“Dios amó tanto al mundo”
Jn 3, 16-21
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
DIOS, QUE ES RICO EN
MISERICORDIA
“Dios, que es rico en
misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando
estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con
Cristo.” (Éfeso. Ef 2, 4-10)
El amor eterno de Dios
se ha manifestado siempre en la historia de la salvación, en la lectura de
2 Crón 36, 14-16, nos revela un amor asombroso,
el busca el arrepentimiento y la conversión a través de la ira y luego por
intermedio del castigo, pero con el propósito promover en los hombre a la
transformación necesaria para que se vuelva a Dios.
La carta a los Efesios
resalta por una parte nuestra falta de amor que causa la muerte, y el amor
de Dios que nos hace retornar a la vida junto con Jesucristo. En todo y por
encima de todo, el amor de Dios en Cristo Jesús.
Es éste el gesto
extremo de la misericordia de Dios: en lugar de castigar en el hombre
ingrato y reincidente sus pecados, los castiga en su Unigénito, a fin de
que creyendo en Cristo Crucificado se salve el hombre. “Por pura gracia estáis salvados —exclama
san Pablo—. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se
debe a vosotros, sino que es un don de Dios”.
Don absolutamente
gratuito, que ninguna criatura habría podido nunca ni esperar, ni merecer.
Y sin embargo, desde hace dos mil años este don ha sido otorgado a toda la
humanidad, y para beneficiarse de él el hombre no tiene más que creer en
Cristo, aceptando ser salvado por Cristo y adhiriéndose a su Evangelio.
(Comentario de Intimidad Divina, Padre Gabriel de SMM ocd.)
2.
DIOS AMÓ TANTO AL
MUNDO, QUE ENTREGÓ A SU HIJO ÚNICO PARA QUE TODO EL QUE CREE EN ÉL NO
MUERA, SINO QUE TENGA VIDA ETERNA”
Dios, todo bueno y
bondad en El, absolutamente misericordioso, lleno de amor por los hombres,
y por el gran amor que nos tiene, sabiendo de nuestras faltas, fue tan
bueno que nos trajo a Jesús, y nos ha hecho vivir con Él. Pero no solo hizo
eso, además, nos entregó a su propio hijo para que nos salváramos.
Si fuéramos capaces de
poder entender bien lo que hizo Dios por nosotros, si pudiéramos sentir de
verdad en nuestro corazón todo el amor que Dios nos tiene, sería entonces
más sencillo darse cuenta de su amor infinito y su gran ideal de salvarnos.
Para eso nos mandó a Jesús, su buen Hijo, no para condenarnos, sino que
todo lo contrario, para el que crea en El, no muera.
El evangelio nos está
diciendo con mucha claridad, el que desprecia el amor de Dios, se condena a
sí mismo, es decir Dios no tiene interés en condenarnos, porque Él es puro
amor, amor total, tan extremo, que llega a entregar a su hijo al mundo por
ese amor. Ahora el resto está en nosotros, si aceptamos o no ese amor, o si
ante la luz que vino al mundo, preferimos la oscuridad y ocultarnos en
ella. Si así fuera, el preferir la oscuridad, es detestar la Luz, esto es
no querer recibir el verdadero amor que se nos ofrece, y por este motivo,
ya estamos condenados, pero no por Dios, sino por nosotros mismos.
3.
SANTA TERESA DE JESUS
¡Oh, Señor mío! ¡Qué
delicada y fina y sabrosamente sabéis tratar a quienes os aman! ¡Quién
nunca se hubiera entregado a amar a nadie sino a Vos!
Y es Dios tan bueno
que, cuando por lo que Su Majestad sabe por ventura para gran provecho
nuestro quiere que esté seco el pozo, haciendo lo que es en nosotros como
buenos hortelanos, sin agua sustenta las flores y hace crecer las virtudes.
(Vida 9)
Fíe (confíe) de la
bondad de Dios, que es mayor que todos los males que podemos hacer, y no se
acuerda de nuestra ingratitud, cuando nosotros, conociéndonos, queremos
tornar a su amistad, ni de las mercedes que nos ha hecho para castigarnos
por ellas; antes ayudan a perdonarnos.
Acuérdense de sus
palabras y miren lo que ha hecho conmigo, que primero me cansé de
ofenderle, que Su Majestad dejó de perdonarme. Nunca se cansa de dar ni se
pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir.
Pues quiero concluir
con esto: que siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con
que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal
prenda del que nos tiene; que amor saca amor. Y aunque sea muy a los
principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y
despertándonos para amar; porque si una vez nos hace el Señor merced que se
nos imprima en el corazón este amor. (Vida 22, 11)
Que el Señor nos
conceda este amor, que sabe lo que mucho que nos conviene, por el amor que
nos tuvo y por su glorioso Hijo, a quienes nos demostró su Amor, que tan
caro le costó, amén..
Sea bendito para
siempre, amén, y alábenle todas las cosas.
4.
DIOS, NO LE QUITABA SU
MIRADA
“Parece, Señor, que probáis
con rigor a quien os ama, para que en la mayor intensidad del sufrimiento
se manifieste la mayor intensidad de vuestro amor” (Santa Teresa de Jesús).
En una ocasión,
alguien me dijo que conocía algo de Dios, y que oía mucho que Él nos amaba,
pero no había creído que fuera para tanto, entonces él no quería acercarse
a Dios, porque se reconocía un gran pecador, entonces si se dejaba ver
mucho por Dios, pensaba que iba a ser castigado, en otras palabras, sus
faltas eran un obstáculo para buscar recibir un poco de amor de Dios, pero
luego en una situación de peligro, puso toda su fe en mirar al Señor, y
sintió que Dios, no le quitaba su mirada, y que recibió tanta misericordia
ante su necesidad, que descubrió que Dios solo sabe perdonar, y que él se
castigaba a sí mismo.
Nosotros debemos
agradecer esta fineza del amor de Dios, y una gran forma de dar gracias, es
aprovechar todo el cariño que nos ofrece, y amarlo del mismo modo que él
nos ama. El por amor nos entregó a su propio hijo, nosotros por amor nos
entregamos a Él.
5.
LA LUZ VINO AL MUNDO,
Y LOS HOMBRES PREFIRIERON LAS TINIEBLAS A LA LUZ PORQUE SUS OBRAS ERAN
MALAS
Dice Jesús, En cambio,
el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de
manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios. Las obras salen del
corazón, si este es malo, solo salen obras malas y entonces se odia la luz
para que no se vean, pero si el corazón es bueno y limpio, salen buenas
obras y las buenas obras buscan luz.
A pesar de que siempre
hay voces que “desprecian las acciones, las palabras y buscan poner en
ridículo a sus profetas”, las buenas obras siempre se ven, Dios las ve en
mucha gente, las vio en nuestro santo Padre Benedicto XVI y el mundo las ve
hoy en el Papa Francisco, como también las vio en San Juan Pablo II, por
eso el mundo se conmovió ante un hombre bueno, entregado a Dios sin
condiciones, sin restricciones ni limitaciones, total, hasta el último
minuto. El entendió que es obligación de todo hombre, buscar siempre la
verdad, ahondar en el conocimiento de la verdad y permanecer en ella, y
darla a conocer, una de ellas, la proclamo aquí en mi país, “El Amor, es
más fuerte” (Abril 1987)
En efecto, el amor al
Padre debe y tiene que ser total, así como el entregó a su Hijo único,
nosotros, nosotros tampoco le ponemos limitaciones y nos entregamos sin
restricciones.
6.
ORACION DE TERESA DE
LISIEUX
¡Oh Dios mío, Trinidad
santa!, yo quiero amarte y hacerte amar, y trabajar por la glorificación de
la santa Iglesia salvando a las almas que están en la tierra y liberando a
las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad y
alcanzar el grado de gloria que Tú me has preparado en tu reino. En una
palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia, y te pido, Dios mío,
que Tú mismo seas mi santidad.
Ya que me has amado
hasta darme a tu Hijo único para que fuese mi Salvador y mi Esposo, los
tesoros infinitos de sus méritos son míos; te los ofrezco gustosa, y te
suplico que no me mires sino a través de la Faz de Jesús y en su Corazón
abrasado de amor. (ORACION 6 Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso)
La
alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant