
HACERSE PEQUEÑO PARA SER GRANDE
Mt 18, 1-5. 10.
12-14
Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
En aquel tiempo, los discípulos se
acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el
Reino de los cielos?". Encontramos en diversos fragmentos del
Evangelio, estos celos y ambiciones de los apóstoles por los primeros
puestos en el reino. Aún son aquellos hombres que fueron pescadores,
hombres de trabajos de Galilea y tierras judías, que a su modo se imaginan
el Reino de los Cielos. En otra ocasión, la madre de Juan y Santiago le
pedirá a Jesús los dos primeros puestos en su reino, ante esto, los otros
10 apóstoles elevaron su reclamo. Y en la hora de la última cena, Jesús, le
da una hermosa lección de humildad, lavando los pies de cada uno de ellos.
Si nos damos cuenta a leer con
detenimiento este fragmento del Evangelio de Mateo, vemos que la pregunta
no es para saber quien de ellos va a ser mas santo en el Reino, sino quién
de ellos tendrá una mayor dignidad o un puesto de mayor privilegio. Según
entendemos en el Evangelio según san Marcos, Jesús se sentó, ya que venían
de camino y había que descansar, y de este modo les responde con una
magistral lección, un bellísima parábola, llamó a un niño, lo puso en medio
de ellos, es decir también, delante de ellos y dijo: “Les aseguro que si no
se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos”.
Es la gran lección que da el Señor sobre
la ambición y los honores. Como complemento a esta enseñanza, les dice
luego: El que se haga pequeño como este niño será el más grande en el Reino
de los cielos. Recordemos que los fariseos, se creían con derecho al Reino,
pero este privilegio se da como don gratuito de Dios. Esta es la lección. Y
se lo ha de recibir con la actitud de los niños, no tanto por sus
condiciones morales, sino por su inocencia y simplicidad. Entonces Jesús
nos enseña que hay que tener, pues, esta actitud moral para recibir el
reino: no como exigencia, sino como don gratuito de Dios.
La respuesta de Jesús es nuevamente
desconcertante en aquel tiempo para los discípulos y hoy para muchos
adultos, talvez los apóstoles debieron quedar desilusionados, para Jesús,
el hacerse niño no es sólo condición para alcanzar la mayor grandeza en el
Reino, sino incluso, y así se los dice, si ustedes no cambian y no se
hacen, expresando que es requisito indispensable para ser admitido en el
Reino.
¿Porque ser como un niño y hacerse
pequeño? El niño es un ser débil y humilde, que no posee nada, no tiene
ambición, no conoce la envidia, no busca puesto privilegiados, no tiene
nada que decir en la codicia de los adultos, el niño tiene conocimiento de
su pequeñez y su debilidad. Es así como nos hace saber Jesús, que el más
humilde será el más grande ante el Padre, como vemos, de nada importa el
nivel, la jerarquía o el rango y papel que se desempeñe en la sociedad.
El niño al igual que el pobre recibe con
alegría lo que se le entrega cuando su necesidad depende de los demás. Ese
es el sentido de ese “hacerse como los niños”, hacerse humilde y sencillo
de corazón, empequeñecido en la sociedad respecto a los puestos de
jerarquía, esa es condición de Jesús para seguirlo, “El que no renuncie a
si mismo, no puede ser mi discípulo”
Tenemos claridad que esa es nuestra
situación ante Dios, es así como Jesús quiere que sus discípulos, sus
apóstoles, y todos nosotros seamos receptivos, sencillos y humildes, con
capacidad o disposición favorable para recibir y aceptar y la grandeza
espiritual en el servicio que El nos pide, esta es la conversión que nos
hará distintos y nos transformará en niños, pero al igual que ellos,
entendiendo que la que la niñez espiritual es una actitud interior de dependencia
y confianza en el Señor y todo esto, debemos hacerlo con gestos concretos
en el servicio a los más humildes, porque en cada pobre esta Cristo y el
que acoge a uno acoge a Jesús.
En efecto, no olvidemos, que el que
acoge al indefenso, al humillado, al marginado, esto es, todo lo que
hacemos por un hermano los hacemos también por Cristo.
Ser como niños, es suprimir en el
corazón la ambición y muchas veces esa envidia por querer un puesto mayor,
Pero la humildad no resulta fácil para muchos de nosotros, porque ello
implica renunciar a ciertos deseos de poder, de dominar lo que
erráticamente creemos necesitar, por tanto el ejemplo que nos dio Jesús en
el niño es esa humildad como manifestación pura que tiene la infancia al
estar exento de poder, pero si necesitados de un cuidado amoroso. Confiemos
esta protección a Dios y recordemos que por mucha edad que tengamos, jamás
dejamos de ser niños para nuestra madre, es así como confiemos en María,
Madre de Dios y Madre Nuestra, pidámosle a ella, ser como los niños que
espera Jesús de nosotros.
Jesús dijo luego a sus discípulos: ¿Qué
les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no
deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que
se extravió? Jesús nos enseña a no despreciar a nadie, y si alguien se
extravía del camino de rectitud, no debemos abandonarlo, al contrario
debemos hacer cuanto este de nuestra parte para que vuelva a caminar por el
buen sendero.
Si el pastor tiene una solicitud extrema
por que no se pierda ni una sola oveja de su rebaño, hasta ir en busca de
una que se extraviase, es ello señal de su amor por la misma. No se ha de
perder ni una.
El Señor, quiere que todos nos salvemos,
todos somos sus hijos queridos, en otra palabra la voluntad del Padre, es
salvar a todos los hombres, grandes y pequeños.
Dice Cristo: “Y si llega a encontrarla,
les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no
se extraviaron. De la misma manera, el Padre de ustedes, que está en el
cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños”
Pero a los pequeños que se refiere son
los sencillos, los humildes, los que no tienen gran relevancia. Muchos
hombres de condición humildes, como consecuencia de no poder conseguir sus
necesidades, se equivocan y optan por el mal camino y se pierden y caen en
el pecado. Son a estos hombres a los que debemos prestar nuestro auxilio. A
estos hombres son a los que debemos buscar para hacerles sentir que tengan
confianza en el Señor, y enseñarles que Dios tiene una profunda bondad, una
gran misericordia y que busca su salvación.
Muchos arrepentidos modifican de tal
forma su mal camino, que superan y aventajan a quien siempre se ha
considerado justos, y de esto se alegra el Señor. Es decir, la conversión
de un pecador, produce un gran gozo, porque fue grande también la tristeza
cuando lo vio perdido en las faltas.
Porque el Señor nos ha enseñado siempre
que el reino de Dios es para todos, también es para aquellos que se
consideran pecadores. Es así, como cuando uno se aleja de Dios por el
pecado, el Señor no lo abandona y lo sigue con interés y con su gracia para
darle salvación.
Así es el amor y solicitud del Padre por
sus hijos, en especial por estos “pequeños,” por muy desestimados y
despreciados que se los considerase socialmente. En efecto, las gentes así
despreciadas tienen el amor del Padre, hasta tal punto, que el reino
también es para ellos. Y el Padre tendrá la máxima solicitud por que
ninguno se pierda.
Entonces si el Señor tiene tanto interés
es nuestra salvación personal, también nosotros debemos poner el mismo
interés en nuestra propia salvación alejándonos de la faltas y no
extraviándonos por un camino de perdición y lejos de la gracia. Entonces
busquemos hacer buenas obras para acercarnos a la misericordia del Señor.
Del mismo modo no pongamos resistencia
al llamamiento de Dios, El nos busca, El nos guía, El Nos ayuda con su
gracia, El nos mira con bondad, El se preocupa por nosotros, El nos tiene
en su corazón.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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