I.- RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 24, 15-16
Mis ojos están siempre fijos
en el Señor, porque él sacará mis pies de la trampa. Mírame, Señor, y ten
piedad de mí, porque estoy solo y afligido.
O bien: Ez 36, 23-26
Dice el Señor: Cuando
manifieste mi santidad en medio de ustedes, los congregaré de todos los
países de la tierra: derramaré sobre ustedes el agua que purifica, serán
lavados de todas sus manchas y pondré en ustedes un espíritu nuevo, dice el
Señor.
ACTO PENITENCIAL
·
Tú
no has venido a condenar sino a perdonar Señor, ten piedad.
·
Tú
perdonas mucho a quien mucho ama. Cristo, ten
piedad.
·
Tú
nos llamas a la conversión y nos ofreces tu perdón. Señor, ten piedad.
No se
dice Gloria a Dios.
ORACIÓN COLECTA
Dios de misericordia y origen de
todo bien, que en el ayuno, la oración y la limosna nos muestras el remedio
del pecado, mira con agrado el reconocimiento de nuestra pequeñez, para que
seamos aliviados por tu misericordia quienes nos humillamos interiormente.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Éx 3, 1-8a.10.13-15
Dios se
compadece del sufrimiento de su pueblo, y decide intervenir para liberarlo.
Desde este momento, Israel conoce al Señor, el Dios de sus antepasados,
como el Dios de la liberación. Esta liberación de la opresión y del
sufrimiento, Dios la hace con intermediarios humanos. Moisés será el
encargado de transmitir todo esto al pueblo y organizar el éxodo.
Lectura
del libro del Éxodo.
Moisés, que apacentaba las
ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de
Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña
de Dios, al Horeb. Allí se le apareció el Ángel del Señor en una llama de
fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin
consumirse, Moisés pensó: «Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por
qué será que la zarza no se consume?». Cuando el Señor vio que él se
apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: «
¡Moisés, Moisés!». «Aquí estoy», respondió él. Entonces Dios le dijo: «No
te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás
pisando es una tierra santa». Luego siguió diciendo: «Yo soy el Dios de tu
padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Moisés se
cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios. El Señor dijo: «Yo he
visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de
dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos.
Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios y a hacerlo subir,
desde aquel país, a una tierra fértil y espaciosa, a una tierra que mana
leche y miel. Ahora ve, Yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a
mi pueblo, a los israelitas». Moisés dijo a Dios: «Si me presento ante los
israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me
preguntarán cuál es su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?» Dios dijo
a Moisés: «Yo soy el que soy». Luego añadió: «Tú hablarás así a los israelitas:
«Yo soy» me envió a ustedes». Y continuó diciendo a Moisés: «Tú hablarás
así a los israelitas: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham,
el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es el que me envía. Éste es mi nombre
para siempre, y así será invocado en todos los tiempos futuros».
Palabra
de Dios.
SALMO
En
respuesta a la amorosa acción de Dios, el salmo canta la bondad y
misericordia de Dios. Participamos de esta oración, aclamando: El Señor es
bondadoso y compasivo.
Sal 102,
1-4.6-8,11
R. El Señor es bondadoso y
compasivo.
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y
nunca olvides sus beneficios.
R. El Señor es bondadoso y
compasivo.
Él perdona todas tus culpas y
sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y
de ternura.
R. El Señor es bondadoso y
compasivo.
El Señor hace obras de
justicia y otorga el derecho a los oprimidos; él mostró sus caminos a
Moisés y sus proezas al pueblo de Israel.
R. El Señor es bondadoso y compasivo.
El Señor es bondadoso y
compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; cuanto se alza el
cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que lo temen.
R. El Señor es bondadoso y
compasivo.
SEGUNDA LECTURA 1Cor 10, 1-6.10-12
Pablo
extrae una advertencia de la historia de Israel. Dios acompañó a su pueblo
en forma de fuego y nube y el pueblo recibió los beneficios de Dios. Sin
embargo, a pesar de haber recibido tanto de Dios, algunos se rebelaron
contra él. Por eso debemos vigilar sobre nuestra propia conducta, no creer
que ya estamos «asegurados» por todo lo que Dios nos dio. Cada día es un
empezar de nuevo a caminar en su presencia.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: No deben ignorar que
todos nuestros padres fueron guiados por la nube y todos atravesaron el
mar; y para todos, la marcha bajo la nube y el paso del mar, fue un
bautismo que los unió a Moisés. También todos comieron la misma comida y
bebieron la misma bebida espiritual. En efecto, bebían el agua de una roca
espiritual que los acompañaba, y esa roca era Cristo. A pesar de esto, muy
pocos de ellos fueron agradables a Dios, porque sus cuerpos quedaron
tendidos en el desierto. Todo esto aconteció simbólicamente para ejemplo
nuestro, a fin de que no nos dejemos arrastrar por los malos deseos, como
lo hicieron nuestros padres. No nos rebelemos contra Dios, como algunos de
ellos, por lo cual murieron víctimas del Ángel exterminador. Todo esto les
sucedió simbólicamente, y está escrito para que nos sirva de lección a los
que vivimos en el tiempo final. Por eso, el que se cree muy seguro,
¡cuídese de no caer!
Palabra
de Dios.
ACLAMACIÓN Mt 4, 17
“Conviértanse, porque el Reino
de los Cielos está cerca”, dice el Señor.
EVANGELIO Lc 13, 1-9
Las desgracias
de los otros nos llevan a reflexionar sobre nuestra propia conducta. El
Maestro deja claro que esos males no ocurrieron porque estas personas
fueran peores que los demás, rechazando así toda idea de castigo. Pero
aprovecha estas noticias para hacer un llamado a la conversión. La dureza
de sus palabras es suavizada después por la parábola de la higuera. Aunque
estemos secos y no demos fruto, Dios hará todo lo posible para que
cambiemos de actitud, y esperará con paciencia que esto ocurra.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
En cierta ocasión se
presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos
galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus
sacrificios. Él les respondió: ¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron
todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si
ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que
las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé,
eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que
no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. Les
dijo también esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su
viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: Hace
tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro.
Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?” Pero él respondió: “Señor, déjala
todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.
Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”.
Palabra
del Señor.
EL CREDO
Creo en Dios Padre
todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer
día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la
derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los
vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la
Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los
pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención, pedimos:
Señor, ayúdanos a convertirnos de corazón.
·
Por todo el pueblo de Dios, que en esta Cuaresma peregrina
hacia la Pascua: para que se prepare con sincera conversión. Oremos.
·
Por todos los llamados como Moisés a ejercer cargos de
responsabilidad: para que cumplan su gestión con la máxima generosidad.
Oremos.
·
Por los que viven angustiados por culpas y remordimientos; por
quienes no tienen paz, para que perciban la misericordia de Dios. Oremos.
·
Por todos nosotros: para que escuchemos el llamado a dejar los
malos deseos y agradar al Señor. Oremos.
III. LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Cristo, muerto y resucitado,
es nuestra gran ofrenda al Padre. Junto a él, llevemos al altar el
propósito de purificar nuestra conducta para ser, como Jesús, templos vivos
de Dios.
Presentación
de las ofrendas: Señor, por este sacrificio concédenos que así como te
pedimos perdón por nuestros pecados, perdonemos las faltas de nuestros
hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO
Prefacio
(Cuaresma II): El Señor nos llama a revisar nuestra conducta y nuestro
culto. Por eso, demos gracias al Señor, nuestro Dios porque estableció
tiempos especiales para que sus hijos recuperen la pureza del alma.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 83, 4-5
El gorrión encontró su casa, y
la golondrina tiene un nido para poner pichones: junto a tus altares, Señor
del universo. Rey y Dios mío. ¡Felices los que habitan en tu casa y te
alaban sin cesar!
Comunión:
Jesús conoce nuestras debilidades y nuestra buena voluntad. Él se ofrece en
la eucaristía para purificarnos y transformarnos en templos vivos de Dios.
Con alegría, vayamos a comulgar.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, te suplicamos que alimentados
ya en la tierra con el pan del cielo, anticipo de la eterna salvación, se
lleve a plenitud la obra redentora que sacramentalmente se realiza en
nosotros.
Por
Jesucristo nuestro Señor.
IV.- RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICION
Canto
final
Queridos amigos: Volvamos a la
vida diaria con la alegría de llevar con nosotros al Dios que nos hace
libres. Nos retirarnos cantando.
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