“SED DE DIOS” Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds Dichosos los que tienen hambre y sed de hacer la
voluntad de Dios, porque Dios los saciará. “Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.” (Mt 5 - 6) “Oh Dios, tú
eres mi Dios, por ti madrugo, Mi alma está sedienta de ti; Mi carne tiene ansia de ti, Como tierra reseca, agostada, sin agua.” Esta fragmento pertenece al Salmo 62, 2-9,
El alma sedienta de Dios, de la oración de la mañana, Laúdes, 1º domingo. Es
una oración y un deseo, sed del alma y hambre de la carne o el cuerpo. Santa Teresa de Ávila le escribe a sus
hijas, “sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace tan
gran falta que, si nos falta, nos mata” (CP c. 19). El Salmo nos habla de la sed de Dios.
Primer canto de la mañana, justo al alba, cuando aparecen en los horizontes
los rayos del sol, justamente cuando nuestra alma busca la luz de Dios. En
efecto, por la mañana queremos tener nuestro primer encuentro con Dios, nuestros
labios están sedientos y anhelan saciarse por el “manantial de aguas vivas”,
(Jr 2,13). SED, SENSACIÓN
PRODUCIDA POR Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a verla faz de Dios?
(Sal 42,3) La sed, cualquiera que sea, no se sacia con sorbo de agua ni tampoco
con bienes materiales. En el tiempo de los hombres, a lo largo de la historia
de la humanidad, el hombre a tenido siempre instante de sus vida con momentos
de fatigas y angustias, periodos de múltiples dificultades, y en los peores
momentos de angustia, muchas veces ya fracasado en sus esfuerzos, solo la
ayuda de lo alto, gratuita y extraordinariamente oportuna, ha venido como un
vaso de agua fresca a calmar su ansiedad. Su gratuidad es tan extraordinaria
como inconmensurables son su valor y su obtención. Una es la experiencia
inmediata de todo esto: «Dios es más grande que nuestro corazón» (l Jn
3,20). En esta verdad se basa la alianza eterna. La “compasión” de Jesús por
la muchedumbre sedienta de Dios, descubre el móvil del don de Dios en el Hijo
unigénito para la vida del mundo: una coparticipación viva, palpitante y
auténtica. Dios sacia a su pueblo y gratis, “Venid por agua todos los sedientos”
(Is 55,1-3), lo nutre de cosas buenas: gracia y verdad, vida y
alegría. Y aún más, vincula con una comida que es prenda de eternidad: el
Verbo encarnado y entregado por nosotros. En él, cualquier añoranza humana de
Dios es atendida ampliamente mediante el cumplimiento de la promesa y el vínculo
perenne con Dios. EL ES QUIEN NOS
INVITA Y ATRAE EL ALMA PARA EL Hay muchos, que buscan afanosamente el
conocer mas a Dios, otros busca hacer muchas cosas para Dios, pero nada se
compara con la necesidad del alma por Dios, hasta tal punto que el alma no
puede vivir sin El, esa es “Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y
resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y
ahora te anhelo; gusté de ti y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste y
deseé con ansia la paz que procede de ti.” (Agustín de Hipona, «Confesiones»,
10,27 Es la voluntad de Dios, es El quien nos
invita y atrae el alma para El, provocando en ella ese sentimiento de
necesidad de El y que se transforma en una Sed de Dios. En efecto, cuánta más
sed tengas de Dios, cuánto más lo necesites, más fuertemente te está
llamando. SED
DEL HOMBRE ENAMORADO DE DIOS “SI ALGUNO TIENE
SED, VENGA A MÍ, Y BEBA” Ciertamente, resuena con gozo en nuestro
corazón la invitación de Jesús, que a toda voz grita: “Si alguno tiene sed,
venga a mí, y beba”, (Jn 7,37). Y el que cree en El sabe que: “De su seno
correrán ríos de agua viva”. (Jn 7,38). En el diálogo de Jesús con Tenemos Sed de ti Señor, profunda es
nuestra necesidad, “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te
busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Sal 41, 2-3). Ya no tendrán hambre ni sed; ya nos les molestará
el sol ni bochorno alguno. Porque el Cordero que está en medio del trono los
apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios
enjugará toda lágrima de sus ojos.
(Apocalipsis 7,16) Al que tenga sed, yo le daré del manantial
del agua de la vida gratis.
(Apocalipsis 21,15) El
Señor les Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant ocds Enero
2011 |