“es
necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto”
Jn 3, 7-15
Reflexión y estudio del Evangelio
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. NICODEMO
VA DONDE JESÚS, PARA TENER UN INTERESANTE COLOQUIO
Nicodemo va donde Jesús, para tener un
interesante coloquio, es una conversación, especial, animada y distendida,
entre dos, es además un debate y discusión organizada para intercambiar
información, ideas y opiniones. San Juan en su evangelio de la importancia
a esta conversación nocturna, es así como se no hace interesante saber algo
más de Nicodemo.
Entre el grupo de personas jerosolimitanas
intensamente impresionadas por los milagros de Jesús, con que termina el
capítulo segundo (2:23), pero con fe imperfecta, se hallaba un tal
Nicodemo. Este nombre, griego, sugestivamente simbólico, significa vencedor
del pueblo. Nicodemo era un hombre importante, magistrado, príncipe de los
judíos, maestro y formaba parte del Sanedrín. El Evangelio lo menciona dos
veces más, defiende a Jesús como miembro del Sanedrín y luego en el
embalsamamiento y sepultura de Jesús.
2. “USTEDES
TIENEN QUE RENACER DE LO ALTO”.
En esta introducción responde Jesús a un
problema no planteado abiertamente por Nicodemo. Sea porque falta aquí el
enlace literario, por lo esquemático del discurso, sea porque Jesús aparece
ya respondiendo al fondo de la cuestión. Y la enseñanza de Jesús es esta:
para ver, es decir, para experimentar, para ingresar en el reino, es
necesario nacer de lo alto.
El reino de Dios o reino de los cielos como
escribe san Mateo, es la frase usual en los
sinópticos. Sin embargo san Juan, solo la usa en forma de solo reino en
otros dos pasajes Normalmente Juan expresa este concepto bajo la expresión
de vida eterna, con lo que destaca el concepto de la realidad espiritual e
íntima del mismo en el alma. Es el reino de la gracia. Para ver este reino
hace falta un nuevo nacimiento. Este nacimiento que hace falta tener para
el ingreso y vida en este reino ha de ser de arriba.
Ante esta afirmación de Jesús, Nicodemo, más
que sorprenderse, parece que con su pregunta busca saber más precisiones en
este punto. Como es posible todo esto, le volvió a preguntar Nicodemo.
3. TE ASEGURO
QUE NOSOTROS HABLAMOS DE LO QUE SABEMOS
Jesús, le dice a Nicodemo; Te aseguro que
nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos
visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Repetidamente nos dice
Jesús, y lo hace con mucha claridad, que él no habla por su cuenta, dice lo
que ha visto junto al Padre, transmite las palabras y las enseñanzas del
Padre, Él es la misma palabra del Padre.
La palabra de Jesús,
es la palabra de Padre, y Él nos pide creer en ella, permanecer y
atesorarla, esto es guardarla con fidelidad, así seremos fieles apóstoles
de nuestro hermano Jesús. Para que todos los que creen en el tengan vida
eterna. Así es, Jesús es testimonio de la verdad, y nos da testimonio de
nuestro Padre Dios, amando, aceptando, conociendo a Jesús, amamos,
aceptamos y conocemos al Padre Dios, nuestra fe en Jesús,
nos llevara a la vida eterna.
Nuestra fe, consiste en recibir a Jesús, en
conocerlo y en El conocer al Padre, en conocer en El al enviado del Padre.
Jesús mismo nos dice al finalizar este fragmento del evangelio, para que
todos los que creen en el tengan vida eterna.
4. ¿CÓMO
CREERÁN CUANDO LES HABLE DE LAS COSAS DEL CIELO?
El mensaje de Jesús — revelación — es muy
amplio y muy sublime. Por eso, Jesús, ante esta perspectiva de la
revelación total, y al ver la reacción ante las cosas más accesibles, le
dice que sí, Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo
creerán cuando les hable de las cosas del cielo?
Ya el autor del libro de la Sabiduría, aunque
en un orden más inferior de conocimiento, había hecho esta comparación:
“Pues si apenas adivinamos lo que en la tierra sucede y con trabajo
hablamos lo que está en nuestras manos, ¿quién rastreará lo que sucede en
el cielo?” (Sab 9:16).
Pues aquí se trata de misterios profundos de la
fe. No se trata del modo de expresar estas verdades, que se expresan al
modo de los hombres, sino del mismo contenido real de las mismas.
Y de éstas, unas pueden ser “terrenas,” no
porque no sean verdades de revelación y contenido sobrenatural, y, por
tanto, objeto de fe, sino porque esos misterios se realizan o están en la
tierra. Así, se acaba de hablar del bautismo, que se administra a los
hombres “sobre la tierra,” y no sólo se ve su rito, sino que hasta se
pueden “experimentar” de alguna manera sus efectos en el que lo recibe
(Juan 7:17; 4:14).
Pero hay también otras realidades totalmente
inaccesibles y celestiales. Son las que aquí se dice que están,
etimológicamente, “sobre los cielos.” Son los misterios de la vida íntima
de Dios, el misterio trinitario, etc. Pero aquí, sobre todo, el misterio
que está en situación es el misterio del origen divino del Hijo del hombre
y la gloria que por ello le corresponde” (Juan 6:62; 8:23).
Más la enseñanza de estas verdades inaccesibles
al hombre está bien garantizada. Nicodemo quizás se preguntase cómo podía
conocer Jesús estas verdades. Pues, aunque lo consideraba, al menos, como
un profeta (Juan 3:2), ¿podría un profeta sondear los mismos misterios de
Dios? A esto previene la respuesta y enseñanza de Jesús (Hechos 1:24).
5. NADIE HA
SUBIDO AL CIELO, SINO EL QUE DESCENDIÓ DEL CIELO
Jesús reivindica para sí un conocimiento único
y excepcional: “Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo,
el Hijo del hombre que está en el cielo”.
El Hijo del hombre, que “subió” al cielo en la
“ascensión” y que “bajó” del cielo en la “encarnación,” no por eso dejó
jamás de estar “en el cielo,”
Jesús le está diciendo a Nicodemo que su morada
es el cielo, por lo que El penetra los misterios más profundos y “supercelestiales.” Jesús no manifiesta esta revelación
al estilo del oficio de los ángeles, puesto que vincula su conocimiento a
pertenecer a una esfera totalmente trascendental. La divinidad de Jesús se
está manifestando aquí a través de procedimientos convincentes.
En el libro de Baruc hay un pasaje que ambienta
hasta con exactitud literaria este pasaje. Se lee, entre otras cosas, lo
siguiente: “¿Quien subió al cielo y se apoderó de
ella y la hizo descender de las nubes? (Baruc 3:29). No hay quien conozca
sus caminos ni quien tenga noticia de sus senderos; pero el que sabe todas
las cosas la conoce, y con su inteligencia
la descubre. (Baruc 3:31). Este es nuestro Dios, ninguno otro
cuenta a su lado para nada” (Baruc 3:36).
Me imagino que el pensamiento del evangelista
es claro. Pero ¿habrá hablado Jesús a Nicodemo con esta claridad? El
evangelista, sin duda, explica aquí la doctrina. Se está en teología de
Juan.
6. ES NECESARIO
QUE EL HIJO DEL HOMBRE SEA LEVANTADO EN ALTO
De la misma manera que Moisés levantó en alto
la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre
sea levantado en alto.
Pero en esta revelación que Jesús está
haciendo, no sólo se presenta El como objeto de fe, sino también de vida. Y
precisamente esta vida la presenta huyendo de su misma muerte redentora.
La enseñanza se hace con la referencia a la
escena de la serpiente de bronce en el desierto. A la protesta de los hijos
de Israel en el desierto de Faraón. Dios envía contra ellos serpientes
venenosas, cuyas mordeduras eran cáustico-febriles y causadoras de muerte.
Reconociendo el pueblo su pecado, pide perdón. Y Yahvé ordena a Moisés
hacer una serpiente de bronce y ponerla bien a la vista, sobre un asta. Y todos cuantos, habiendo sido mordidos, la
mirasen, sanarían (Núm 21:5-9).
Pero ya el autor del libro de la Sabiduría
comentaba: “El que se volvía a mirarla no era curado por lo que veía, sino
por ti, Salvador (Yahvé) de todos” (Sab 16:7). Por eso, el mismo autor
llama a aquella serpiente de bronce “símbolo de salvación” (Sab 16:6).
El pecado fue introducido por la seducción de
la gran serpiente (Gen 3:1ss), que es el diablo (Jn 8:44). Los hombres se
encuentran “mordidos” por la serpiente, y están condenados a la muerte.
Pero Dios dispone el plan salvador de ellos. Similarmente a la serpiente de
bronce, levantada en alto, así “es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado en alto”
Por eso, esta “elevación” de Jesús queda
redactada en forma elíptica, por el evangelista para dejar la sugerencia
amplia de la necesidad de “ver” a Jesús “elevado,” que es “verle” como Hijo
de Dios. El mismo dijo: “Cuando levantéis (vosotros) al Hijo del hombre (en
la cruz), entonces conoceréis que soy yo” (Jn 8:28), por la gloria de su
resurrección, el Mesías-Hijo de Dios. Es decir, por la “elevación” de El a
la cruz conocerán la “elevación” de El donde
estaba antes “de la creación del mundo” (Jn 17:24), que es de donde El
“bajó” (Jn 3:13), del “seno del Padre” (Jn 1:18).
7. PARA QUE
TODOS LOS QUE CREEN EN ÉL TENGAN VIDA ETERNA”.
Es, por tanto, a Jesús, así “elevado” en la
cruz, como es necesario “verle” y “creer” en El para tener la “vida
eterna.” Para Juan, “ver” y “creer” son sinónimos (Juan 6:40). A la
“visión” de la serpiente de bronce corresponde aquí otro modo de visión, que
es la “fe” en El. Sólo esta fe en ver a Jesús elevado en la cruz y muerto
como Mesías e Hijo de Dios da la “vida eterna.” Es éste un misterio
esencial.
Naturalmente, esta fe que se exige no exime de
las obras. Si la expresión tiene aquí sentido afirmativo, no lo tiene
exclusivo. No puede ponerse nunca a Jesús en contradicción consigo mismo,
ni tampoco al evangelista, el cual dice en el v.21 de este mismo capítulo
que “el que obra la verdad viene a la luz,” pues esas obras “están hechas
en Dios.”
La alegría de Jesús resucitado vivan en sus corazones
Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant
Fuentes:
Algunas referencias están tomados de la Biblia Nacar-Colunga