DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)

Página de
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
27 años en Internet
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9-05-2025
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Edición Nº 10.049
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LITURGIA DE LAS HORAS
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ANTÍFONA DE ENTRADA
El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la
riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Aleluya
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, concede a quienes hemos conocido la gracia de la
resurrección del Señor que, por el amor del Espíritu Santo, podamos
resurgir a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos
de los siglos.
LECTURA Hech 9, 1-20
Lectura de los Hechos
de los apóstoles.
Saulo, que respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del
Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de
Damasco, a fin de traer encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino
del Señor que encontrara, hombres o mujeres. Y mientras iba caminando, al
acercarse a Damasco, una luz que venía del cielo lo envolvió de improviso
con su resplandor. Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: “Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?”. Él preguntó: “¿Quién eres tú, Señor?”. “Yo
soy Jesús, a quien tú persigues”, le respondió la voz. “Ahora levántate, y
entra en la ciudad: allí te dirán qué debes hacer”. Los que lo acompañaban
quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se
levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo
tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin ver,
y sin comer ni beber. Vivía entonces en Damasco un discípulo llamado
Ananías, a quien el Señor dijo en una visión: “¡Ananías!”. Él respondió:
“Aquí estoy, Señor”. El Señor le dijo: “Ve a la calle llamada Recta, y
busca en casa de Judas a un tal Saulo de Tarso. Él está orando, y ha visto
en una visión a un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las
manos para devolverle la vista”. Ananías respondió: “Señor, oí decir a
muchos que este hombre hizo un gran daño a tus santos en Jerusalén. Y ahora
está aquí con plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para llevar
presos a todos los que invocan tu Nombre”. El Señor le respondió: “Ve a
buscarlo, porque es un instrumento elegido por mí para llevar mi Nombre a
todas las naciones, a los reyes y al pueblo de Israel. Yo le haré ver
cuánto tendrá que padecer por mi Nombre”. Ananías fue a la casa, le impuso
las manos y le dijo: “Saulo, hermano mío, el Señor Jesús – el mismo que se
te apareció en el camino - e envió a ti para que recobres la vista y quedes
lleno del Espíritu Santo”. En ese momento, cayeron de sus ojos una especie
de escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Después comió
algo y recobró sus fuerzas. Saulo permaneció algunos días con los
discípulos que vivían en Damasco, y luego comenzó a predicar en las sinagogas
que Jesús es el Hijo de Dios.
Palabra de Dios.
COMENTARIO:
En la lectura de ayer, a partir del
anuncio de la Palabra el etíope es bautizado. La lectura de hoy nos presenta otro bautismo, el de Saulo, que
había sido perseguidor de la fe hasta que se encontró con Jesús. Tanto el
caso de Felipe como el de Saulo nos muestran que la vida cristiana sólo
puede ser vivida en comunidad; es siempre por medio de otros que ya
pertenecen a la Iglesia que se da el bautismo y la incorporación a la
comunidad creyente.
SALMO Sal 116, 1. 2
R. ¡Vayan y anuncien la Buena Noticia!
O bien: Aleluya.
¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo, todos los
pueblos! R.
Es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para
siempre. R.
ALELUYA Jn 6, 56
Aleluya. “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y Yo
en él”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO Jn 6, 51-59
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que
coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para
la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este
hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro
que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no
tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida
eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera
comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en Mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el
Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come
vivirá por Mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus
padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”. Jesús
enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor.
COMENTARIO:
Al comer el Pan vivo, Jesús
permanece en nosotros y nosotros en Él. Esta palabra ¡permanecer! tiene, en
el evangelio, un significado muy profundo: Permanece designa una relación
constante, que no se corta, es la relación que asegura la vida. Permanecer
es mantener con Jesús la misma relación que Él mantiene con el Padre: una
relación de conocimiento y de amor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica los dones
que te presentamos, Señor, y, al aceptar este sacrificio espiritual,
conviértenos en ofrenda eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN
El Crucificado
resucitó de entre los muertos, y nos redimió. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después de haber
recibido los dones pascuales te pedimos humildemente, Señor, que la
Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar en su memoria aumente la caridad
en todos nosotros. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
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REFLEXIÓN
BÍBLICA
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“el pan que Yo daré es mi carne para la Vida
del mundo”
Jn
6,51-59
Comentario y Estudio
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE TIENE
VIDA ETERNA.
Jesús, continúa el
gran discurso pronunciado en Cafarnaúm, en el, nos explica cuidadosamente,
en forma muy explícita, con una claridad admirable la eucaristía, se
repiten algunos conceptos ya antes dicho, pero con un nuevo matiz, con un
cambio notable, ya no dice el que cree, si no que El que come mi carne y
bebe mi sangre tiene Vida eterna.
En el fragmento
anterior de este Evangelio, (v48), Jesús se proclama a sí mismo: Yo soy el
pan de vida. Es pan de vida, en el sentido que El causa y dispensa esta
vida.
Ese pan es el mismo Jesús,
que bajó del cielo en la encarnación, cuyo momento histórico en que se
realizó esa bajada se acusa por la forma como los dice. Es el verbo que
tomó carne. Y al tomarla, es pan vivo. Porque es la carne del Verbo, en
quien, en el principio, ya estaba la vida (San Juan 1:4) que va a comunicar
a los seres humanos.
Si ese pan es
viviente, no puede menos de conferir esa vida y vivificar así al que lo
recibe. Y como la vida que tiene y dispensa es eterna, se sigue que el que
coma de este pan vivirá para siempre, porque tendrá Vida eterna.
2. EL PAN QUE YO DARÉ ES MI CARNE PARA LA VIDA DEL
MUNDO
Y aún se matiza más
la naturaleza de este pan: el pan que yo daré es mi carne para la Vida del
mundo. Al hablarles antes del Pan de vida, que era asimilación de Jesús por
la fe, se exigía el venir y el creer en El, ambos verbos en participio de
presente, como una necesidad siempre actual (v.35); pero ahora este Pan de
vida se anuncia que él lo dará en el futuro. Es, se verá, la santa
Eucaristía, que aún no fue instituida. Un año más tarde de esta promesa,
este pan será manjar que ya estará en la tierra para alimento de los seres
humanos. Con ello se acusa la perspectiva eclesial eucarística.
Éste pan es, dice
Jesús, mi carne, pero dada en favor y en provecho de la vida del mundo.
Este pasaje es, doctrinalmente, muy importante.
Se trata,
manifiestamente, de destacar la relación de la Eucaristía con la muerte de
Jesús, como lo hacen los sinópticos y Pablo. San Juan utilizará el término
más primitivo y original de carne.
Si la proposición
vida del mundo concordase directamente con el pan, se tendría, hasta por
exigencia gramatical, la enseñanza del valor sacrifical de la Eucaristía.
Pero vida del mundo ha de concordar lógicamente con mi carne, y esto tanto
gramatical como conceptualmente.
Pero ya, sin más, se
ve que esta carne de Jesús, que se contiene en este pan que Jesús dará, es
la carne de Jesús; pero no de cualquier manera, la carne de Jesús como
estaba en su nacimiento, sino en cuanto entregada a la muerte para provecho
del mundo, mi carne para la Vida del
mundo es la equivalente, y está muy
próxima de la de Lucas-Pablo: Esto es mi cuerpo, que se da por vosotros (a
la muerte)” (Lc 22:19; 1 Cor 11:24).
Aquí Jesús no habla
de la entrega de su vida sino de la entrega de su carne. Podría ser porque
se piensa en la participación del cuerpo y sangre en el banquete
eucarístico, o porque se piensa en la unidad del sacrificio
eucarístico/Calvario.
3. EL PAN QUE JESÚS DARÁ ES LA EUCARISTÍA.
Y ésta, para San
Juan, es el pan que contiene la carne de Jesús. En el uso semita, carne, o
carne y sangre, designa el hombre entero, el ser humano completo. Aquí la
Eucaristía es la carne de Jesús, pero en cuanto está sacrificada e inmolada
por la vida del mundo Precisamente el uso aquí de la palabra carne, que es
la palabra aramea que, seguramente, Jesús usó en la consagración del pan,
unida también al el pan que yo daré,
es un buen índice de la evocación litúrgica de la Eucaristía que San
Juan hace con estas palabras.
Ante la afirmación de
Jesús de dar a comer un pan que era precisamente su carne, los judíos no
sólo susurraban o murmuraban como antes, al decir que bajó del cielo
(v.41), sino que, ante esta afirmación, hay una protesta y disputa abierta, acalorada y prolongada entre ellos, como
lo indica la forma imperfecta en que se expresa: ¿Cómo este hombre puede
darnos a comer su carne? Esto sugiere acaso, más que un bloque cerrado de
censura, el que unos rechazasen la proposición de comer ese pan, que era su
carne, como absurda y ofensiva contra las prescripciones de la misma Ley,
por considerársela con sabor de antropofagia, mientras que otros pudiesen
opinar (San Juan 6:68), llenos de admiración y del prestigio de Jesús, el
que no se hubiesen entendido bien sus palabras, o que hubiese que
entenderlas en un sentido figurado y nuevo, como lo tienen en el otro
discurso (San Juan 7:42.43; 10:19-21).
4. PREGUNTABAN DESPECTIVAMENTE EL CÓMO PODÍA
DARLES A COMER SU CARNE.
¡El eterno cómo del
racionalismo! Ante este alboroto, Jesús no sólo no corrige su afirmación,
la atenúa o explica, sino que la reafirma, exponiéndola aún más clara y
fuertemente, con un realismo máximo. La expresión se hace con la fórmula
introductoria solemne de "Les aseguro que, y liego les agrega; si no comen la carne
del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El
que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en
el último día.
La doctrina que aquí
se expone es por una parte la
necesidad de comer y beber la carne y sangre de Jesús; por otra, porque sin
ello no se tiene la vida eterna como una realidad que ya está en el alma
(San Juan 4:14.23), y que sitúa ya al alma en la vida eterna, y finalmente
y como consecuencia de la posesión de la vida eterna, que esta comida y
bebida confieren, se enseña el valor escatológico de este alimento, pues
exigido por él, por la vida eterna por él conferida, Jesús, a los que así
hayan sido nutridos, los resucitará en el cuerpo en el último día.
La enseñanza
trascendental que aquí se hace es la de la realidad eucarística del cuerpo
y sangre de Jesús como medio de participar en el sacrificio de Jesús:
necesidad absoluta para el cristiano. Sacrificio que está y se renueva en
esta ingesta sacrificial eucarística.
5. EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE PERMANECE
EN MÍ Y YO EN ÉL.
Como verdadera comida
y bebida que son la carne y la sangre eucarísticas de Jesús, producen en el
alma los efectos espirituales del alimento. El que come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y yo en él.
Es una forma que aquí se usa para expresar esta presencia de Jesús
en el alma, la unión de ambos, tiene en los escritos de San Juan el valor,
no de una simple presencia física, aunque eucarística, sino el de una unión
y sociedad muy estrecha, muy íntima. Este es el efecto eucarístico en el
alma: así como el alimento se hace uno con la persona, así aquí la
asimilación es a la inversa: el alma es poseída por la fuerza vital del
alimento eucarístico.
Luego Jesús nos dice;
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene vida, vivo por el
Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
6. EL QUE RECIBE EUCARÍSTICAMENTE A JESÚS VIVE POR
JESÚS
Así como Jesús vive
por el Padre, del que recibe la vida (San Juan 5:26), así también el que
recibe eucarísticamente a Jesús vive por Jesús, pues Él es el que le
comunica, por necesidad, esa vida (San Juan 1.16; 15:4-7). El Padre es la
fuente de la vida que el Hijo goza; esta vida, difundiéndose luego a su
humanidad, constituye aquella plenitud de que todos hemos de recibir (San
Juan 1:16) 46. Así el discípulo que se nutre del Pan de vida eucarístico se
consagrará enteramente, por ello, a promover los intereses de Jesús. Con
esta interpretación estaríamos en presencia de una noción nueva. Unido a
Jesús en la Eucaristía, el fiel se consagraría enteramente a promover los
intereses de aquel que se le da a él.
Finalmente, San Juan
ha querido precisar donde se dijo este discurso con exactitud, Jesús
enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm. Jesús enseñaba todo esto en
la sinagoga de Cafarnaúm. Tal vez los hace, para certificar que estas cosas
se decían en reuniones públicas, no de una forma clandestina.
Los sacramentos nos
comunican la gracia, la Eucaristía nos da a Jesucristo, el mismo autor de
la gracia, es así como la Eucaristía nos produce un efecto admirable.
San Agustín, en una
ocasión nos advierte: Al comer la carne de Cristo y beber su sangre, nos
transformamos en sus sustancias
La
alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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PARA LA LECTIO DIVINA (3)
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DIOS ESCOGE A SUS
DISCÍPULOS COMO Y CUANDO QUIERE Y DEL MODO MÁS IMPREVISTO.
Es posible contar innumerables casos de hombres que han experimentado
un cambio inesperado e impensable en la orientación de sus energías. Antes
las dedicaban a otra cosa y después las han consagrado a la causa del
evangelio.
La lista podrían encabezarla Saulo, Agustín y otros casos menos
clamorosos, más o menos conocidos. Eso significa que la misión está en las
manos de Dios, que sabe recoger a sus colaboradores donde le parece mejor.
Esto mismo nos hace pensar en ciertas inquietudes vocacionales, en ciertas
intemperancias misioneras, en ciertos catastrofismos apostólicos, más bien
extendidos, que casi dan a entender algo así como si “el brazo de Dios se
hubiera... acortado”. Como si casi fuera imposible que se produjera hoy la
sorpresa de grandes cambios decisivos en la misión.
El Dios que puede hacer surgir de las piedras hijos de Abrahán, el
Dios que pudo transformar a un violento perseguidor en un misionero
imparable, puede hacer surgir también hoy, precisamente en nuestro mundo
secularizado y secularizador, nuevas personalidades capaces de “llevar su
nombre a las naciones” y de “proclamar a Jesús Hijo de Dios”.
A nosotros quizás se nos pida, sobre todo en este momento, rezar y
dar testimonio: rezar para que de nuestra constatada impotencia, pueda
hacer brotar el Señor nuevos apóstoles, y dar testimonio para que -cual
modestos Ananías- podamos servir de ayuda a los nuevos apóstoles que el
poder del Señor quiera suscitar.
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ORACION (3)
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Señor, mi pecado más cotidiano es la poca esperanza. Mis ojos ven
sobre todo el mal que invade el mundo: el odio, las luchas fratricidas, la
vulgaridad, la pornografía, la droga, las separaciones... y no sigo porque
tú conoces bien mi lamento cotidiano. Y si bien estás contento de que te
recuerde en la oración estas miserias, no sé si lo estás también cuando te
digo, con sentido de desconfianza: “¿Hasta cuándo, Señor?”.
Incluso cuando te rezo por las vocaciones, lo hago porque tú me lo
has mandado, sin que esté convencido del todo de que tú me escuchas. Y es
que te he rezado mucho, pero con tan escasos resultados, si es que no ha
sido en vano. Hoy, no obstante, me animas presentándome tu acción poderosa
en Saulo. Permíteme que te diga una sola cosa: renueva tus prodigios en
medio de nosotros. Muestra una vez más tu poder y suscita grandes
evangelizadores. Yo seguiré rezando en medio del silencio y en público,
pero tú no me dejes decepcionado. Muestra tu poder, para bien del pueblo.
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es
enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd,
ESTA PERMITIDO EL RE-ENVIO, LA COPIA
Y LA PUBLICACIÓN DE ESTA PAGINA, SOLO DEBE INDICARSE EL AUTOR Y LAS FUENTES
DE ORIGEN
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