I. RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 26, 8.9
Mi corazón sabe que
dijiste: busquen mi rostro. Yo busco tu rostro, Señor, no lo apartes de mí.
ACTO
PENITENCIAL
·
Tú perdonas
nuestros pecados. Señor, ten piedad.
·
Tú nos
llamas a hacer penitencia. Cristo, ten piedad.
·
Tú nos
invitas a compartir tu gloria. Señor, ten piedad.
No
se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Padre santo, que nos mandaste
escuchar a tú Hijo amado, alimenta nuestro espíritu con tu Palabra, para
que, después de haber purificado nuestra mirada interior, podamos
contemplar gozosos la gloria de su rostro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios,
por los siglos de los siglos.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA Gn 15, 5-12.
17-18
Hacer
alianzas era común entre los pueblos de los tiempos bíblicos, como sucede
hoy en día con los tratados que se firman entre los países. Estas alianzas
se realizaban a través de diversos ritos. Uno de ellos era que quienes
firmaban, pasaran en medio de animales descuartizados, como signo de que su
alianza era hasta la muerte y que preferían morir antes de romperla. En
este relato quien pasa entre los animales muertos no es Abraham, sino Dios,
porque la Alianza es desproporcionada. Abraham sólo puede aceptarla porque
es totalmente beneficiosa para él. Es Dios quien, entonces, se ha
comprometido, por toda la eternidad, a mantener la alianza con su pueblo.
Lectura
del libro del Génesis.
Dios dijo a Abram:
“Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así
será tu descendencia”. Abram creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en
cuenta para su justificación. Entonces el Señor le dijo: “Yo soy el Señor
que te hice salir de Ur de los caldeos para darte
en posesión esta tierra”. “Señor, respondió Abram, ¿cómo sabré que la voy a
poseer?”. El Señor le respondió:
“Tráeme una ternera,
una cabra y un carnero, todos ellos de tres años, y también una tórtola y
un pichón de paloma”. El trajo todos estos animales, los cortó por la mitad
y puso cada mitad una frente a otra, pero no dividió los pájaros. Las aves
de rapiña se abalanzaron sobre los animales muertos, pero Abram las
espantó. Al ponerse el sol, Abram cayó en un profundo sueño, y lo invadió
un gran temor, una densa oscuridad. Cuando se puso el sol y estuvo
completamente oscuro, un horno humeante y una antorcha encendida pasaron en
medio de los animales descuartizados.
Aquel día, el Señor
hizo una alianza con Abram diciendo: “Yo he dado esta tierra a tu
descendencia”.
Palabra
de Dios.
SALMO SaI 26, 1. 7-9. 13-14
R.
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y
mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante
quién temblaré? R.
Escucha, Señor, yo te
invoco en alta voz, apiádate de mí y respóndeme! Mi corazón sabe que
dijiste: “Busquen mi rostro”. R.
Yo busco tu rostro,
Señor, no lo apartes de mí. No alejes con ira a tu servidor, Tú, que eres
mi ayuda; no me dejes ni me abandones, mi Dios y mi salvador. R.
Yo creo que
contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el
Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
SEGUNDA LECTURA FIp 3, 17—4, 1
El
cristiano vive en este mundo comprometido con su historia. Pero sabe que la
historia, en su devenir, nos lleva a lo absoluto del Reino eterno del
Padre. Así como conciudadanos del cielo, sabemos que nuestro compromiso es
con lo relativo a la historia, pero preñándola de lo absoluto de la
eternidad.
Lectura
de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.
Hermanos: Sigan mi
ejemplo y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he
dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay
muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la
perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre
de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio,
nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de
allí como Salvador el Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre
cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que
tiene para poner todas las cosas bajo su dominio. Por eso, hermanos míos
muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi
corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.
Palabra
de Dios.
ACLAMACIÓN Mt 17, 15
Desde la nube
resplandeciente se oyó la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado;
escúchenlo”.
EVANGELIO Lc 9, 28-36
Contemplar
al Maestro puede llevarnos a querer estar inmovilizados, en una actitud de
tal pasividad que en nada es acorde con el mensaje evangélico. La nube que
envuelve al monte, signo de la presencia divina nos invita a escuchar al
Hijo, quien nos envía al mundo a predicar, a trabajar por el Reino, a
seguirle hasta la cruz y hacia la Pascua.
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús tomó a Pedro,
Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro
cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura
deslumbrante. Y dos hombres conversaban con El: eran Moisés y Elías, que
aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a
cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero
permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres
que estaban con El. Mientras éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús:
“Maestro, qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías”. Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba,
una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se
llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: “Este
es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”. Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba
solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie
lo que habían visto.
Palabra
del Señor.
EL CREDO
Creo en Dios Padre todopoderoso. Creador del cielo y de la tierra. Y
en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el
poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a
los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los
cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí
ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de
los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la
vida eterna. Amén.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada intención,
pedimos: Danos deseos de escucharte, Señor.
·
Para que
la Iglesia en Mundo siga transformando en alegría la tristeza de los
hermanos necesitados. Oremos.
·
Para que
el esfuerzo de todos los que influyen en la sociedad se oriente a
transformarla en más justa y solidaria. Oremos.
·
Para que
los que viven sin esperanza puedan descubrir en la vida de los creyentes,
el verdadero rostro de Dios. Oremos.
·
Para que
todos nosotros pasemos de la oscuridad a la luz de la fe, y del desaliento
a la confianza en la gloria final. Oremos.
III. LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que
este sacrificio borre nuestros pecados y santifique el cuerpo y el alma de
tus fieles, para que podamos celebrar dignamente las fiestas pascuales.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
V. El Señor esté con
ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el
corazón.
R. Lo tenemos
levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al
Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y
necesario.
En verdad es justo y
necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo
lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor
nuestro.
Él mismo, después de
anunciar su muerte a los discípulos, les reveló el esplendor de su gloria
en la montaña santa, para mostrar, con el testimonio de la Ley y los
Profetas, que por la pasión, debía llegar a la gloria de la resurrección.
Por eso, con los coros
celestiales, te alabamos en la tierra llenos de alegría, cantando sin
cesar:
Santo,
Santo, Santo es el Señor...
RITO DE COMUNIÓN
PADRE NUESTRO
Padre nuestro que
estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
LA PAZ
Señor Jesucristo, que
dijiste a tus apóstoles: “La paz os dejo, mi paz os doy”. No tengas en
cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu
palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amén.
CORDERO
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, danos la paz.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Mt 17, 5
Éste es mi Hijo muy
querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después de haber
recibido estos gloriosos misterios, Padre, te damos gracias porque, aun
viviendo en la tierra, ya nos haces partícipes de los bienes del cielo.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
IV. RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN
Canto
final
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
(facultativa)
Señor, bendice a tus
fieles y protégelos constantemente; haz que se identifiquen de tal modo con
el Evangelio de tu Hijo, que anhelen siempre aquella gloria con la que se
mostró a los Apóstoles, y puedan alcanzarla felizmente.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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