ANTÍFONA DE EN TRADA Sal 111, 4
Brilla
para los buenos una luz en las tinieblas: es el Señor bondadoso, compasivo
y justo.
ORACIÓN COLECTA
Señor de bondad, te pedimos que ilumines a tus
fieles y enciendas sus corazones con el esplendor de tu gloria, para que
siempre reconozcan a su Salvador y lo amen de verdad. Él que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos.
LECTURA 1Jn 3, 7-10
Lectura
de la primera carta de san Juan.
Hijos míos, que nadie los engañe: el que
practica la justicia es justo, como Dios mismo es justo. Pero el que peca
procede del diablo, porque el diablo es pecador desde el principio. Y el
Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del diablo. El que ha
nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no
puede pecar, porque ha nacido de Dios. Los hijos de Dios y los hijos del
diablo se manifiestan en esto: el que no practica la justicia no es de
Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.
Palabra
de Dios.
COMENTARIO: Cuando
el autor habla del pecado en esta carta no se refiere a las faltas leves,
sino al pecado entendido como rechazo a Dios y al hermano. Los creyentes
somos coherentes con nuestra condición de hijos e hijas de Dios, si vivimos
en la justicia y en el amor a Dios y al prójimo.
SALMO Sal 97, 1. 7-9
R.
¡El Señor manifestó su victoria!
Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo
maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R.
Resuene el mar y todo lo que hay en él, el
mundo y todos sus habitantes; aplaudan las corrientes del océano, griten de
gozo las montañas al unísono. R.
Griten de gozo delante del Señor, porque él
viene a gobernar la tierra: Él gobernará al mundo con justicia, y a los
pueblos con rectitud. R.
ALELUYA Heb 1, 1-2
Aleluya. Después de haber hablado a nuestros
padres por medio de los profetas, en este tiempo final, Dios nos habló por
medio de su Hijo. Aleluya.
EVANGELIO Jn 1, 35-42
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos
y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: Éste es el Cordero de Dios. Los dos
discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. Él se dio vuelta y,
viendo que lo seguían, les preguntó: ¿Qué quieren? Ellos le respondieron:
Rabbí –que traducido significa Maestro–, ¿dónde vives? Vengan y lo verán,
les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era
alrededor de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras
de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al
primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: Hemos
encontrado al Mesías, que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a
donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: Tú eres Simón, el hijo de
Juan: tú te llamarás Cefas, que traducido significa Pedro.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO: La
vida de Juan Bautista había suscitado, a su alrededor, un grupo de
discípulos. ¿Qué camino seguirían ellos ahora que Juan daba testimonio
claramente sobre quién era el esperado? Los discípulos de Juan se
convierten en discípulos de Jesús. Para esto comienzan compartiendo la
vida: Vengan y vean; se quedaron con él aquel día. Ellos también nos
revelan algo sobre la identidad de Jesús: lo llaman Maestro y Mesías.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta con bondad, Señor, las ofrendas de tu
pueblo y, por medio de este sacramento celestial, haz que se haga vida en
nosotros cuanto proclamamos por la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN 1Jn 4,
9
Así
Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo para que tuviéramos
Vida por medio de él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA
COMUNIÓN
Señor Dios, que sales a nuestro encuentro en la
participación de la Eucaristía, obra en nuestros corazones su poderosa eficacia,
para que, al recibirla, nos hagamos cada día más dignos del don que nos
haces. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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“Hemos encontrado al Mesías, que traducido significa
Cristo”
Juan 1, 35-42
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. AL OÍR QUE ERA EL CORDERO DE DIOS SIGUIERON A JESÚS
Nuevamente, la escena es
situada cronológicamente al día siguiente, es un relato algo esquemático,
pero muy atractivo. El Bautista tiene ante sí una sí una concurrencia que
no se precisa, posiblemente gentes que venían a su bautismo. Sin embargo,
se detalla que con él estaban dos de sus discípulos. Es conocido a través
de los evangelios la existencia de un círculo de discípulos del Bautista.
Ante ellos, el Bautista, viendo que Jesús pasaba por allí cerca, fijó los
ojos en El, y testificó ante estos discípulos que era el Cordero de Dios.
Esta testificación ante estos dos discípulos parece ser un indicio de que
éstos no estaban con él cuando testificó lo mismo ante una asistencia sin
denominación, ya que, al mostrarlo así como el Mesías, le hubiesen, probablemente,
seguido entonces.
Al punto de oír proclamar al
Bautista a Cristo como el Cordero de Dios siguieron a Jesús. Seguir a uno,
ir detrás de, era sinónimo, en los medios rabínicos, de ir a su escuela,
ser su discípulo. La forma de aoristo en que se encuentra el verbo, lo
siguieron, lo mismo que el simbolismo intentado por el evangelista en la
redacción de sus relatos históricos, parece sugerir, más que el hecho de
una curiosidad por conocer al Mesías, al haberse hecho sus discípulos (Mt
4:18.19.22 par.; Jn 1:43). Es además, un doble sentido que tiene el verbo
seguir en este relato de San Juan. Podría haber también en ello una
anticipación de este primer contacto, conjugado con la vocación definitiva
y elección oficial, que narran los sinópticos y omite Juan. Lo mismo puede
decirse de las otras vocaciones aquí narradas.
2.
“¿QUÉ BUSCÁIS?”
Conociendo Cristo, al
volverse, que le seguían, pero un seguirle que le hizo saber que le
buscaban a Él, les preguntó: “¿Qué buscáis?”
Le dijeron: Rabí, y el
evangelista, interpretándolo para sus lectores asiáticos, lo vierte: que
quiere decir Maestro, ¿dónde moras? El título de rabí o maestro de la Ley
sólo lo tenían oficialmente los rabís que lo habían recibido de la
autoridad religiosa después de un largo aprendizaje de años. Pero todo el
que tenía discípulos era llamado rabí. Se lo usa como título de cortesía.
Frecuentemente aparece Cristo llamado así por diversas gentes (Mt 17:24,
etc.).
Aquellos discípulos del
Bautista requerían tiempo y profunda intimidad en lo que querían tratar con
él. No era oportuno tratarlo allí entre las afluencias que venían al
bautismo de Juan. ¿Sería ello un indicio de ofrecimiento indirecto a
seguirle como discípulos? Se diría lo más probable. Pues viviendo en un
círculo de orientación al Mesías, bajo la dependencia del Bautista, se
explicaría bien que, al ser mostrado por éste, se quisieran incorporar a lo
que orientaba su vida de discípulos de Juan. La respuesta de Cristo fue:
“Venid y ved.” Era la fórmula usual en curso: “Ven y ve, “tanto en el medio
bíblico (Sal 46:9) como en el neotestamentario (Jn 1:46; 11:34) y rabínico.
3.
ESTOS DISCÍPULOS FUERON Y SE
QUEDARON CON EL
Ante esta invitación, estos
discípulos fueron y se quedaron con El aquel día. Y se señala que era como
la hora décima.
Su morada debía de ser una
de aquellas cabañas improvisadas, de cañas y follaje, en que pasar la
noche.
La hora décima era sobre las
cuatro de la tarde. Los judíos dividían el día en doce horas (Jn 4:6.52;
19:14), aunque vulgarmente, por dificultad de precisar estas horas, solían
dividirlo en cuatro períodos u horas. Si esta escena tiene lugar uno o dos
meses antes de la Pascua que cita luego (Jn 2:13ss), sería en
febrero-marzo, en que el sol se pone unas dos horas después de la hora
citada. En Jerusalén, la puesta del sol del 7 de abril, como se dice a
propósito de la muerte de Cristo, es a las 6:23. Conforme a las costumbres
de Oriente, hubieron de pasar aquella noche con El, pues ya declinaba el
día (Lc 24:29).
El evangelista da el nombre
de uno de estos dos discípulos del Bautista. Era Andrés, hermano de Simón
Pedro.
4.
¿QUIÉN ERA EL OTRO
DISCIPULO?
Del otro no se da el nombre.
¿Quién era? A partir de San Juan Crisóstomo se suele admitir, generalmente,
que se identifica con el otro discípulo anónimo del que se dice varias
veces en este evangelio que era el discípulo al que amaba el Señor. A esto
suelen añadir la vivacidad del relato, el fijar la hora en que sucedió;
todo lo cual indicaría un testigo ocular. El anonimato en que queda sería
como el signo que indica al autor mismo. Pero no puede decirse que sean
razones decisivas.
Otra tendencia moderna
tiende a identificarlo con el apóstol Felipe. Este y Andrés aparecen juntos
en algunas listas apostólicas (Mc 3:18; ti. Hechos 1:13). En el cuarto
evangelio, Felipe aparece frecuentemente al lado de Andrés (Jn 6:5-9;
12:20.21). Sin embargo, el encuentro que tiene al otro día Cristo con
Felipe, al que manda seguirle, hace difícil esto (v.43).
5.
“HEMOS ENCONTRADO AL MESÍAS,
QUE TRADUCIDO SIGNIFICA CRISTO”
Tal como comentaba al
principio, el relato es esquemático, porque faltan detalles, la ausencia
del lugar geográfico y tema de aquella conversación, lo que si queda claro
son tres acciones, se sigue a Cristo, se va donde él está y se queda con
EL.
A esto llevaría también la
pregunta de Cristo: “¿Qué buscáis?” Se le llama aquí Rabí, y se le
interpreta Maestro. Sería, en evocación del A.T., Cristo-Sabiduría, que
llama a los hombres a sí para enseñarles. A esta pregunta de Cristo se
respondería por estos dos discípulos, máxime si Felipe era el otro que fue
a hablar con Cristo: “Hemos” encontrado al Mesías (v.41). Sería el tema del
A.T., realizado ahora por Cristo: hay que buscar la Sabiduría para
encontrarla.
El hermano de Pedro, Andrés,
después de venir de estar con Cristo, encontró a Pedro. La presentación que
de Cristo hizo el Bautista a Andrés, como el Cordero de Dios, fórmula
mesiánica, y la confirmación que de su mesianismo tuvo en su conversión, le
hizo volcarse, con todo el ardor de su nueva fe y con el fuego de su
temperamento galileo, en entusiasmo y apostolado. Y, al encontrar a Pedro,
le dijo con plena convicción: “Hemos encontrado al Mesías.” Y el
evangelista vierte el término para sus lectores griegos: “que quiere decir
el Cristo.”
6.
AL LLEGAR A SU PRESENCIA,
CRISTO LE MIRÓ FIJAMENTE
Pero no quedó su fe en esta
sola confesión. Andrés le condujo a Jesús. Al llegar a su presencia, Cristo le miró fijamente.
Este verbo significa aquí un mirar profundo de Cristo, con el que sondea el
corazón de Pedro y lo sabe apto para el apostolado y para la misión
pontifical que le comunicará. Es el “mirar” de Cristo, con el que
descubrirá en seguida a Natanael un misterio de su vida.
Y, mirándole así, le dijo:
“Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú serás llamado Cefas, que quiere decir
Pedro.”
El nombre de Simón era usual
en Israel. Pero aquí le dice que es hijo de Juan mientras que en Mt le dice
ser hijo de Yoná (cf. Mt 16:17).
El nombre de Cefas
corresponde al arameo Kepha, roca, piedra. En Mc (3:16) y Lc (6:14), Cristo
le da a Simón el nombre de Pedro al hacer la institución de los apóstoles
en el sermón del Monte. En cambio, en Mt, en la lista de los apóstoles, se
habla de “Simón, llamado Pedro” (Mt 10:2). Este anuncio del cambio de su
nombre que se hace aquí ahora en este pasaje del cuarto evangelio.
7.
HABLA DE JESÚS A SU
DISCÍPULOS Y SE LOS MUESTRA
Juan Bautista se nos muestra
en este evangelio como un hombre generoso y no egoísta, habla de Jesús a
sus discípulos y se los muestra, con esta acción los impulsa a seguirlo.
Así como los discípulos de Juan siguieron a Jesús, nosotros también podemos
seguirlo y convertirnos en sus discípulos. Pero no es suficiente con seguir
a Cristo, es preciso convertirse de discípulo a apóstol para darlo a
conocer y mostrársele a los demás, con nuestro testimonio de vida, con
nuestras acciones, con nuestras palabras.
No tengamos miedo, Jesús se
deja apreciar por todo aquel que lo quiere seguir, por todo aquel que lo busca,
vayamos a Él con sencillez y Él nos hará sentir su Espíritu, nos llenara de
su gracia, y seguro que saldremos entusiasmados, como Andrés a invitar a
otro para que le conozca.
El Señor les
Bendiga
Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant
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