DIARIA DE CAMINANDO CON JESUS
"La Eucaristía es fuente
y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11)
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Página de Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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4-05-2025
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Edición Nº 10.044
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LITURGIA DE LAS HORAS
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III DOMINGO DE PASCUA
JESÚS RESUCITADO SE APARECIÓ OTRA VEZ A LOS DISCÍPULOS.
El evangelio de hoy nos presenta una de las
apariciones de Cristo Resucitado. El tiempo pascual nos ofrece la gracia
para vivir nuestra propia existencia de encuentro con el Resucitado. En
este sentido, el texto evangélico nos ilumina poderosamente.
“No sabían que era el Señor”. Jesús está ahí, con ellos, pero no
se han percatado de su presencia cercana y poderosa. ¿No es esto lo que nos
ocurre también a nosotros? Cristo camina con nosotros, sale a nuestro
encuentro de múltiples maneras, pero nos pasa desapercibido. Ese es nuestro
mal de raíz: no descubrir esta presencia que ilumina todo, que da sentido a
todo.
“Es el Señor”. Los discípulos reconocen a Jesús por el prodigio
de la pesca milagrosa. Él mismo había dicho: «Por sus frutos los conoceréis». Pues bien, Cristo Resucitado
quiere hacerse reconocer por unas obras que sólo Él es capaz de realizar. Su
presencia quiere obrar maravillas en nosotros. Su influjo quiere ser
profundamente eficaz en nuestra vida. Como en primavera todo reverdece, la
presencia del Resucitado quiere renovar nuestra existencia y la vida de la
Iglesia entera.
“Jesús se acerca, tomo el pan y se los dió”. En el relato evangélico, Cristo
aparece alimentando a los suyos, cuidándolos con exquisita delicadeza.
También ahora es sobre todo en la eucaristía donde Cristo Resucitado se nos
aparece y se nos da, nos cuida y alimenta. Él mismo en persona. Y la fe tiene
que estar viva y despierta para reconocer cuánta ternura hay en cada misa.
Para ver la Reflexión completa de las 3 lecturas y el salmo de la
Liturgia de este domingo pinchar este link: (Enlace): PALABRA DE DIOS
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I. RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE EN TRADA Cfr. Sal
65,1-2
Aclame al Señor toda
la tierra. Canten la gloria de su Nombre. Aleluya.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú
resucitaste y estás en medio de nosotros. Señor ten piedad.
·
Tú traes
la alegría y la paz. Cristo ten piedad.
·
Tu nos
llamas ase testigos de tu resurrección
SE
DICE GLORIA A DIOS.
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama
el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres
Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén. Se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que tu pueblo
se alegre siempre por la nueva vida recibida, para que, con el gozo de los
hijos, aguarde con firme esperanza el día de la resurrección final. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Hech 5, 27-32.
40-41
Los Apóstoles proclaman con audacia el mensaje
fundamental de la fe, que en griego recibe el nombre de kerygma:
“Jesucristo muerto y resucitado según las Escrituras es nuestro Salvador”.
Los testigos fortalecidos en el Espíritu Santo y actuando siempre como
miembros de la comunidad de creyentes, no dejan de anunciar el kerygma aún
frente a la persecución y a la cárcel.
Lectura
de los Hechos de los Apóstoles.
Cuando los Apóstoles
fueron llevados al Sanedrín, el Sumo Sacerdote les dijo: “Nosotros les
habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han
llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros
la sangre de ese hombre!”. Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: “Hay
que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha
resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del
patíbulo. A Él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a
fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos
testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a
los que le obedecen”. Después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en
el nombre de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles, por su parte, salieron
del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el
Nombre de Jesús.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 29, 2. 4-6. 11-12. 13
R.
Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste.
O
bien: Aleluya.
Yo te glorifico,
Señor, porque Tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de
mí. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando estaba
entre los que bajan al sepulcro. R.
Canten al Señor, sus
fieles; den gracias a su santo Nombre, porque su enojo dura un instante, y
su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la
mañana renace la alegría. R.
“Escucha, Señor, ten
piedad de mí; ven a ayudarme, Señor”. Tú convertiste mi lamento en júbilo.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R.
SEGUNDA LECTURA Apoc 5, 11-14
Quienes en vida han proclamado a Jesucristo
como único salvador y Señor, lo siguen aclamando en el cielo. Por la
resurrección, Jesús ha alcanzado todo honor y toda gloria, y todas las
criaturas lo alaban. Los vivientes y los ancianos alrededor del trono simbolizan
a los jefes de las tribus de Israel y a los doce Apóstoles, representantes
de todo el pueblo de Dios redimido que alaba a Jesucristo.
Lectura
del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, oí la voz de
una multitud de Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Seres
Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y millones, y
exclamaban con voz potente: “El Cordero que ha sido inmolado es digno de
recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la
gloria y la alabanza”. También oí que todas las criaturas que están en el
cielo, sobre la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en
ellos, decían: “Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza,
honor, gloria y poder, por los siglos de los siglos”. Los cuatro Seres
Vivientes decían: “¡Amén!”, y los Ancianos se postraron en actitud de
adoración.
Palabra
de Dios.
ALELUYA.
Aleluya. Resucitó
Cristo, que creó todas las cosas y tuvo misericordia de su pueblo. Aleluya.
EVANGELIO Jn 21, 1-19
Una vez más Cristo resucitado se reúne con los
Apóstoles, para enseñarles, igualmente a nosotros, algo importante para
llegar a ser auténticos cristianos. La enseñanza se da a través del diálogo
entre Jesús y Pedro. Con la triple confesión de amor, Pedro se retracta de
la triple negación. A nosotros, cada día, nos hace la misma pregunta que a
Pedro: ¿me amas?... la mejor respuesta es trabajar con Jesús en la Iglesia,
por la salvación de los demás.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús resucitado se
apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió
así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de
Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro
les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”.
Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al
amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que
era él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos
respondieron: “No”. Él les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y
encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían
arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”.
Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo
único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en
la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien
metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un
pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos de los
pescados que acaban de sacar”. Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a
tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de
ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno
de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque sabían
que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo
con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a
sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de
Juan, ¿me amas más que éstos?”. Él le respondió: “Sí, Señor, Tú sabes que
te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por
segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor,
sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó
por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció
de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, Tú lo
sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te
aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías.
Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará
a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía
glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.
Palabra
del Señor.
EL CREDO
Creo en Dios Padre
todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer
día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la
derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los
vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu
Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de
los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante:
El Señor está en medio
de nosotros y nos ofrece su amor. Por eso digamos con fe: Te lo pedimos,
Señor.
·
Para que
la oración avive la esperanza de la Iglesia. Oremos.
·
Para que
Jesús Resucitado vivifique el compromiso de los cristianos y recree nuestro
amor. Oremos.
·
Para que
cuantos son perseguidos a causa de su fe experimenten el amor del
Resucitado y se dejen sostener por su victoria. Oremos.
·
Para que a
los prisioneros, emigrantes y desterrados, se les manifieste el mensaje
liberador del Evangelio y esperen en él. Oremos.
·
Para que a
pesar de nuestros fracasos y movidos por la fe, confiemos en el poder de
Jesús Resucitado. Oremos.
·
Para que
unidos a toda la Iglesia celebremos el Sacramento del amor y dejemos que
Jesús nos transforme. Oremos.
Celebrante: Padre
bueno, acércate a tu Iglesia, guía sus pasos, recréala en tu amor y haz que
viva la fe en tu Hijo que la amó y se entregó por ella. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
III. LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las
ofrendas de tu Iglesia desbordante de alegría, y después de haberle
concedido el motivo de un gozo tan grande, concédele participar de la
felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO PASCUAL
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que
estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor Jesucristo, que
dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en
cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu
palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, danos la paz.
ANTÍFONA DE COMUN IÓN Cfr. Jn
21,12-13
Jesús dijo a sus
discípulos: vengan a comer, y tomó el pan y se lo dio. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Padre, mira con bondad
a tu pueblo y, ya que lo has renovado con los sacramentos de la vida
eterna, concédele alcanzar la gloria de la resurrección. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
IV. RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN
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REFLEXIÓN
BÍBLICA
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“Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero”.
Jn 21, 15-19
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1
SE APARECIÓ OTRA VEZ A LOS DISCÍPULOS A ORILLAS DEL MAR DE TIBERÍADES
Sin decir más, san Juan
sitúa a los apóstoles en Galilea, El que los apóstoles estén en Galilea,
sin decirse más, es decir no expresa o no se dice formalmente, pero se
supone una relación histórica de la narración de san Juan con los otros
evangelios, los sinópticos. En éstos, Jesús primero les había anunciado
según san Mateo 26:32; san Marcos 14:28 y luego les había ordenado por el
ángel en san Mateo 28:7-10; y san Marcos 16:7 ir a Galilea después de su
resurrección, en donde le verían. Alejados de los peligros de Jerusalén,
tendrían allí el reposo para recibir instrucciones sobre el reino por
espacio de cuarenta días.
Los apóstoles debieron
de volver, de momento, a sus antiguas ocupaciones. Sin Jesús a junto a
ellos, se encontraban desconcertados hasta recibir nuevas instrucciones. Es
lo que se ve en esta escena. Pedro debió de volver a su casa de Cafarnaúm.
San Juan, dice que estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo,
Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos
discípulos también apóstoles, ya que allí estaban conforme a la orden del
Señor de volver a Galilea.
Como nota al margen,
es extraño en este pasaje el que se diga de Natanael que era de Cana de
Galilea, cuando ya antes lo expuso, con cierta amplitud san Juan 1:44,
donde dice Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. Su presencia entre el grupo de los
apóstoles se explicaría mejor admitiendo que también se le conoce como
Bartolomé, así le llaman los otros evangelistas. También es notorio que san
Juan, nunca había citado los hijos del Zebedeo, que son Juan y Santiago el
Mayor de esta forma, cuyo silencio y anonimato confirma la tesis de ser él
el autor del cuarto evangelio. Estas contradicciones, hace que algunos
digan que la redacción de este capítulo no es toda de san Juan.
2 MUCHACHOS, ¿TIENEN ALGO PARA COMER?
Pedro aparece con la
iniciativa, dice el Evangelio; Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Al
anuncio de ir a pescar, se le suman también los otros, pues ellos le
respondieron: Vamos también nosotros. Habían vuelto al trabajo. Debía de
ser ya el atardecer cuando salieron en la barca, pues aquella noche no
pescaron nada. La noche era tiempo propicio para la pesca. Salieron y
subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús
estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Ellos no
lo conocieron, sea por la distancia, sea por su aspecto, como no le conoció
Magdalena ni los peregrinos de Emaús. Tal vez pensaron que era un
espectador. Jesús se expresa como quien tiene gran interés por ellos, y les
habla en tono animado. Les pregunta si tienen algo de pesca para comer.
Jesús les dijo: Muchachos, ¿tienen algo para comer?. Acaso piensan en algún
mercader que se interese por la marcha de la pesca para comprarla. A su
respuesta negativa, les da el consejo Tiren la red a la derecha de la barca
y encontrarán. Ante el fracaso nocturno, se decidieron a seguir el consejo.
Siempre había gentes
experimentadas en las cosas del mar. En el Tiberíades también hay
verdaderos. De suyo no suponía esto un conocimiento sobrenatural. Desde la
orilla, un hombre en pie puede ver un banco de peces que no se perciben
desde la barca. Echada la red, ya no podían arrastrarla por la multitud de
la pesca obtenida. Esta sobreabundancia o plenitud es un rasgo en el que
san Juan insiste en su evangelio: tal en Cana (2:6); en el agua viva (4:14;
7:37ss); en la primera multiplicación de los panes (6:11); en la vida
abundante que da el Buen Pastor (10:10); lo mismo que en destacar que el
Espíritu había sido dado a Jesús en plenitud (3:34).
3 SIMÓN PEDRO OYÓ QUE ERA EL SEÑOR
En el Evangelio de San
Lucas, 5:4-11 encontramos este relato; Cuando terminó de hablar, dijo a
Simón: “Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar. Simón
respondió: Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no
pescamos nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes. Así lo hicieron, y
pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían. Es fácil
entonces, pensar si este relato de la pesca milagrosa de san Juan es
sustancialmente el mismo de la pesca milagrosa que relata san Lucas. La
confrontación de ambos hace ver puntos de contacto. Naturalmente que pueden
ser escenas distintas. Pero para quien conoce los usos de los evangelistas
y cómo las tradiciones se mezclan, se puede preguntar si no hay aquí una
misma tradición que encontró dos expresiones diferentes. En este caso,
retocadas, o san Lucas la habría adelantado para ponerla en función de las
escenas de vocación de discípulos, o san Juan la retrasa o la mantiene en
su situación histórica, como preludio a la importante aparición de Jesús, y
destacándola con valor histórico-simbolista.
Ante esta aparición y
en aquel ambiente de la resurrección, san Juan percibió algo, evocado acaso
por la primera pesca milagrosa (Lc 5:1-11), y al punto comprendió que
aquella persona de la orilla era el mismo Jesús. Esto fue también
revelación para Pedro. El dolor del pasado y el ímpetu de su amor — el
carácter y la psicología de Pedro — le hicieron arrojarse al mar para ir
enseguida a Jesús. El peso de la pesca le hizo ver el retraso de la
maniobra para atracar, Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica,
que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua
San Juan hace una
precisión, se ciñó la túnica. Estudiando las tradiciones de la época, dicen
que en el lago de Genesaret el agua y el aire se conservan calientes en
aquella estación del año aun durante la noche. Los pescadores suelen
quitarse los vestidos ordinarios y echarse encima una especie de túnica
ligera de pescador, sin ceñírsela con el cíngulo; de ese modo, en caso de
necesidad, están dispuestos a nadar. Los pescadores entonces no tienen
dificultad en dejar los vestidos ordinarios durante las faenas y evitan
comparecer en traje de trabajo delante de los que no son iguales a ellos.
Dice el Evangelio; que era lo único que llevaba puesto, es decir, no completamente vestido,
cuando san Juan le dijo: Es el Señor. Entonces podemos decir, que no sólo
para nadar con más seguridad, sino también por cierto sentimiento de
decencia, antes de echarse al agua se ciñó Pedro la túnica con el cíngulo.
4 TRAIGAN ALGUNOS DE LOS PESCADOS QUE
ACABAN DE SACAR.
Los otros discípulos
vinieron en la barca, arrastrando la red cargada de pesca, ya que no
estaban lejos de la costa. Estaban como a unos 200 codos, sobre unos 90 metros. Al bajar a
tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan.
Pero, cuando ya están estos discípulos en tierra, Jesús les manda traer los
peces que acaban de pescar. Jesús les dijo: Traigan algunos de los pescados
que acaban de sacar.
Para esto, Pedro,
espontáneamente, acaso por ser el dueño de la barca, subió a ella y
arrastró la red a tierra. Se hizo el recuento y habían pescado 153 peces
grandes. Posiblemente se quiera decir con esto que, en el recuento global,
éstas eran las mejores piezas. Preguntándome porque San Juan es tan preciso
en la cantidad, no encontré mucha consistencia. Por eso me inclino que
tiene un valor simplemente representativo. El evangelista destaca, sin duda
con este valor simbolista, el que, con ser tantos los peces capturados, no
se rompió la red.
5 JESÚS LES INVITA A COMER.
El mismo tomó el pan
al que acaba de aludir, e igualmente el pez, y les dio ambas cosas para
comer. ¿Qué significan este pan y este pez sobre esas brasas, que Jesús —
milagrosamente — les preparara y que luego les da a comer? Se piensa en que
tiene un triple sentido, como afectivo: Jesús muestra su caridad; O como
apologético: Jesús quiere demostrar con ello la realidad de su
resurrección, como lo hizo en otras ocasiones (Lc 24:41-43; Hech 1:4), en
las que El mismo comió como garantía de la verdad de su cuerpo; aquí, sin
embargo, el evangelista omitió que Jesús hubiese también comido, para
destacar el aspecto simbolista; esa comida dada por su misma mano a ellos
les hacía ver la realidad del cuerpo de Jesús. Era el mismo Jesús que había
multiplicado, en otras ocasiones, los panes y los peces, como seguramente
aquí también multiplicó un pez y un pan para alimentar a siete discípulos;
como allí era realmente El quien les daba el pan y peces que multiplicó,
aquí también era realmente El mismo; y finalmente es un sentido simbólico.
En todo esto destaca
el autor que ninguno se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que
era el Señor. Era un motivo de respeto hacía El, como ya lo habían tenido,
en forma igual, cuando hablaba con la Samaritana (Jn 4:27), máxime aquí, al
encontrarse con El resucitado y en una atmósfera distinta. Por eso no se
atreven a profundizar más el misterio
San Juan aclara que
ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció resucitado a sus discípulos,
conforme al esquema literario del evangelio de san Juan. Las otras dos
veces fue en Jerusalén, la tarde misma de la resurrección, y la segunda, en
las mismas condiciones, a los ocho días (Jn 20:19-29).
6 LOS SIMBOLISMOS DE ESTA NARRACIÓN
San Juan, como he
comentado, nos acusa muchos simbolismos en sus narraciones, como por ejemplo
en este capítulo, acusa en su estructuración toda una honda evocación
simbolista, especialmente en torno a Pedro. Pedro se propone pescar. Suben
a su barca otros discípulos. El número de los pescadores que van en la
barca de Pedro es de siete, número de universalidad. Por sus solos
esfuerzos nada logran en la noche de pesca. Pero Jesús vigila desde lugar
seguro por la barca de Pedro y de los que van en ella, lo mismo que por su
obra. Por eso, les dice cómo deben pescar. El mandarles tirar la red a la
derecha pudiera tener acaso un sentido de orientación a los elegidos (Mt
25:33).
La barca de Pedro
sigue ahora las indicaciones de Jesús; Pedro es guiado por Jesús. Jesús
orienta la barca de Pedro en su tarea, en su marcha. Y entonces la pesca es
abundantísima. La Iglesia es guiada por Jesús. La red es símbolo de la del
reino (Mt 4:19 par.), de la Iglesia, como la pesca milagrosa fue ya símbolo
de la predicación de los apóstoles (Lc 5:10). Terminadas sus faenas, en
nombre de Jesús — faenas apostólicas — todos vienen a Jesús. Es a Él a
quien han de rendírsele los frutos de esta labor de apostolado.
7 JESÚS MIRA POR LOS SUYOS, POR SUS
TAREAS Y FATIGAS.
Pan y peces fue el
alimento que El multiplicó dos veces. Él les tiene preparado un alimento
que los repara y los apostoliza. El mismo se lo da. Evoca esto la sentencia
de Jesús: Venid a mí todos los que estéis cansados y cargados, que yo os
aliviaré (Mt 11:28). El que Él lo tomó γ se lo dio parecería orientar
simbólicamente a la eucaristía. El que esté un pez sobre brasas indica la
solicitud de Jesús por ellos al asarles así la pesca, encuadrado también en
el valor histórico-simbolista de la escena. Si les manda traer de los peces
que han pescado y unirlos al suyo, hace ver que todo alimento apostólico se
ha de unir al que Jesús dispensa (Jn 4:36-38).
Acaso también se
pudiera ver un simbolismo en la frase de no preguntarle quién era, sabiendo
todos que era el Señor. En la tarea apostólica, el apóstol sabe que Jesús
está con él, lo siente y lo ve en toda su obra. También se piensa si podría
ser un rasgo simbolista el que no pesquen nada en la noche, sino en la
mañana, a la luz de Jesús.
8 ¿ME AMAS MÁS QUE ÉSTOS?
Después de la
aparición a la orilla del lago, Jesús resucitado dijo a Simón Pedro: Simón,
hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Esta escena tiene lugar poco antes de
subir Jesús al Padre, es muy conmovedora, Pedro pasa por un examen de amor,
Jesús lo pone a prueba, y Pedro la pasa. Pedro experimenta una situación
especial, Recordemos que Pedro había negado tres veces a Jesús, y lo hizo
en público, sin embargo ahora Jesús mira con gran bondad a su discípulo.
Como vemos en este
fragmento del Evangelio, antes de confiar a Pedro la misión pastoral de la
Iglesia, Jesús le pregunta una triple confesión de amor. Pero para Pedro,
es como una forma de rehabilitación, ante su triple negación durante la
pasión del Señor.
Jesús, emplea dos
formas amar y querer. El pregunta por dos veces ¿me amas? amor de caridad y
misericordioso, que refleja en cierto modo el amor de Dios. Pedro responde
humildemente Sí, Señor, sabes que te quiero, que es el verbo del afecto, de
la amistad sincera. La tercera vez, sin embargo, Jesús pregunta Simón, hijo
de Juan, ¿me quieres?, así se pone a la altura de Pedro, condescendiendo
amorosamente al nivel de Pedro. Entonces es cuando Pedro se entristece, al
comprobar el amor inmenso del Maestro que no duda en ponerse a su misma
altura.
Hermosa forma de
establecer confianza, de comunión y de auténtico amor hacia Jesús. Luego le
pasa a Pedro su misma misión: Apacienta mis ovejas.
9 AMAR ES DARSE, PERO DARSE COMO
JESÚS, SIN NINGUNA MEDIDA
El amor del apóstol se
manifestará en su docilidad a los caminos de Dios en el servicio eclesial.
El apóstol verdadero está siempre dispuesto a servir en cualquier
circunstancia con obediencia y prontitud y sin olvidar que no hay amor más
grande que dar la vida por sus amigos (Jn 15,13), como Jesús.
¿Cómo estamos nosotros
para pasar la prueba? Si Jesús no examinara en esta materia, ¿la
aprobaríamos? El cristianismo es amor, amar es darse, pero darse como
Jesús, sin ninguna medida, porque el amor no tiene límites ni fronteras,
menos tiempo de espera.
Pedro, respondió con
generosidad y humildad, él estaba dispuesto a todo por Jesús. Pero él sabía
que había negado al Maestro tres veces y en público y sin embargo el amor
de Jesús, es inmenso, mira a su apóstol con ojos de infinita bondad, y
estos hicieron surgir en su corazón sentimientos de sincera convicción; las
lágrimas derramadas por Pedro le habían obtenido el perdón de Jesús. Pero
para que el apóstol no abrigara ya ninguna duda del perdón y el recuerdo
del pecado cometido no lo torturase más, quiso Jesús que públicamente le
confesara su amor también tres veces.
10 SEÑOR, TÚ LO SABES TODO; SABES QUE TE QUIERO
Sin embargo, Pedro se
entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo:
Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero. En esta respuesta Pedro ya
está cambiando, ya no presume y se entristece al llegar a la pregunta
número tres, cargada de alusiones dolorosas.
En este examen de
amor, por que cual Jesús nos examina día a día, tenemos que responder
personalmente ante El, es a nosotros a quien corresponde responder,
nosotros somos los preguntados, no podemos refugiarnos en las respuestas de
los demás, nosotros somos los únicos que sabemos si podemos responder:
Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero.
Es así como también el
Señor conoce muy bien la debilidad de Pedro y conoce la nuestra, pero Pedro
apela a ese conocimiento aún más profundo que Jesús tiene de él: sabes que
te quiero. Pero al responder Pedro, con esta respuesta de amor, asume un
gran compromiso, ya que amas a Dios, tienes la responsabilidad de ser
pastor de los demás y conducirlos a verdes praderas. El primado de Pedro,
su responsabilidad sobre sus hermanos, es una carga que Jesús le confió, y
que se apoya en una profesión de amor: Jesús le ha pedido incluso ser
superior en el amor, ¿me amas más que éstos?
En esta prueba del
amor de Jesús, nadie debe tratar de sustraerse al interrogante que Jesús
nos hace en la persona de Pedro. Nos encanta estar al lado del Señor, nos
entusiasma ser amigos suyos, nos emociona tener fe, nos maravillamos al oír
su palabra, nos gusta saborear las maravillas de su amor misericordioso,
pero en pocas ocasiones nos habrá examinado Jesús tan a fondo como lo hace
hoy preguntándonos por el grado de nuestro amor y por la seriedad de
nuestros compromisos de vida. Entonces no desperdiciemos esta oportunidad
que nos da hoy Jesús de provocar en nosotros mismos un cambio radical y un
reencuentro con el Señor que sea fecundo en gracia.
La
alegría de Cristo resucitado viva en sus corazones
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
III
DOMINGO DE PASCUA C
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PARA LA LECTIO DIVINA
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¿ME
AMAS? TUS SABES QUE TE AMO
Jesús estaba en la orilla…los discípulos no sabían que era él…ninguno
de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?” …era el Señor”.
¿Estamos preparados para una experiencia así de un encuentro que se
intercala en nuestros días más ordinarios, en medio de nuestras actividades
habituales?
Se trata del encuentro con el Resucitado, un encuentro para el que,
con frecuencia, no estamos preparados. Incluso podríamos estar más bien
enceguecidos, como los apóstoles en el lago, que a la primera no lo
reconocieron.
No obstante, más tarde los apóstoles dan crédito y se comunican esta
verdad unos a otros.
Hay en todos, una certeza interior, no a través de una evidencia
sensible.
Hay que ser como Pedro, también nosotros debemos dejarnos interpelar
por la Palabra del Resucitado, que pone al descubierto nuestra fragilidad
pasada y presente, aunque nos pide un consentimiento de amor.
Sólo después de haberle reconocido a él y habernos reconocido a
nosotros mismos bajo su luz, podremos ofrecérselo, ahora que ya no es obra
de una auto ilusión y sólo nos queda - ¡aunque lo es todo! - el deseo
ardiente de amarlo, como pobres.
Ahora es cuando él nos confía su tesoro: nuestros hermanos; nos hace
responsables de dar testimonio ante ellos, un testimonio que nos llevará
muy lejos en su seguimiento, quizás a un lugar que -hoy al menos- no
querríamos.
A la luz de este encuentro con Cristo, siguiendo el eco de aquella
pregunta interior- “¿Me amas?”- y de nuestra humilde respuesta, es preciso
proseguir el camino con alegre valentía y abrir a muchos el camino de la fe
con nuestra confesión transparente del nombre de Jesús, crucificado por
nuestros pecados y resucitado por el Padre para la salvación del mundo.
No han de faltarnos los sufrimientos, la variada persecución, aunque
tampoco la alegría de hacerle frente por amor a Jesús.
Una alegría que inundará todo en el día eterno.
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ORACION
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Manifiéstate
de nuevo, Señor.
También
nosotros, como tus discípulos, deseamos ir contigo y desafiar la noche
oscura.
Sin ti
no podemos hacer nada; nuestra red sigue estando vacía y no sirve de nada
el esfuerzo de echarla al mar.
Pero
a tu palabra queremos repetir una vez más este gesto, pues tú nos quieres
llevar más allá de nuestra lógica mezquina, que se detiene a calcular los
riesgos de las pérdidas y las posibilidades de ganancia.
Cuando
tocamos el fondo de nuestra miseria, tú nos haces experimentar el poder de
tu fuerza de Resucitado.
Nosotros
creemos que eres el Señor.
Sin
embargo, en medio de nuestra pobreza, que tú conoces tan bien, haz que al
alba de cada nuevo día renovemos el deseo de seguirte, repitiendo
humildemente: “Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo”.
Pedro
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FUENTES DE LA PAGINA
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La Página de la Misa Diaria, está preparada y es
enviada por Pedro S. A. Donoso Brant ocds, desde Santiago de Chile, como un
servicio de apostolado, amor por Nuestro Señor Jesucristo y por la Iglesia.
Les ruego su oración, para que pueda mantenerse este servicio y subsidio,
dando gracias a nuestro Dios que tanto nos ama.
Nota: Para la Liturgia de la Palabra, utilizo
“Liturgia Cotidiana” de Ediciones San Pablo, para el estudio y comentario
de la Palabra, utilizo los textos de la Biblia Nácar-Colunga, (SBNC) y/o
Biblia de Jerusalén (SBJ),
(3)
Para la Lectio Divina, Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) y/o, Intimidad Divina, Fr. Gabriel de
Santa M. Magdalena ocd.
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