
“El discípulo
no es superior al maestro”
Autor:
Pedro Sergio Donoso Brant
Lc 6, 39-45
1.
"¿Puede un ciego guiar a otro ciego?
Jesús nos hace esta comparación: "¿Puede
un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? Hay muchos tipos
de ceguera, porque no solo es ciego el que está privado de la vista, también
es ciego el que está ofuscado o incapacitado para pensar con claridad, y el
que está poseído o dominado por un sentimiento o por una inclinación fuerte,
un resentimiento que lo tiene ciego de ira.
Es bueno reconocer nuestro grado de ceguera,
pero mejor es si admitimos que ansiamos la luz, la luz de la verdad, la luz
para llegar a Jesucristo, esa que alumbra en plenitud.
2.
Las acciones más inhumanas que nos avergüenzan
frente a Dios.
Todos los hombres hemos caminados
desorientados, muchas veces caminamos en busca de la verdad, todos nos
equivocamos, entendemos mal las cosas o no las entendemos, deformamos la
realidad o la distorsionamos, cambiamos el sentido de los acontecimientos, y
enceguecido hemos guiados a otros, ¿A dónde?. Es
así, como a través de esta forma, el hombre en la historia ha caído y ha
hecho caer a los hombres en los actos más indignos del ser humano. Lo peor
es, que muchos lo han hecho en nombre de la justicia o la moral, con tanta
ceguera, que ha defendido doctrinas imposibles de practicar, implantar
derechos arbitrarios, defender errores, propagar doctrinas e ideas
detestables y malas, encender odios y así provocar y desatar las guerras y
las acciones más inhumanas que nos avergüenzan frente a Dios.
Es por esto que
nuestra confianza no está en los hombres, y la ponemos en Jesucristo, para
vernos libres de los errores y sus consecuencias.
3.
El discípulo no es superior al maestro
Dice el Amado Jesús: El discípulo no es
superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su
maestro.
Porque el discípulo es la persona que aprende
y recibe la enseñanza del maestro, sigue y defiende las ideas del maestro, y
cuando se tengan todas las condiciones requeridas, o cuando se posea el mayor
grado posible de cualidad, podrá ser como su maestro.
4.
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu
hermano?
Y sigue nuestro amado Jesús: ¿Por qué miras
la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?
¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que te saque la paja de
tu ojo", tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca
primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo
de tu hermano".
Con esta forma plástica que utiliza Jesús
para decir algo, consigue dar gran realce a las ideas y a las imágenes
mentales, gracias a la concisión, exactitud o fuerza expresiva con que las
manifiesta. Estas palabras de Jesús, son moniciones
clásicas en nuestros labios, incluso, parece que disfrutamos al emplearlas.
Pero entendamos que ellas indican cómo debemos ejercer la crítica para con
los hermanos. Jesús no se refiere a una crítica indiscriminada del prójimo,
sino a la que se debe ejercer en el seno de la comunidad, a la que un hermano
hace a otro hermano, dando por supuesto que se trata de corregirlo para
llevarlo al buen camino. La crítica o corrección fraterna debe hacerse desde
una actitud de amor, desde el conocimiento de uno mismo y la comprensión del
otro. Cualquier otro tipo de crítica que no se base sobre estos presupuestos
agrandará las diferencias entre hermanos y romperá los lazos con el prójimo.
5.
En ellos vemos toda clase de defectos
Muchas veces nos fijamos en el prójimo, en
ellos vemos toda clase de defectos, en otras, actuamos como que nos doliera
muchísimo el defecto de los demás, y nos parecen feos y terribles. Sin
embargo, muchas veces esos mismos defectos, e incluso mayores, si son
nuestros, nos parecen insignificantes, aún más los justificamos.
Jesús no niega el ejercicio de la crítica;
antes bien, la recomienda, pero indicando en qué condiciones se deben hacer.
En primer lugar, no es postura cristiana ni de madurez humana practicar la
crítica con el prójimo sin ejercerla con uno mismo
Jesús nos dice que somos exigentes con los
demás, aumentamos sus defectos, y vemos en ellos cosas insignificantes, pero
las agrandamos, como una pequeñísima motita en el ojo ajeno, y mientras
presumimos de una vista clara y nítida, siendo todo lo contrario, porque
tenemos en nuestro ojo una viga.
Si queremos juzgar en conciencia, veamos
primero la nuestra, no la comparemos con la de los demás, comparémosla con la
que quiere Dios de nosotros.
6.
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni
árbol malo que dé frutos buenos
El Evangelio de hoy, nos invita a
descubrirnos, es decir nos motiva a reflexionar la diferencia entre un
auténtico seguidor de Jesucristo y quién no lo es. ¿En qué lugar estaremos?
Jesús decía a sus discípulos: No hay árbol
bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se
reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas
de las zarzas.”
Jesús nos invita a confrontar dos cosas que
podemos tener a la vista para observar sus diferencias y sus semejanzas, y de
esta relación de semejanza o de parecido entre dos o más cosas distintas,
poder entender quién es el buen seguidor de sus enseñanzas, y quien no lo es.
Entonces Jesús, como buen maestro y para que
entendamos mejor, hace la comparación del árbol bueno, que produce frutos
buenos, esto representa al que pone en práctica las palabras de Señor, y el
árbol malo, que personifica aquel que lo invoca, lo menciona, se ampara en él
y dice respaldarse en su palabra, pero no llega a cumplir lo que dice.
7.
¿Quién es un hombre bueno?
Con esto entendemos que para ser buenos
cristianos, debemos poner en práctica nuestra condición de seguidores del
Señor, y para eso es necesario acercarse a Jesús, empaparse de Él,
relacionarse muy bien con Él, oír con atención sus palabras, atesorarlas en
nuestro corazón, dejar que ellas nos transformen y hacer de ella nuestra
vida. De este modo, lograremos luego comportarnos como Jesús con todos
nuestros semejantes.
“El hombre bueno saca el bien del tesoro de
bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de
la abundancia del corazón habla su boca.”
Jesús dice el hombre bueno. ¿Quién es un
hombre bueno? Cierto es, que un hombre bueno es la persona que tiene
cualidades morales que se consideran positivas, pero aparte de eso se debe
ser especial en el trato con los demás. El hombre bueno, es el que es capaz
de tener en su corazón una inclinación natural a hacer el bien, de
sentimientos humanos, caritativos y misericordiosos. Bueno es el que sin
distinción trata a todos afablemente. Bueno es el que tiene atesorado en sí
el carácter de una persona que conoce la dulzura, la suavidad y la
amabilidad, y por esas cualidades, ama a su prójimo.
8.
¿Quién es malo?
Pero Jesús nos habla también del hombre malo,
y ¿Quién es malo? El que aprecia el rencor, el de sentimientos diabólicos, el
que guarda resentimientos, es decir a aquel que no tiene las cualidades
propias de su naturaleza, aquel que nos es conveniente como amigo, por su
carácter perjudicial, nocivo y de consecuencias negativas, y también aquel
que es capaz de hacer hechos que avergüenzan al hombre ante Dios.
Jesús nos dice que el modo de actuar revela
la realidad interior de cada uno, y así es como al final no cuentan las
palabras, sino las obras y el resultado de ellas.
El hombre bueno se rige por los Evangelios,
porque es el anuncio del mensaje de Jesucristo, la buena noticia que es
caridad, es amor, es verdad, paz y justicia, en cambio el hombre malo, se
rige más por el egoísmo y como consecuencia de ello, tenemos una vida de
discordia, de odios y envidias, de injusticia, donde la mayoría tiene tan
poco y la minoría mucho.
El
Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
VIII DOMINGO CICLO C
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