MISA
DE LA VIGILIA PASCUAL
En la solemne
Vigilia Pascual, toda la Iglesia se alegra y canta con el triunfo de
Jesús. En él, Dios Padre nos ha mostrado su voluntad de que la muerte no
tiene la última palabra. Por eso, ésta es la noche para regocijarnos en
el amor de Dios, amor que siempre quiere la vida, la libertad y la
alegría. Muchos gestos acompañan el festejo de esta noche: el fuego de la
luz nueva, el agua de la vida nueva, la Palabra, la eucaristía, el pregón
pascual; en fin, todo aquello con lo cual queremos alabar a Dios y renovar
nuestra vida de hijos e hijas de Dios.
Las distintas lecturas
del Antiguo Testamento nos llevan a contemplar la obra del Padre a través
de la historia. Él estuvo siempre presente con su voluntad de salvar a la
humanidad. Salvar del pecado, de la opresión, de la desesperanza. Él dio
siempre su Palabra para que su pueblo viva, y fue generoso al regalarnos
su gracia. La resurrección de su Hijo Jesús y el don del Espíritu son su
regalo más grande.
PRIMERA
PARTE
LITURGIA DE LA LUZ
Solemne
comienzo de la Vigilia, llamado Lucernario
Bendición
del fuego y preparación del Cirio
En un lugar adecuado, fuera
de la iglesia, se enciende un fuego. Una vez que se ha congregado el
pueblo en el lugar, se acerca el sacerdote con los ministros, uno de los
cuales lleva el cirio pascual. No se lleva cruz procesional ni cirios
encendidos. Si por dificultades diversas no puede prepararse un fuego en
el exterior del templo, el rito se adapta según las posibilidades.
El
sacerdote dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,
mientras él y los fieles hacen
la señal de la Cruz; el sacerdote dice el saludo acostumbrado y recuerda
brevemente el sentido de la vigilia nocturna, con estas palabras u otras
semejantes:
Queridos
hermanos:
En esta noche santa,
en la que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la Vida, la
Iglesia invita a sus hijos diseminados por toda la tierra a que se reúnan
y permanezcan en vela para orar.
Si hacemos memoria
de la Pascua del Señor, escuchando su Palabra y celebrando sus misterios,
esperemos con fe compartir su triunfo sobre la muerte y vivir siempre con
él en Dios.
A continuación el
sacerdote bendice el fuego y dice, con las manos extendidas:
Oremos
Dios nuestro, que
por medio de tu Hijo has dado a tus fieles el fuego de tu luz, santifica
este fuego nuevo concédenos que, por esta celebración pascual, seamos de
tal manera inflamados con los deseos celestiales, que podamos llegar con
un corazón puro a la fiesta de la luz eterna. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
R.
Amén.
Concluida la bendición del
fuego nuevo, un ministro acerca el cirio pascual al sacerdote que, con un
estilete, marca una cruz sobre el mismo. En el extremo superior de la
cruz marca la letra griega Alfa, y en el inferior, la letra Omega; en los
ángulos que forman los brazos de la cruz, los números del año en curso.
Mientras tanto se dice:
1. Cristo ayer y
hoy, (Marca la línea vertical de la cruz)
2. Principio y Fin,
(marca la línea horizontal de la cruz)
3. Alfa (marca
la letra Alfa en la parte superior de la cruz)
4. y Omega. (marca
la letra Omega en la parte inferior de la cruz)
5. A Él
pertenecen el tiempo (marca en el ángulo superior
izquierdo la primera cifra del año actual)
6. y la eternidad, (marca
en el ángulo superior derecho la segunda cifra del año actual)
7. A Él la
gloria y el poder, (marca en el ángulo inferior
izquierdo la tercera cifra)
8. por los siglos de
los siglos. Amén. (marca en el ángulo inferior derecho
la última cifra del año actual)
Acabada la inscripción de la
cruz y de los otros signos, el sacerdote puede fijar en el cirio cinco
granos de incienso, en forma de cruz, mientras dice:
1.
Por sus llagas
2.
santas y gloriosas
3.
nos proteja
4.
y nos conserve
5.
Cristo el Señor. Amén.
El sacerdote enciende el cirio,
valiéndose del fuego recién bendecido, mientras dice:
La luz de Cristo,
que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.
PROCESIÓN
En la procesión que
iniciamos, Jesucristo nos precede como Luz que guía. Por eso toda nuestra
celebración estará presidida por el cirio pascual, símbolo de Cristo
Resucitado.
Después de encender el cirio,
un ministro toma carbones encendidos del fuego nuevo y los coloca en el
incensario. El sacerdote impone incienso. A continuación, el diácono u
otro ministro idóneo recibe el cirio pascual y se ordena la procesión. El
turiferario, con el turíbulo humeante, precede al diácono o al otro
ministro que lleva el cirio pascual; siguen el sacerdote con los
ministros y el pueblo, llevando en sus manos cirios apagados.
Ante la puerta de la iglesia,
el diácono de pie, eleva el cirio y canta:
La
luz de Cristo.
Y la asamblea
contesta:
Demos gracias a
Dios.
Todos avanzan hacia
el templo totalmente a oscuras, precedidos por el diácono (o el
sacerdote) con el cirio pascual. En la puerta de la iglesia, el diácono
se detiene y, levantando el cirio, vuelve a cantar:
La
luz de Cristo.
Y la asamblea
contesta:
Demos gracias a
Dios.
Todos encienden sus
velas de la llama del cirio pascual, y entran en la iglesia.
Cuando ha llegado
frente al, altar, el diácono se vuelve hacia la asamblea, y levantando de
nuevo el cirio, canta por tercera vez:
La
luz de Cristo.
Y asamblea contesta:
Demos gracias a
Dios.
Se encienden
entonces todas las luces en la iglesia, excepto los cirios del altar, y
se da inicio al pregón pascual.
ANUNCIO PASCUAL EN FORMA
BREVE
Alégrese en el cielo
el coro de los ángeles, exulten los ministros de Dios, y por la victoria
de un Rey tan grande, resuene la trompeta de la salvación.
Alégrese también la
tierra inundada de tanta luz, y brillando con el resplandor del Rey
eterno, se vea libre de las tinieblas que cubrían al mundo entero.
Alégrese también
nuestra madre la Iglesia, adornada con los fulgores de una luz tan
brillante; y resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
Por eso, queridos
hermanos, al contemplar la admirable claridad de esta luz santa,
invoquemos la misericordia de Dios omnipotente, y ya que sin mérito mío
se dignó agregarme al número de sus servidores, me infunda la claridad de
su luz, para que sea plena y perfecta la alabanza a este cirio.
y. El Señor esté con
ustedes.
R. Y con tu
espíritu.
V. Levantemos el
corazón.
R. Lo tenemos
levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al
Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y
necesario.
Realmente es justo y
necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto de la mente y
del corazón al Dios invisible, Padre todopoderoso, y a su único Hijo,
nuestro Señor Jesucristo.
Él pagó por nosotros
al eterno Padre la deuda de Adán, y borró con su sangre la sentencia del
primer pecado.
Estas son las
fiestas pascuales, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre
consagra las puertas de los fieles.
Esta es la noche en
que sacaste de Egipto a nuestros padres, los hijos de Israel, y los
hiciste pasar a pie por el mar Rojo.
Esta es la noche que
disipó las tinieblas de los pecados con el resplandor de una columna de
fuego.
Esta es la noche en
que por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo, arrancados de
los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la
gracia y agregados a los santos.
Esta es la noche en
la que Cristo rompió las ataduras de la muerte y surgió victorioso de los
abismos.
De nada nos valdría
haber nacido si no hubiésemos sido redimidos!
Qué admirable es tu
bondad con nosotros!
Qué inestimable la
predilección de tu amor: para rescatar al esclavo, entregaste a tu propio
Hijo!
Pecado de Adán
ciertamente necesario, que fue borrado con la sangre de Cristo! Oh feliz
culpa, que nos mereció tan noble y tan grande Redentor!
Noche verdaderamente
feliz!
Sólo ella mereció
saber el tiempo y la hora en que Cristo resucitó del abismo de la muerte.
Esta es la noche de
la que estaba escrito: La noche será clara como el día, la noche ilumina
mi alegría.
Por eso, la santidad
de esta noche aleja toda maldad, lava las culpas, devuelve la inocencia a
los pecadores y la alegría a los afligidos; expulsa el odio, trae la
concordia y doblega a los poderosos.
En esta noche de
gracia, recibe, Padre santo, el sacrificio vespertino de alabanza que la
santa Iglesia te presenta por medio de sus ministros, en la solemne
ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas.
Ya sabemos lo que
anuncia esta columna de fuego que encendió la llama viva para gloria de
Dios.
Y aunque distribuye
su luz no disminuye su claridad al repartirla, porque se alimenta de la
cera que elaboraron las abejas para hacer esta lámpara preciosa.
Noche verdaderamente
dichosa, en la que el cielo se une con la tierra y lo divino con lo
humano!
Por eso, te rogamos,
Señor, que este cirio consagrado en honor de tu Nombre, continúe ardiendo
para disipar la oscuridad de esta noche y, aceptado por ti como perfume
agradable, se asocie a los astros del cielo.
Que lo encuentre
encendido el lucero de la mañana, aquel lucero que no tiene ocaso:
Jesucristo, tu Hijo, que resucitado de entre los muertos brilla sereno
para el género humano, y vive y reina por los siglos de los siglos.
R.
Amén.
SEGUNDA
PARTE
LITURGIA DE LA PALABRA
En esta Vigilia, madre de todas
las Vigilias, se proponen nueve lecturas: siete del Antiguo Testamento y
dos del Nuevo (epístola y evangelio).
Antes de comenzar las
lecturas, el sacerdote se dirige al pueblo con estas palabras u otras
semejantes:
Hermanos: Después
de comenzar solemnemente esta Vigilia, escuchemos con atención la Palabra
de Dios que nos relata cómo el Señor salvó a su pueblo en el transcurso
de su historia y finalmente envió a su Hijo para redimirnos. Oremos para
que nuestro Dios lleve a su plenitud la redención obrada por el misterio
pascual.
PRIMERA LECTURA Gén 1, 1-2, 2
COMENTARIO:
La
creación del mundo descubierta, revela al Creador. De ese descubrimiento
surge el relato de la creación, en el que la palabra poderosa de Dios es
proclamada en la raíz del cosmos y del hombre. Visto desde el Creador; el
mundo es todo bueno.
Del
libro del Génesis.
Al principio, Dios
creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las
tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las
aguas. Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz
existió. Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;
y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una
mañana: éste fue el primer día. Dios dijo: "Que haya un firmamento
en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas".
Y así sucedió. Dios hizo el firmamento, y éste separó las aguas que están
debajo de él, de las que están encima de él; y Dios llamó Cielo al
firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: éste fue el segundo día.
Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo
el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió. Dios llamó
Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto
era bueno. Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas
que den semilla, y árboles frutales que den sobre la tierra frutos de su
misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió. La tierra hizo
brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que
dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto
era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: éste fue el tercer día. Dios
dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el
día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, y
que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la
tierra". Y así sucedió. Dios hizo los dos grandes astros -el astro
mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche- y también
hizo las estrellas. Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar
la tierra, para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las
tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una
mañana: éste fue el cuarto día. Dios dijo: "Que las aguas se llenen
de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra,
por el firmamento del cielo". Dios creó los grandes monstruos
marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas
deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios
vio que esto era bueno. Entonces los bendijo, diciendo: "Sean
fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves
se multipliquen sobre la tierra". Así hubo una tarde y una mañana:
éste fue el quinto día. Dios dijo: "Que la tierra produzca toda
clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda
especie". Y así sucedió. Dios hizo las diversas clases de animales
del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la
tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno. Dios
dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza;
y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el
ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran
por el suelo". Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen
de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: "Sean
fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los
peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven
sobre la tierra". Y continuó diciendo: "Yo les doy todas las
plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan
frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras
de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que
se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde". Y
así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno.
Así hubo una tarde y una mañana: éste fue el sexto día. Así fueron
terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos. El
séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la
obra que había emprendido.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 103,
1-2a.5-6.10.12-14ab.24.35
R. Señor, envía tu
Espíritu y renueva toda la tierra.
Bendice al Señor,
alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Estás vestido de esplendor y
majestad y te envuelves con un manto de luz. R.
Afirmaste la tierra
sobre sus cimientos: ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un
manto, las aguas tapaban las montañas. R.
Haces brotar fuentes
en los valles, y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo
habitan junto a ellas y hacen oír su canto entre las ramas. R.
Desde lo alto riegas
las montañas, y la tierra se sacia con el fruto de tus obras. Haces
brotar la hierba para el ganado y las plantas que el hombre cultiva. R.
¡Qué variadas son
tus obras, Señor! ¡Todo lo hiciste con sabiduría, la tierra está llena de
tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía! R.
ORACIÓN
Oremos
Dios todopoderoso y
eterno, tú eres admirable en todas tus obras; te pedimos que quienes
hemos sido redimidos por ti, comprendamos que la creación del mundo, en el
comienzo de los siglos, no es obra de mayor grandeza que el sacrificio
pascual de Cristo, realizado en la plenitud de los tiempos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
SEGUNDA LECTURA Gén 22, 1-18
COMENTARIO:
El
hijo del sacrificio es el que salva a Abrahán. La confianza en que no lo
perdería le anima a no retenerlo. Abrahán recobra al hijo multiplicado en
un pueblo; en él está Dios que se lo devuelve.
Del
libro del Génesis.
Dios puso a prueba a
Abraham. "¡Abraham!", le dijo. Él respondió: "Aquí
estoy". Entonces Dios le siguió diciendo: "Toma a tu hijo
único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en
holocausto sobre la montaña que Yo te indicaré". A la madrugada del
día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus
servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el
holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. Al
tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus
servidores: "Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho
seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos
con ustedes". Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó
sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el
cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos. Isaac rompió el silencio
y dijo a su padre Abraham: "¡Padre!". Él respondió: "Sí,
hijo mío". "Tenemos el fuego y la leña -continuó Isaac- pero
¿dónde está el cordero para el holocausto?". "Dios proveerá el
cordero para el holocausto", respondió Abraham. Y siguieron
caminando los dos juntos. Cuando llegaron al lugar que Dios le había
indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac,
y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó
el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo llamó
desde el cielo: "¡Abraham, Abraham!". "Aquí estoy",
respondió él. Y el Ángel le dijo: "No pongas tu mano sobre el
muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me
has negado ni siquiera a tu hijo único". Al levantar la vista,
Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza.
Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de
su hijo. Abraham llamó a ese lugar: "El Señor proveerá", y de
allí se origina el siguiente dicho: "En la montaña del Señor se
proveerá". Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham
desde el cielo, y le dijo: "Juro por mí mismo -oráculo del Señor-:
porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, Yo te
colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas
del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes
conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se
bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi
voz".
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 15, 5.8-11
R. Protégeme, Dios
mío, porque en ti me refugio.
El Señor es la parte
de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte! Tengo siempre presente
al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.
Por eso mi corazón
se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro:
porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el
sepulcro. R.
Me harás conocer el
camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad
eterna a tu derecha. R.
ORACIÓN
Oremos
Dios y Padre de los
creyentes, que multiplicas a los hijos de tu promesa derramando la
alegría de llegar a ser hijos de Dios, y por el misterio pascual cumples
la promesa hecha a Abrahán de hacerlo padre de todas las naciones;
concede a los pueblos de la tierra responder dignamente a la gracia de tu
llamado. Por Jesucristo, nuestro Señor.
TERCERA LECTURA Éx 14, 15-15, 1a
COMENTARIO:
La
liberación concreta de una opresión histórica, la de Israel en Egipto, se
hizo paradigma de todas las liberaciones. Tuvo significado infinito
porque Dios vino en ella al encuentro como el Salvador.
Del
libro del Éxodo.
El Señor dijo a
Moisés: "Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. Y tú, con
el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para
que puedan cruzarlo a pie. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios,
y ellos entrarán en el mar detrás de los israelitas. Así me cubriré de
gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus carros y de sus
guerreros. Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando Yo me cubra de
gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus guerreros". El
Ángel de Dios, que avanzaba al frente del campamento de Israel,
retrocedió hasta colocarse detrás de ellos; y la columna de nube se
desplazó también de adelante hacia atrás, interponiéndose entre el
campamento egipcio y el de Israel. La nube era tenebrosa para unos,
mientras que para los otros iluminaba la noche, de manera que en toda la
noche no pudieron acercarse los unos a los otros. Entonces Moisés
extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un
fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en
tierra seca. Las aguas se abrieron, y los israelitas entraron a pie en el
cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e
izquierda. Los egipcios los persiguieron, y toda la caballería del
Faraón, sus carros y sus guerreros, entraron detrás de ellos en medio del
mar. Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas
egipcias desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre
ellos. Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra, haciendo que
avanzaran con dificultad. Los egipcios exclamaron: "Huyamos de
Israel, porque el Señor combate en favor de ellos contra Egipto". El
Señor dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, para que las
aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros".
Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su
cauce. Los egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron
con las aguas, y el Señor los hundió en el mar. Las aguas envolvieron
totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército del Faraón
que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni
uno solo se salvó. Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el
cauce seco del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e
izquierda. Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los
egipcios. Israel vio los cadáveres de los egipcios que yacían a la orilla
del mar, y fue testigo de la hazaña que el Señor realizó contra Egipto.
El pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés, su servidor.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor:
Palabra
de Dios.
SALMO Éx
15, 1b-6.17-18
R. Cantaré al Señor,
que se ha cubierto de gloria.
Cantaré al Señor, que
se ha cubierto de gloria: Él hundió en el mar los caballos y los carros.
El Señor es mi fuerza y mi protección, él me salvó. Él es mi Dios y yo lo
glorifico, es el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza. R.
El Señor es un
guerrero, su nombre es "Señor". Él arrojó al mar los carros del
Faraón y su ejército, lo mejor de sus soldados se hundió en el Mar Rojo.
R.
El abismo los
cubrió, cayeron como una piedra en lo profundo del mar. Tu mano, Señor,
resplandece por su fuerza, tu mano, Señor, aniquila al enemigo. R.
Tú llevas a tu
pueblo, y lo plantas en la montaña de tu herencia, en el lugar que
preparaste para tu morada, en el Santuario, Señor, que fundaron tus
manos. ¡EI Señor reina eternamente! R.
ORACIÓN
Oremos
Dios nuestro, cuyas maravillas
vemos brillar también en nuestros días, porque lo que hiciste a favor de
tu pueblo elegido librándolo de la persecución del Faraón, lo realizas
por medio del agua del bautismo para la salvación de las naciones; te
pedimos que todos los hombres del mundo se conviertan en verdaderos hijos
de Abraham y se muestren dignos de la promesa de Israel. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R.
Amén.
CUARTA LECTURA Is 54, 5-14
COMENTARIO:
Aunque
se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de
ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor. Todos tus hijos serán
discípulos del Señor, y será grande la paz de tus hijos. lejos de la
opresión, porque nada temerás
Del
libro de Isaías.
Tu esposo es Aquel
que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos; tu redentor es el Santo
de Israel: Él se llama "Dios de toda la tierra". Sí, como a una
esposa abandonada y afligida te ha llamado el Señor: "¿Acaso se
puede despreciar a la esposa de la juventud?", dice el Señor. Por un
breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré
conmigo; en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un
instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el
Señor. Me sucederá como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de
Noé no inundarían de nuevo la tierra: así he jurado no irritarme más
contra ti ni amenazarte nunca más. Aunque se aparten las montañas y
vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no
vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti. ¡Oprimida, atormentada,
sin consuelo! ¡Mira! Por piedras, te pondré turquesas y por cimientos,
zafiros; haré tus almenas de rubíes, tus puertas de cristal y todo tu
contorno de piedras preciosas. Todos tus hijos serán discípulos del
Señor, y será grande la paz de tus hijos. Estarás afianzada en la
justicia, lejos de la opresión, porque nada temerás, lejos del temor,
porque no te alcanzará.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 29,
2.4-6.11-12a.13b
R. Yo te glorifico,
Señor, porque tú me libraste.
Yo te glorifico,
Señor, porque tú me libraste y no quisiste que mis enemigos se rieran de
mí. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir, cuando
estaba entre los que bajan al sepulcro. R.
Canten al Señor, sus
fieles; den gracias a su santo Nombre, porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida: si por la noche se derraman lágrimas, por la
mañana renace la alegría. R.
Escucha, Señor, ten
piedad de mí; ven a ayudarme, Señor. Tú convertiste mi lamento en júbilo.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! R.
ORACIÓN
Oremos
Dios todopoderoso y
eterno, para que tu nombre sea glorificado multiplica la solemne promesa
que hiciste a nuestros padres en la fe y aumenta con tu adopción los hijos
de la promesa, para que tu Iglesia reconozca, desde ahora, el
cumplimiento de cuanto creyeron y esperaron los patriarcas. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
R.
Amén.
QUINTA LECTURA Is 55, 1-11
COMENTARIO:
El
profeta invita a todos los que se sientan necesitados a dirigirse al
Señor, que les colmará en todo. Sólo se exige como condición para
incorporarse a la nueva comunidad mesiánica, en la que se cumplirán las
promesas hechas a David, la obediencia y fidelidad al Señor. Por otra
parte, el profeta invita, en nombre de Dios, a que busquen los verdaderos
bienes que sacian el alma, y no los materiales.
Del
libro de Isaías.
Así habla el Señor:
¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos, y el que no tenga dinero,
venga también! Coman gratuitamente su ración de trigo, y sin pagar, tomen
vino y leche. ¿Por qué gastan dinero en algo que no alimenta y sus
ganancias, en algo que no sacia? Háganme caso y comerán buena comida, se
deleitarán con sabrosos manjares. Presten atención y vengan a mí,
escuchen bien y vivirán. Yo haré con ustedes una alianza eterna, obra de
mi inquebrantable amor a David. Yo lo he puesto como testigo para los pueblos,
jefe y soberano de naciones. Tú llamarás a una nación que no conocías, y
una nación que no te conocía correrá hacia ti, a causa del Señor, tu
Dios, y por el Santo de Israel, que te glorifica. ¡Busquen al Señor
mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca! Que el malvado
abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva al
Señor, y él le tendrá compasión, a nuestro Dios, que es generoso en
perdonar. Porque los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los
caminos de ustedes son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo se
alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis
pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes. Así como la
lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber
empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé
la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra
que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo
lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.
Palabra
de Dios.
SALMO Is 12, 2-6
R. Sacarán aguas con
alegría de las fuentes de la salvación.
Éste es el Dios de
mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza
y mi protección; él fue mi salvación. R.
Ustedes sacarán agua
con alegría de las fuentes de la salvación. Den gracias al Señor,
invoquen su Nombre, anuncien entre los pueblos sus proezas, proclamen qué
sublime es su Nombre. R.
Canten al Señor
porque ha hecho algo grandioso: ¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión, porque es grande en medio
de ti el Santo de Israel! R.
ORACIÓN
Oremos
Dios todopoderoso y
eterno, esperanza única del mundo, por la voz de tus profetas diste a
conocer los misterios salvadores que sucederían en el tiempo; acrecienta
los santos propósitos de tu pueblo, porque tus fieles no podrán alcanzar
la santidad sin la ayuda de tu gracia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R.
Amén.
SEXTA LECTURA Bar 3, 9-15.
32-4, 4
COMENTARIO:
En
esta lectura encontramos un elogio de la Ley, fuente de sabiduría en la
vida y de paz para con Dios. Se destaca la trascendencia divina y las
excelencias de la Ley, se invita a Israel a abrazar los preceptos de vida
es decir, que conducen a la vida, y, en este sentido, prudencia es
sinónimo de sabiduría práctica, el arte de conducirse en la vida conforme
a los mandamientos divinos en orden a conseguir la protección de Dios.
Del
libro de Baruc.
Escucha, Israel, los
mandamientos de vida; presta atención para aprender a discernir. ¿Por qué,
Israel, estás en un país de enemigos y has envejecido en una tierra
extranjera? ¿Por qué te has contaminado con los muertos, contándote entre
los que bajan al abismo? ¡Tú has abandonado la fuente de la sabiduría! Si
hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre. Aprende
dónde está el discernimiento, dónde está la fuerza y dónde la
inteligencia, para conocer al mismo tiempo dónde está la longevidad y la
vida, dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién ha encontrado el lugar de
la Sabiduría, quién ha penetrado en sus tesoros? El que todo lo sabe, la
conoce, la penetró con su inteligencia; el que formó la tierra para
siempre, y la llenó de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella
sale, la llama, y ella obedece temblando. Las estrellas brillan alegres
en sus puestos de guardia: Él las llama, y ellas responden: "Aquí
estamos", y brillan alegremente para aquel que las creó. ¡Éste es
nuestro Dios, ningún otro cuenta al lado de él! Él penetró todos los
caminos de la ciencia y se la dio a Jacob, su servidor, y a Israel, su
predilecto. Después de esto apareció sobre la tierra, y vivió entre los
hombres. La Sabiduría es el libro de los preceptos de Dios y la Ley que
subsiste eternamente: los que la retienen, alcanzarán la vida, pero los que
la abandonan, morirán. Vuélvete, Jacob, y tómala, camina hacia el
resplandor, atraído por su luz. No cedas a otro tu gloria, ni tus
privilegios a un pueblo extranjero. Felices de nosotros, Israel, porque
se nos dio a conocer lo que agrada a Dios.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 18, 8-11
R. Señor, tú tienes
palabras de vida eterna.
La ley del Señor es
perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da
sabiduría al simple. R.
Los preceptos del
Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son
claros, iluminan los ojos. R.
La palabra del Señor
es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos. R.
Son más atrayentes
que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo
del panal. R.
ORACIÓN
Oremos
Dios nuestro, que
haces crecer a tu Iglesia convocando a todos los pueblos; protege siempre
a cuantos purificas en el agua del bautismo. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
R.
Amén.
SEPTIMA LECTURA Ez 36,
17a.18-28
COMENTARIO:
Israel,
con sus pecados, ha dado ocasión a profanar el nombre del nombre del
Señor entre los gentiles. El exilio había desacreditado al Señor ante las
gentes, le había profanado, y ahora el Señor, movido de su celo, quiere
santificarse ante ellos, es decir, mostrar su poder y santidad o carácter
moral y trascendente. Los israelitas anteriores al exilio habían tenido
un corazón de piedra, insensible a los mandatos del Señor. En adelante
los israelitas tendrán un espíritu nuevo, proveniente de su Dios, de modo
que sientan instintiva atracción para caminar por justos caminos.
De
la profecía de Ezequiel.
La palabra del Señor
me llegó en estos términos: "Hijo de hombre, cuando el pueblo de
Israel habitaba en su propio suelo, lo contaminó con su conducta y sus
acciones. Entonces derramé mi furor sobre ellos, por la sangre que habían
derramado sobre el país y por los ídolos con que lo habían contaminado.
Los dispersé entre las naciones y ellos se diseminaron por los países.
Los juzgué según su conducta y sus acciones. Y al llegar a las naciones
adonde habían ido, profanaron mi santo Nombre, haciendo que se dijera de
ellos: 'Son el pueblo del Señor, pero han tenido que salir de su país'.
Entonces yo tuve compasión de mi santo Nombre, que el pueblo de Israel
profanaba entre las naciones adonde había ido. Por eso, di al pueblo de
Israel: 'Así habla el Señor: Yo no obro por consideración a ustedes, casa
de Israel, sino por el honor de mi santo Nombre, que ustedes han
profanado entre las naciones adonde han ido. Yo santificaré mi gran
Nombre, profanado entre las naciones, profanado por ustedes. Y las
naciones sabrán que Yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando manifieste
mi santidad a la vista de ellas, por medio de ustedes. Yo los tomaré de
entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a
su propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán
purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les
arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de
carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y
que observen y practiquen mis leyes. Ustedes habitarán en la tierra que
Yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y Yo seré su
Dios'".
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 41, 3.5bcd; 42, 3-4
R. Mi alma tiene sed
de Dios.
Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios viviente: ¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios? R.
¡Cómo iba en medio de
la multitud y la guiaba hacia la Casa de Dios, entre cantos de alegría y
alabanza, en el júbilo de la fiesta! R.
Envíame tu luz y tu
verdad: que ellas me encaminen y me guíen a tu santa Montaña, hasta el
lugar donde habitas. R.
Y llegaré al altar
de Dios, el Dios que es la alegría de mi vida; y te daré gracias con la
cítara, Señor, Dios mío. R.
ORACIÓN
Oremos
Dios de poder
inmutable, cuyo resplandor no conoce el ocaso, mira con bondad a tu
Iglesia, signo de tu presencia entre nosotros; prosigue serenamente la
obra de la salvación humana según tu proyecto eterno, y haz que todos los
hombres experimenten y vean cómo lo abatido por el pecado se restablece,
lo viejo se renueva, y la creación se restaura plenamente por Cristo, de
quien todo procede. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R.
Amén.
Después de la última lectura
del Antiguo Testamento con su salmo responsorial y la correspondiente
oración, se encienden los cirios del altar y el sacerdote entona el himno
"Gloria", que todos prosiguen mientras se tocan las campanas,
de acuerdo con las costumbres del lugar.
ORACIÓN COLECTA
Oremos
Dios nuestro, que
iluminas esta santísima noche con la gloria de la resurrección del Señor;
acrecienta en tu Iglesia el espíritu de adopción de hijos para que,
renovados en el cuerpo y en el alma, te sirvamos con plena fidelidad. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Luego, todos se sientan y un
lector proclama la lectura del apóstol san Pablo.
EPÍSTOLA Rom 6, 3-11
COMENTARIO.
Por
el Bautismo nos sumergimos en la muerte de Cristo y nacemos con él a una
vida nueva. Este paso de la muerte a la vida que se dio en Cristo de una
vez para siempre se renueva en cada uno de nosotros. Porque estamos en la
vida, Pablo nos exhorta a que no vivamos más en el pecado.
De
la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: ¿No saben
ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos
sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la
muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre,
también nosotros llevemos una Vida nueva. Porque si nos hemos
identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos
identificaremos con él en la resurrección. Comprendámoslo: nuestro hombre
viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de
pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado. Porque el que está
muerto, no debe nada al pecado. Pero si hemos muerto con Cristo, creemos
que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, después de resucitar,
no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. Al morir, él
murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así
también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en
Cristo Jesús. Palabra de Dios.
SALMO Sal 117,
1-2.16-17.22-23
Luego un salmista o un cantor
entona el salmo, al que el pueblo responde con el Aleluya. Si es
necesario, el Aleluya inicial es cantado por el mismo salmista.
R.
Aleluya, Aleluya, Aleluya.
¡Den gracias al
Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! Que lo diga el pueblo
de Israel: ¡es eterno su amor! R.
La mano del Señor es
sublime, la mano del Señor hace proezas. No, no moriré: viviré para
publicar lo que hizo el Señor. R.
La piedra que
desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido
hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. R.
Concluida la lectura
todos se ponen de pie y el sacerdote entona solemnemente el Aleluya, que
todos repiten:
Aleluya,
Aleluya, Aleluya.
Para proclamar el Evangelio
no se llevan cirios, sino sólo el incienso, si se usa.
EVANGELIO Lc 24, 1-12
COMENTARIO: “HA RESUCITADO”. Así, con mayúsculas, aparece en
el Leccionario. Es la noticia. La Iglesia vive de ella. Millones de
cristianos a lo largo de veinte siglos han vivido de ella. Es la noticia
que ha cambiado la historia: el Crucificado vive, ha vencido la muerte y
el mal. Es el grito que inunda esta noche santa como una luz potente que
rasga las tinieblas.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según
san Lucas.
El primer día de la semana, al amanecer, las
mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas
encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron
el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de
esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como
las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del
suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que
está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que Él les decía
cuando aún estaba en Galilea: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea
entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite
al tercer día’”. Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron
del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María
Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que
las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les
pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y
corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas.
Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido.
Palabra del Señor.
LITURGIA BAUTISMAL
La liturgia
bautismal contiene dos temas fundamentales: la Resurrección y el
Bautismo. Ambos se complementan siendo uno símbolo del otro. La
resurrección de Jesús por el bautismo, es real resurrección de Cristo en
los cristianos.
LETANÍA DE LOS SANTOS
La liturgia
bautismal tiene como preludio el canto de la letanía de los santos.
Imploremos la intercesión de la comunidad de los santos, para que un día
merezcamos compartir, en su compañía, la vida eterna y cantar las
alabanzas del Señor.
LETANÍAS
Señor, ten piedad de
nosotros.
Señor, ten piedad de
nosotros.
Cristo, ten piedad
de nosotros.
Cristo, ten piedad
de nosotros.
Señor, ten piedad de
nosotros.
Señor, ten piedad de
nosotros.
Santa María, Madre
de Dios. Ruega por nosotros.
San Miguel. Ruega
por nosotros.
Santos Ángeles de
Dios. Rueguen...
San Juan Bautista.
Ruega...
San José. Ruega...
Santos Pedro y
Pablo. Rueguen...
San Andrés. Ruega...
San Juan. Ruega...
Santa María
Magdalena. Ruega...
San Esteban.
Ruega...
San Ignacio de
Antioquía. Ruega...
San Lorenzo.
Ruega...
Santas Perpetua y
Felicitas. Rueguen...
Santa Inés. Ruega...
San Gregorio.
Ruega...
San Agustín.
Ruega...
San Atanasio. Ruega...
San
Basilio. Ruega...
San
Martín. Ruega...
San
Benito. Ruega...
Santos Francisco y
Domingo. Rueguen...
San Francisco
Javier. Ruega...
San Juan María
Vianney. Ruega...
Santa Catalina de
Siena. Ruega...
Santa Teresa de Ávila. Ruega...
Todos los santos y
santas de Dios. Rueguen...
Por tu bondad.
Líbranos, Señor.
De todo mal.
Líbranos, Señor.
De todo pecado.
Líbranos, Señor
De la muerte eterna.
Líbranos, Señor.
Por el misterio de
tu encarnación. Líbranos, Señor.
Por tu muerte y tu
resurrección. Líbranos, Señor.
Por la venida del
Espíritu Santo. Líbranos, Señor.
Nosotros que somos
pecadores, te pedimos. Escúchanos, Señor.
Si hay bautizandos:
Para que por la
gracia del bautismo hagas renacer a estos elegidos tuyos. Escúchanos,
Señor.
Si no hay bautizandos:
Para que con tu
gracia santifiques esta fuente en la que han de renacer tus hijos.
Escúchanos, Señor.
Jesús, Hijo del Dios
vivo. Escúchanos, Señor.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Si hay bautizandos,
el sacerdote, con las manos juntas, dice la siguiente oración:
Padre todopoderoso y
eterno, acompaña con tu poder los sacramentos de tu inmensa bondad y
envía el espíritu de adopción para engendrar nuevos pueblos que la fuente
bautismal dará a luz para ti, y así logre, con tu ayuda, plena eficacia,
lo que obramos por nuestro humilde ministerio. Por Jesucristo nuestro
Señor.
BENDICIÓN DEL AGUA COMÚN
Si no hay bautizandos
ni se ha de bendecir el agua bautismal, el sacerdote bendice agua común
con la siguiente oración:
Queridos hermanos:
Invoquemos con humildad a nuestro Dios y Señor para que bendiga esta agua
con la cual seremos rociados en recuerdo de nuestro bautismo. Que él nos
renueve a fin de permanecer fieles al Espíritu Santo que hemos recibido.
Y después de una breve pausa
de oración en silencio, con las manos juntas, prosigue:
Señor y Padre
nuestro, en esta noche en que celebramos la maravilla de nuestra creación
y la maravilla más grande aún de nuestra redención, dígnate bendecir esta
agua. Tú la has creado para dar a la tierra su fecundidad y para dar a
nuestro cuerpo frescura y limpieza. Tú has hecho de ella también el
instrumento de tu misericordia; por ella has libertado a tu pueblo de la
esclavitud y has apagado su sed en el desierto; por ella los profetas han
anunciado la nueva alianza que tu querías sellar con todos los hombres;
por ella que Jesús santificó en el Jordán, tú has renovado nuestra
naturaleza pecadora en el baño del nuevo nacimiento. Que esta agua, una
vez más nos haga revivir y nos haga participar de la alegría de nuestros
hermanos que han sido bautizados en esta Pascua. Por Jesucristo nuestro
Señor.
RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS
DEL BAUTISMO
Queridos hermanos,
(nosotros también) por el Misterio Pascual, hemos sido sepultados con
Cristo en el bautismo, a fin de que, vivamos una vida nueva. Por lo
tanto, después de haber terminado el tiempo de la cuaresma, renovemos la
renuncia a Satanás que hemos hecho en nuestro bautismo; renovemos nuestra
profesión de fe en el Dios vivo y verdadero y en su Hijo Jesucristo,
prometiendo servir fielmente a Dios en la santa Iglesia católica. Por lo
tanto:
¿Prometen apartarse
del pecado, para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Sí, prometemos.
¿Prometen rechazar
todas las seducciones del mal, para que no domine en ustedes el pecado?
Sí, prometemos.
¿Prometen renunciar
al demonio, padre y autor del pecado?
Sí, prometemos.
Después el sacerdote
prosigue, diciendo:
¿Creen en Dios Padre
todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?
Sí, creemos.
¿Creen en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María Virgen, padeció y
fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha
del Padre?
Sí, creemos.
¿Creen en el
Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, en la comunión de los
santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y
en la Vida eterna?
Sí, creemos.
Y el sacerdote
concluye:
Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos hizo nacer de nuevo por el
agua y el Espíritu Santo, y que nos concedió la remisión de los pecados,
nos guarde en su gracia en el mismo Jesucristo nuestro Señor, para la
vida eterna.
El sacerdote rocía
al pueblo con el agua bendita, mientras se entona un canto bautismal.
Cuando el sacerdote concluye la aspersión, se hace la Oración universal,
en la que participan por primera vez los recién bautizados.
LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios, recibe
las oraciones de tu pueblo junto con estas ofrendas, de manera que tu
acción sacramental inaugurada por los misterios pascuales nos sirva de
remedio para la eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN 1 Cor 5,
7-8
Cristo, nuestra
Víctima pascual, ha sido inmolado. Celebremos, entonces, esta fiesta con
los panes ácimos de la pureza y la verdad. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Infunde en nosotros,
Padre, tu espíritu de amor, para que, saciados con los sacramentos
pascuales, permanezcamos unidos en la misma fe. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
BENDICIÓN SOLEMNE
Dios todopoderoso
los bendiga en esta solemne fiesta de Pascua y, por su bondad, los
proteja de toda sombra de pecado.
R. Amén.
Él, que por la
Resurrección de su Hijo los ha renovado para la Vida eterna, les conceda
la recompensa de la inmortalidad.
R. Amén.
Y ya que han
celebrado con honda alegría esta Pascua, al terminar los días de la
pasión del Señor, les conceda participar con inmensa alegría de los gozos
eternos.
R. Amén.
Y los bendiga Dios
todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
R. Amén.
Donde sea costumbre, según la
oportunidad pastoral y si no se hizo antes de la bendición, se puede
introducir un saludo a la Virgen, cantando el Regina coeli
u otro canto apropiado. Para ello puede utilizarse el siguiente esquema.
SOLEMNE SALUDO A NUESTRA
SEÑORA
El sacerdote se
dirige brevemente a los fieles con estas palabras u otras semejantes:
Queridísimos
hermanos: En esta noche, la más santa de todas, en la que permaneciendo
en vela hemos celebrado la Pascua del Señor, es justo alegrarse con la
Madre de Jesús por la Resurrección de su Hijo.
Este fue el
acontecimiento que realizó plenamente su esperanza y dio a todos los
hombres la salvación. Así como nosotros, pecadores, la hemos contemplado
unidos en el dolor, así, como redimidos, la honramos unidos en el gozo
pascual.
Después de la
introducción, si la imagen de la Virgen está en el altar donde se
celebra, el sacerdote puede incensarla, mientras los instrumentos
musicales suenan festivamente. El sacerdote dice:
Oremos
Señor, que has
alegrado al mundo por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, concédenos que por la intercesión de su Madre, la Virgen
María, alcancemos los gozos de la Vida eterna. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
R.
Amén.
En la despedida, el diácono o
el mismo sacerdote dice:
V. Pueden ir en paz,
aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a
Dios, aleluya, aleluya.
Esta despedida se dice
durante toda la octava de Pascua
El Cirio Pascual se ha de encender
en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes del tiempo pascual.
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