Santos Basilio y Gregorio
San Basilio nace en
Cesárea de Capadocia el año 330, y el mismo año nace san Gregorio en
Nacianzo, de la misma nación. Basilio pertenece a una familia de santos:
santa su abuela, santos sus padres, santos sus dos hermanos y santa su
hermana. Basilio y Gregorio se encuentran con motivo de sus estudios en
Grecia, y se vuelven grandes amigos. Basilio se hace monje y luego es
nombrado obispo de Cesárea. Gregorio sigue a Basilio en la vida monástica y
es nombrado patriarca de Constantinopla. San Gregorio, refiriéndose a la
amistad con Basilio, escribe: 7Vos movía un mismo deseo de saber... Parecía
que teníamos una misma alma que sustentaba dos cuerpos... Una sola tarea y
afán había para ambos, y era la virtud, así como vivir para las esperanzas
futuras de tal modo que, aun antes de partir de esta vida, pudiese decirse
que habíamos emigrado ya de ella”. Basilio falleció en el 379 y Gregorio en
el 389.
ANTÍFONA DE ENTRADA Ecli 15, 5
Los pueblos proclamen la
sabiduría de los santos, y la Iglesia cante sus alabanzas; sus nombres
vivirán por los siglos de los siglos.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que has
querido iluminar a tu iglesia con la vida y la enseñanza de los santos
obispos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, concédenos la gracia de
conocer humildemente tu verdad y de vivirla fielmente en la caridad. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA 1Jn 2, 22-28
Lectura
de la primera carta de san Juan.
Hijos míos: ¿Quién es
el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el
Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo. El que niega al Hijo no está
unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre. En
cuanto a ustedes, permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio: de
esa manera, permanecerán también en el Hijo y en el Padre. La promesa que
él nos hizo es ésta: la Vida eterna. Esto es lo que quería escribirles
acerca de los que intentan engañarlos. Pero la unción que recibieron de él
permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Y ya que esa
unción los instruye en todo y ella es verdadera y no miente, permanezcan en
él, como ella les ha enseñado. Sí, permanezcan en él, hijos míos, para que
cuando él se manifieste, tengamos plena confianza, y no sintamos vergüenza
ante él en el día de su venida.
Palabra de Dios.
COMENTARIO; La
carta está escrita en medio de una situación de engaño y mentira que atenta
contra la vida de los creyentes. ¿Cómo vivir cuando estos peligros acechan
constantemente a la comunidad? La clave es permanecer firmes en Jesucristo;
en él están la verdad y la vida.
SALMO Sal 97, 1-4
R.
¡El Señor manifestó su victoria!
Canten al Señor un
canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le
obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su
victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su
amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la
tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la
tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R.
ALELUYA Heb 1, 1-2
Aleluya. Después de
haber hablado a nuestros padres por medio de los profetas, en este tiempo
final, Dios nos habló por medio de su Hijo. Aleluya.
EVANGELIO Jn 1, 19-28
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Éste es el testimonio
que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde
Jerusalén, para preguntarle: Quién eres tú?, él confesó y no lo ocultó,
sino que dijo claramente: -Yo no soy el Mesías-. -¿Quién eres, entonces?-,
le preguntaron. -¿Eres Elías?-. Juan dijo: -No-. -¿Eres el Profeta?-.
–Tampoco- respondió. Ellos insistieron: -Quién eres, para que podamos dar
una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?-. Y él les
dijo: -Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del
Señor, como dijo el profeta Isaías-. Algunos de los enviados eran fariseos,
y volvieron a preguntarle: -¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el
Mesías, ni Elías, ni el Profeta?-. Juan respondió: -Yo bautizo con agua,
pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene
después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia-. Todo
esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra
del Señor.
COMENTARIO; El
relato presenta de manera progresiva y cronológica los inicios de la misión
de Jesús. Presenta también la actividad de Juan Bautista que precede a la
predicación de Jesús y que resulta cuestionadora para los jefes religiosos
de la época, al punto que preguntan por su identidad. La respuesta de Juan,
más que satisfacer la curiosidad de los sacerdotes, levitas y fariseos,
quiere suscitar en los corazones la expectativa y la apertura hacia el que
viene, Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, este
sacrificio de tu pueblo, para que los dones ofrecidos a ti en honor de los
santos Basilio y Gregorio, sean para nuestra salvación eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Lc 12, 42
Nosotros predicamos a
Cristo crucificado, fuerza y sabiduría de Dios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Dios
todopoderoso, que la participación en la mesa celestial robustezca y
aumente las fuerzas espirituales de quienes celebramos la fiesta de los
santos Basilio y Gregorio; para que guardemos con integridad el don de la
fe y recorramos el camino que nos señalaron. Por Jesucristo, nuestro Señor.
|
Él viene después de mí, y yo no soy digno de
desatar la correa de su sandalias
Jn 1, 19-28
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.
YO NO SOY EL MESÍAS.
Este es el testimonio
que dio Juan el Bautista, cuando los judíos de Jerusalén enviaron una
comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era. El
confesó rotundamente: Yo no soy el Mesías.
Estas palabras
introductorias podrían ser una alusión literaria a la misión del Bautista,
que se dijo en el prólogo que era la de dar testimonio de Cristo (Jn
1:6-8), aunque allí nada se dijo de la forma histórica en que el Bautista
cumplió ese testimonio.
El momento en que el
Bautista hace su aparición en el valle del Jordán, predicando la proximidad
del reino de Dios y orientando hacia él los espíritus y preparándoles con
un bautismo que era símbolo de la renovación total, era un momento en
Israel de máxima expectación mesiánica.
La figura y
predicación de Juan el Bautista era lo que más contribuía a crear este
interés mesiánico en las multitudes. Los evangelios sinópticos hablan
ampliamente de la persona ascética del Bautista: se presenta con una
vestidura austera, que evocaba la vestidura de viejos profetas de Israel, y
con ausencia de ellos después de tantos siglos, y con gran austeridad en su
vida y su escenario era el desierto de Judá, de donde, conforme al ambiente
de entonces, se esperaba saldría el Mesías.
La manifestación del Bautista
en la región del Jordán, en aquel ambiente de expectación mesiánica, y
anunciando que “llegó el reino de Dios” (Mt 3:2), produjo una conmoción
fortísima en Israel. Ante esta fuerte conmoción religioso-mesiánica, es
cuando el evangelista recoge la comisión que le enviaron desde Jerusalén
los judíos.
En el Evangelio de
Juan los judíos tienen diversas acepciones, pero en este caso, se puede
decir con bastante probabilidad que los judíos que enviaron a Juan
Bautista, son una delegación de sacerdotes y levitas, son las autoridades
religiosas de Jerusalén, los grandes sacerdotes, excitados y movidos por
los fariseos.
A primera vista
extraña por qué se incluyen en esta delegación oficial a los levitas, ya
que éstos no eran miembros del Sanedrín. Los levitas eran especialistas en
los actos cultuales, eran los liturgistas o ritualistas del culto. Y el
Bautista se caracterizaba por un especial bautismo, de tipo desconocido en
Israel, y del que esta delegación le pedirá cuenta porque lo hace. Tal vez
por eso la delegación está formada por especialistas en materia de
purificación cultual.
El diálogo de este
interrogatorio, tal como lo relata el evangelista, es sintético, pero
preciso, y acusa la austeridad, y puede pensarse como de sagacidad, del
Bautista.
“¿Tú quién eres?”
Naturalmente, lo que les interesa no es su origen, sino su misión, la
respuesta del Bautista es clara y terminante: Yo no soy el Mesías. Acaso
hubo preguntas más explícitas sobre este punto. Pero, en todo caso, el
Bautista responde al ambiente de expectación que había sobre su posible
mesianismo. Lc dice, a propósito de la acción y conmoción que produce la
presencia del Bautista: se hallaba el pueblo en expectación, y pensando
todos en sus corazones acerca de Juan si sería él el Mesías (Lc 3:15; cf.
Hech 13:25).
2.
NO
SOY ELÍAS.
Ellos le preguntaron:
Entonces, ¿eres tú Elías? Juan respondió: No soy Elías.
Descartado que fuese
el Mesías, su aspecto y conducta, anunciando la proximidad de la venida del
reino, hizo pensar, en aquellos días de expectación mesiánica, que él,
vestido como un viejo profeta
pudiera ser el precursor del Mesías, el cual, según las creencias
rabínicas, sería el profeta Elías.
Los rabinos habían ido
estableciendo las diversas funciones que ejercería Elías en su venida
precursora. Vendría a reprochar a Israel sus infidelidades, para que se
convierta, vendría a resolver cuestiones difíciles, que aún no estaban
zanjadas, tendría una misión cultual y restituiría al templo el vaso del
maná, la redoma del agua de la purificación, la vara de Aarón, y traería la
ampolla con el aceite de la unción mesiánica. Y según una tradición judía,
recogida por San Justino, Elías anunciaría la venida del Mesías, le daría
la consagración real y le presentaría al pueblo. Tal era el ambiente que
sobre la función precursora de Elías, que había en el Israel contemporáneo
de Cristo, como reflejan estos escritos. Jesucristo mismo hizo ver que esta
función de Elías precursor la había cumplido el Bautista (Mt 17:10-13; Mc
9:11-13).
Por otra parte, dado
el grado de suficiencia y petulancia farisaicas, sería difícil saber el
grado de sinceridad que hubo en este interrogatorio. Las respuestas secas
del diálogo, ¿serán simple resumen esquemático, acusándose literariamente
el intento polémico del Evangelista, o reflejarán el desagrado del Bautista
ante el interrogatorio y tono exigente y escéptico de aquella misión
farisaica jerosolimitana?
3.
¿ERES
EL PROFETA QUE ESPERAMOS?
Luego volvieron a
preguntarle: ¿Eres el Profeta que esperamos? Él respondió: No. No de no ser
ninguno de estos personajes mesiánicos, no cabría más que preguntar, ante
aquella figura y conducta del Bautista, si era un profeta, cuya
investigación es uno de los puntos de competencia explícitamente citados en
la legislación sobre el Sanedrín. ¡Hacía tanto tiempo que la voz del
profetismo había cesado en Israel! ¡Unos cinco siglos!
Pero el problema está
en que aquí le preguntan si él es el Profeta, en singular y con artículo,
determinándolo de modo preciso. Los rabinos no parecen que hayan
interpretado este pasaje de ningún profeta insigne en concreto. Los judíos
entendían un confuso modo, sea del Mesías (Jn 6:14), sea de alguno de entre
los grandes personajes de Israel (Jn 7:40): como Samuel, Isaías, Jeremías.
Y hasta se pensó que pudiera referirse al mismo Moisés, pues se tenía la
creencia popular de que no había muerto, sino que había sido arrebatado
corporalmente al cielo.
Lo más extraño es que
el Bautista niega ser el Profeta, cuando, en realidad, su misión era
profética. En el Benedictus se le reconoce por tal: será llamado profeta
del Altísimo (Lc 1:76). Y Cristo dirá de él mismo que no hay entre los
nacidos de mujer profeta más grande que Juan (Lc 7:28).
Acaso la solución se
encuentra en el mismo evangelio de Jn. Después de la multiplicación de los
panes, los “hombres, viendo el milagro que había hecho, decían:
Verdaderamente éste es el Profeta que ha de venir al mundo (Jn 6:14). Juan
entiende probablemente el profeta en un sentido equivalente a Mesías; de
ahí su respuesta negativa.
4.
¿QUÉ
DICES DE TI MISMO?
De nuevo insistieron:
Entonces dinos quién eres. Tenemos que dar una respuesta a los que nos enviaron.
¿Qué dices de ti mismo? Y el Bautista, ante aquella delegación oficiosa del
Sanedrín, va a dar: testimonio de la Luz (Jn 1:7). Y va a dar el testimonio
oficialmente, para que lo transmitan a la autoridad de la nación. Yo soy la
voz que grita en el desierto: enderecen el camino del Señor.
El Bautista se figura
que él es el mensajero que, estando en el desierto, desde él pide a todos
que se preparen para la inminente venida del Mesías.
Algunos de la comisión
eran fariseos. No sería improbable que, si el Sanedrín fue el que envió
esta delegación, lo hiciese, como antes se dijo, movido por los fariseos.
Estos le preguntaron: “Si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta
esperado, ¿por qué bautizas?”
Estos enviados
fariseos, especialistas en todo lo de la Ley, al ver que él negaba ser el
Mesías, o Elías, o el Profeta, le preguntan por qué entonces bautiza. Que
éstos instituyesen ritos nuevos, nada tenía de particular; como enviados de
Dios, podían obrar conforme a sus órdenes. Pero un simple asceta, ¿podría
arrogarse este derecho?
En la época de Cristo,
los judíos practicaban numerosos ritos de purificación. Pero no eran
verdaderos bautismos. El verdadero bautismo para ellos era el de los
prosélitos, que se administraba a los paganos que se incorporaban al
judaísmo. Los demás ritos de lavado, entre los judíos, no tenían carácter
bautismal, y ninguno estaba en función de la venida del reino. Pero el
Bautista había introducido un rito nuevo, pues estaba en función de la
purificación del corazón,
conversión, y en relación con la inminencia de la venida del reino
de Dios. ¿Qué potestad tenía él para esto? Era lo que le exigía la
autoridad religiosa, encargada de velar por las tradiciones de Israel.
5.
YO
BAUTIZO CON AGUA.
Entonces Juan, afirmó:
Yo bautizo con agua. En efecto, a la primera parte de la respuesta del
Bautista: Yo bautizo con agua, se esperaría la contraposición que Cristo
bautizaría en fuego o en Espíritu Santo. El Bautista no conoció el bautismo
en el Espíritu Santo, como apropiación de una persona divina; no salió de
la mentalidad del ambiente del A.T., en el que el Espíritu Santo era la
acción del Dios “ad extra.”
En efecto, el bautismo
de Juan no tenía valor legal moral, sino que tenía valor en cuanto, siendo
un símbolo externo de purificación, excitaba y protestaba la confesión de
los pecados (Mt 3:6; Mc 1:5). Hasta el historiador judío Flavio Josefo
destaca esto, así es como escribe que: este bautismo no era usado para
expiación de crímenes, sino para la purificación del cuerpo, una vez que ya
las mentes estaban purificadas por la justicia.
Pero, en lugar de
contraponer a su bautismo el de Cristo, hace el elogio de éste en
contraposición consigo mismo, “pero en medio de ustedes hay uno a quien no
conocen. Es ello una alusión al tema mesiánico conocido en Israel. Según
creencia popular, el Mesías, antes de su aparición, estaría oculto en algún
lugar desconocido. Llama así la atención mesiánica sobre Cristo, conforme a
la creencia ambiental. Luego dirá el Bautista cómo supo él que Cristo era
el Mesías (Jn 1:31-34). Por eso, si Cristo está oculto, el que los judíos
no le conozcan no es reproche. Precisamente la misión del Bautista es
presentarlo a Israel (Jn 1:31). Así evocaba la creencia ambiental en el
Mesías oculto, Cristo, y en Elías precursor, cuya función realizaba el
Bautista (Mt 11:14; Lc 7:27).
6.
EL
VIENE DETRÁS DE MÍ, AUNQUE YO NO SOY DIGNO DE DESATAR LAS CORREAS DE SUS
SANDALIAS.
Luego dice: El viene detrás
de mí, aunque yo no soy digno de desatar las correas de sus sandalias. El
Bautista, de forma enigmática, anuncia que él sólo es el precursor de una
persona cuya dignidad anuncia, pero que él no es digno de desatarle las
correas de la sandalia. Era este oficio propio de esclavos.
Aprendemos de este
fragmento del Evangelio, que profetizar es proclamar un mensaje de
salvación, ya que el profeta es un mensajero, un porta voz que habla en
nombre de Dios, y todos nosotros podemos ser como Juan Bautista, pero al
modo de él, sin evanecerse por su misión. Recordemos que él niega lo que
es, pero da a conocer lo que es y lo hace defiriéndose a Cristo y lo alaba
juzgándose a sí mismo, indigno aún de desatar las correas de sus sandalias.
El Bautista nos da
demostración que su razón de ser es dar testimonio del Mesías, a él no le
interesa otra cosa que dar testimonio de Cristo, él nos demuestra que no
hace falta perder tiempo en defender posiciones propias, y lo que importa
no es el concepto que otros tengan de nosotros y si tenemos o no autoridad,
lo que vale es el testimonio de Cristo. No tengamos miedo de hablar de
Jesucristo, podemos hacerlo en cualquier momento, en cualquier ocasión,
hablar de Él nunca está de más, al contrario, es positivo y da mucha paz
hacerlo.
7. EN MEDIO DE USTEDES
HAY ALGUIEN AL QUE USTEDES NO CONOCEN
Avivemos hoy nuestra
fe de creyente, hagamos notar la bondad activa que nos ha enseñado Jesús
para con nuestros hermanos, esto será un medio importante y eficaz para dar
testimonio de Cristo, pero por sobre todo, darlo a conocer al mundo.
Tengamos presente las palabras del Bautista: “Yo bautizo con agua, pero
en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen”. Es
Jesús el que está en medio de nosotros, en medio de la Iglesia, en la
Eucaristía, y en la gracia por la cual esté presente y operante en los
bautizados. “Hay alguien al que ustedes no conocen”.
En efecto, el mundo no
lo conoce, y esto sucede porque a nuestro pesar, muchos prefieren cerrar
los ojos, y también porque no son muchos los que dan testimonio del
Evangelio vivido de esa bondad que revele al mundo de la bondad de Cristo
Jesús. Y también tenemos que reconocer, que en medio de nosotros, hay
muchos hermanos que son creyentes, y tampoco lo conocen, porque no se dan
el tiempo a estar muy unidos con el Señor a través de la oración, o porque
su frialdad no les permite reconocer donde él se esconde, allí en los más
pobres, en los afligidos, en los que buscan consuelo, en los que sufren de
enfermedad física o espiritual.
El Evangelio, nos
muestra a un Juan Bautista, que es modelo de testimonio de Cristo; que nos
revela una fe pujante, que es austero, desinteresado, humilde y que: “Vino
como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por
medio de él.”
El
Señor les Bendiga
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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