querer ocultar las
necesidades que pasa, sin pedir a nadie. Lo mismo que a no querer viajar como
una pordiosera “en unos borriquillos que las viera Dios y todo el mundo”.
(Cartas, 103) 24. SENSIBILÍSIMA E INTUITIVA
Su capacidad creativa,
que es asombrosa, tiene, en parte su fuente en la observación, pues desde
niña ha sido como un esponja que ha asimilado todo lo que en su entorno ha
visto, ha oído o ha observado, ha
hecho suyo todo lo positivo y ha conseguido irradiarlo a su alrededor.
Sensibilísima e intuitiva, como un radar que es capaz de recoger incluso los
imponderables que flotan en el ambiente, y que no tienen explicación
racional. Como contrapartida lógica, consecuencia de la riqueza de
información que capta su radar, posee un temperamento hipersensible que la
hace inestable, “otras veces me parece
que tengo mucho ánimo... y otro día viene que no me hallo con él para matar
una hormiga”. (CP 38, 6) Pero ella
ha podido y ha sabido equilibrar esta inestabilidad con su gran talento,
dominio y sensatez. Si es difícil conjuntar voluntades para la acción,
(juntos Doria y Gracián, ¡qué proeza!) ella ha vencido esa dificultad con la
gracia de saber hacerse ayudar por todos, haciendo ver que necesitaba los
servicios de todos, y así sus obras se convertirán en obras de todos. Hoy
diríamos que sabía trabajar en equipo. Siendo líder, arrolladora y
convincente, no quiso ser, ni pasó por ser «vedette». 25. TERESA, MUJER DE SENTIMIENTOS
Y, como miembros del
Cuerpo Místico, integran a Jesús. Jesús se deja querer y se hace de querer.
En cada hermano nuestro hay un Niño, que necesita amor y dedicación. Una
sonrisa le hace feliz; una pequeña atención puede disipar una tristeza. Teresa no quiere
hombres y mujeres espinosos, almas ocultas, personas cerebrales, que tienen
miedo de manifestar sus sentimientos porque creen, equivocadamente, que eso
les empequeñece, y les rebaja: "Cuanto
más santas más conversables con las hermanas". (CP 41,7) Los que así
piensan, no tienen ni idea de que la grandeza consiste en la sencillez, y de
que el hombre integral no es sólo cerebro, sino también corazón, es decir
sensibilidad, afectos, emociones, sentimientos. Dice Jesús: "Tengo
compasión de esta gente". Jesús llora ante el sepulcro de Lázaro, se
deja perfumar por Magdalena, acaricia y bendice a los niños, y deja que se le
acerquen y rodeen, consuela a la viuda que lloraba a su hijo muerto:
"Mujer, no llores"... Hemos de aprender en la escuela de los
sentimientos de Jesús, porque somos prolongación de Jesús, no solo histórica,
sino principalmente, profunda e interior. "Tened los mismos sentimientos
de Cristo", nos dice San Pablo. La Iglesia, Esposa de Cristo, ha de
estudiar más los sentimientos de Cristo que sus ideas. Porque en la Iglesia,
huyendo del peligro de caer en el sentimentalismo, se cae, con muchísima
facilidad, en el racionalismo. Y la razón no conmueve. Y sólo desde la
conmoción podemos adoptar las grandes decisiones, y se consiguen las plenas
adhesiones. Muchas lanzas rompió el
genio de Teresa que cambiaron el rumbo de la historia, pero no es pequeña la
que rompe en la manifestación de su afecto, en una época espinosa de
señorías, sus mercedes y sus reverencias, cuando incluso a los más humildes
le habla de usted. 26. TERESA DE JESÚS YA HA CUMPLIDO SU TAREA
Teresa hoy, con su
estilo, sustancial y accidental, puede centrar la atención a los hombres de
acción para que no se pierdan en lo superficial, pero con tintes de clarividencia , siempre de ternura y con su disposición al
sacrificio. ¿Por qué aparece tan preocupada por la salud, sobre todo de los
responsables, Gracián en primera línea, y después las prioras, sino porque
aquella vida que ella ha ideado inmolada y sin descanso, les minaba las
energías? Sacrificio cuyos frutos sabe que sólo verá en el cielo, como fruto ímprobo
de su trabajo. "No sienta que haya padecimientos, pues el padecer trae
tantas ganancias". Preguntó a Fray Juan de
la Cruz una hermana tras escuchar sus versos divinos: "Padre, ¿esas
palabras se las ponía Dios, o las buscaba usted?" -"Unas veces me
las ponía Dios y otras las buscaba yo". Teresa en sus cartas no está
siempre en trance místico: Busca, pregunta, observa, razona. El lector que se decida
a leer las Cartas no va a perder el tiempo; son un tesoro maravilloso de
sencillez, de buen humor, de enfado y enojo naturales y espontáneos,
corregidos por la paciencia, y con una abundancia de matices que nos la hacen
ver más palpitante que en sus obras doctrinales grandes. Maestra de apóstoles,
paciente y dolorosa ante su inactividad exterior forzosa, siempre animada por
la esperanza de que el Señor lo encaminará todo bien. No se puede prescindir
en el camino cristiano de Santa Teresa, como tampoco de San Juan de la Cruz;
si lo hacemos y porque lo hemos hecho más de lo que se cree, nuestra teología
se ha empobrecido y nuestra fe oscila sobre arena movediza. Pienso que la
mejor democracia es la que pone en manos del pueblo lo mejor de la cultura y
de la espiritualidad para elevarlo. No tenemos derecho a
quedarnos con la llave de la puerta, y menos a ponernos a la tranca de
estorbo, porque se nos ha dicho que empujemos para que entren, no que
dificultemos el paso: Dijo el señor al siervo: "Sal a los caminos y
cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa." (Lucas 14,23). Teresa de Jesús ya ha
cumplido su tarea. El 4 de octubre de 1582, en Alba de Tormes. "¡ Oh Señor mío y Esposo mío—le oyen suspirar sus monjas—,
ya es llegada la hora deseada, tiempo es ya que nos veamos. Señor mío, ya es
tiempo de caminar! ..." fue fiel y está ahí,
sirviendo a su Esposo y a la esposa de Cristo, enamorada de los dos hasta
morir de amor por ambos: “Al fin,
Señor, soy hija de la Iglesia”. Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Bibliografía: Teresa de Jesús, Obras Completas de Editorial
Monte Carmelo Tiempo y Vida de Santa Teresa, Efrén de la Madre
de Dios y Otger Steggink
(BAC) Teresa de Jesús, nos habla hoy, P. Jesús Marti
Ballester Caminando Descalzo, Pedro S. Donoso Brant, www.caminando-con-jesus.org Julio, mes de la Virgen del Carmen, 2015 |